El potencial de protesta de los jóvenes
Una gran movilización estudiantil en Brasil protesta contra los recortes radicales anunciados por el presidente Jair Bolsonaro
Una gran movilización estudiantil en Brasil protesta contra los recortes radicales anunciados por el presidente Jair Bolsonaro en el presupuesto de educación y ciencia. En países de nuestro entorno vemos como estudiantes muy jóvenes se convierten en protagonistas de las movilizaciones contra el cambio climático. En España, muchos de los cambios políticos y sociales en los últimos años no se podrían entender sin el 15-M o el 8-M, fechas clave de movilizaciones también protagonizadas por los y las jóvenes. Pero al mismo tiempo, es habitual verter críticas sobre esta población por su desapego con la política institucional, por ser el grupo que menos vota en las elecciones o el más crítico con los partidos políticos.
Que los jóvenes protestan más que los adultos y participan menos en las elecciones no es nada nuevo, sino una regularidad observada de forma general desde los años sesenta en las democracias occidentales. Dejemos las peculiaridades del voto de los y las jóvenes para otro día, y centrémonos hoy en la protesta. ¿Por qué la juventud y la protesta parecen ir de la mano?
Esta misma pregunta ha sido objeto de debate durante décadas. En los sesenta y setenta, se interpretó que el potencial de protesta de los jóvenes era una característica de la juventud misma: disponen de más tiempo y de más energía física, también son más creativos. En aquel momento, incluso se sugirió que eran más sensibles a propuestas más radicales por su falta de experiencia política. Pero quizá el argumento más útil, entonces y hoy, es el siguiente: es más fácil cuestionar el statu quo cuando uno no ha formado parte de la toma de decisiones que nos ha hecho llegar hasta aquí.
La protesta requiere de dos elementos más: motivación y recursos. En cuanto a la primera, a igual nivel de interés en la política, los jóvenes tienen más probabilidad de participar en acciones de protesta, mientras que los adultos tienen mayor probabilidad de votar o canalizar sus demandas institucionalmente. Y se trata de una regularidad que se ha observado durante décadas y en numerosos países. En segundo lugar la participación requiere recursos económicos, tiempo, habilidades cívicas y redes sociales. Y entre los jóvenes, los estudiantes son los que más recursos tienen.
Por estas razones, los estudiantes tienen un gran potencial de protesta y una gran capacidad de influencia en el mundo político. Sabemos mucho menos sobre qué se requiere para movilizarlos. Quizá se trate de la percepción de un agravio directo y grave como el recorte en los presupuestos educativos en Brasil, las sentencias de la Manada en España, o la gravedad de los datos y la pasividad que se percibe ante el cambio climático.
Gema García Albacete es profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.