Fase dos: el turismo sin turistas y abrir para aparentar normalidad

Aunque celebrada, la segunda etapa de desconfinamiento llega a El Hierro, La Gomera y La Graciosa sin esperanzas de que se reactiven los negocios

Luisa Trujillo, propietaria de los apartamentos Los Telares, en Hermigua, La Gomera.INMA FLORES (EL PAIS)

Un paso más. El Hierro, La Gomera y La Graciosa avanzan una casilla en la desescalada sin atisbo de victoria. Desde que se inició el desconfinamiento estas islas canarias, junto con Formentera (Baleares), han ido una semana por delante del resto de la España que empezaba el deshielo. Sin embargo, la fuerte dependencia del turismo en el archipiélago complica la tarea de reactivar la economía local sin turistas. Aunque esta etapa relaja un poco las restricciones ante...

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Un paso más. El Hierro, La Gomera y La Graciosa avanzan una casilla en la desescalada sin atisbo de victoria. Desde que se inició el desconfinamiento estas islas canarias, junto con Formentera (Baleares), han ido una semana por delante del resto de la España que empezaba el deshielo. Sin embargo, la fuerte dependencia del turismo en el archipiélago complica la tarea de reactivar la economía local sin turistas. Aunque esta etapa relaja un poco las restricciones anteriores —se permite la apertura de salas interiores de restaurantes al 40% de aforo y se mantiene la autorización de la mitad de la capacidad en terrazas— para muchos sigue sin ser rentable abrir. La reapertura de centros comerciales y cines a un tercio de su capacidad, pero sin acceso a las zonas comunes, no aliviará demasiado a estas islas que no cuentan ni con grandes superficies comerciales ni con salas de proyección de películas.

Joaquín Gómez, propietario del restaurante de cocina-fusión La Tefeña (El Hierro), sabe que no va a ser fácil y prefiere ir más despacio: abrirá a mediados de la semana que viene. “Entre que nos llega la mercancía de los proveedores, colocamos las pegatinas que indican las medidas de seguridad en el suelo y le damos una limpieza profunda al local... Es mejor esperar al miércoles”, cuenta el venezolano afincado en la isla desde 2003. Es positivo y celebra estar recibiendo “muchísimas llamadas” de los vecinos que quieren degustar las famosas tempuras de pulpo con mojo, pero no descarta abrir solo en horario de mañana “si la cosa no va bien”. Ahora lo que le preocupa es encontrar un sustituto a las cartas individuales, que siguen prohibidos por riesgo de contagio entre comensales. Gómez valora si es mejor imprimirlos y pegarlos a la pared o mostrarlos en formato QR para los móviles. “Nos tenemos que ir adaptando a lo que se viene”, añade.

A pesar de que los hoteles podían reabrir sus puertas desde la primera fase, para muchos aún hoy, no tiene sentido hacerlo sin clientes. Ramón Arteaga mantendrá cerrada aún las 68 habitaciones de su hotel en la capital gomera, pues su principal clientela son los turistas internacionales o de la Península. A 20 kilómetros, en la localidad de Hermigua, los apartamentos de Luisa Trujillo seguirán abiertos. Desde que empezó la pandemia, Los Telares ha sido la posada en servicio de emergencias que ha albergado principalmente a transportistas y reporteros. Desde mañana, tanto la sala de yoga como el salón común estarán accesibles al público y el interior del restaurante volverá a servir ensaladas de la huerta ecológica y las empanadas caseras. “Hasta que no se pueda viajar, es más para aparentar algo de normalidad que porque tengamos clientes”, lamenta Trujillo, que tiene a 15 trabajadores acogidos a un ERTE. “Sin ingresos no los podemos sacar…”.

Prohibido aún dar la paz

Poco va a cambiar en las iglesias de El Hierro. Airan Expósito, uno de los tres párrocos de la isla prefiere no aumentar el aforo permitido en la fase 1 (hasta el 30%) al 50% que consiente la segunda etapa. “La mayoría [de los fieles] son personas mayores y les hemos recomendado que no vengan”, cuenta. Actualmente en la iglesia de la Concepción de Valverde, con una capacidad de 500 personas, solo asisten 78 personas a la eucaristía diaria y en la ermita de San Pedro El Monacal, “un poco más pequeñita”, los devotos no pasan de 30, a pesar de que cabe un centenar. Dentro de ambas: geles antibacterianos en la puerta, felpudos con lejía y carteles que recuerdan el uso obligatorio de la mascarilla. Los cursos de formación de catequesis los impartirá Expósito por Internet. “Es mejor evitar al máximo los contagios. Falta mucho aún para poder darnos la paz”, explica por teléfono rumbo a la siguiente misa del domingo. Las bodas y los bautizos, aunque estén permitidos, también serán pospuestos a petición del párroco hasta verano. “Como aquí nos conocemos todos, donde se case uno, se junta toda la isla”.

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