Alerta ante el desconfinamiento de la violencia machista

Autoridades y expertos temen un repunte de asesinatos tras perder los agresores el control sobre sus víctimas

Una mujer paseo por una calle de Madrid durante el estado de alarma, a primeros de mayo.KIKE PARA

La pandemia del coronavirus ha confinado también la violencia de género, encerrando a cal y canto bajo el mismo techo al agresor y la víctima. La estadística mensual del Ministerio de Igualdad correspondiente a abril, el primer mes completo de encierro que se ha vivido en España, recoge un único asesinato machista frente a la media de 4,3 registrada en ese mismo periodo desde que en 2003 se inauguró la serie histórica. Autoridades y expertos alertan de que ese descenso no es más que un espejismo y ...

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La pandemia del coronavirus ha confinado también la violencia de género, encerrando a cal y canto bajo el mismo techo al agresor y la víctima. La estadística mensual del Ministerio de Igualdad correspondiente a abril, el primer mes completo de encierro que se ha vivido en España, recoge un único asesinato machista frente a la media de 4,3 registrada en ese mismo periodo desde que en 2003 se inauguró la serie histórica. Autoridades y expertos alertan de que ese descenso no es más que un espejismo y temen un repunte de agresiones durante la desescalada, ahora que ellas pueden alejarse de su agresor. “Hasta el momento el maltratador ha tenido controlada a su mujer en casa, que es lo que él necesita para estar tranquilo”, explica Marisol Rojas, psicóloga especializada en violencia machista. “¿Pero qué va a pasar con toda la tensión acumulada? Las demandas de separación y las denuncias que se pondrán al salir van a multiplicar incluso esa tensión”.

Las víctimas han sobrevivido al confinamiento siendo “lo más sumisas posible”, “no llevándole la contraria” al agresor. Es lo que le cuentan a Rojas las mujeres a las que ha hecho seguimiento telefónico durante el estado de alarma desde el servicio de atención e información a las mujeres del Ayuntamiento de Sant Boi de Llobregat (Barcelona) donde trabaja. “Es muy probable que mujeres que han soportado esta situación como han podido decidan ahora romper la relación o denunciar. Y las reacciones del agresor pueden ser muy graves y muy duras porque el grado de violencia y frustración es grande”, coincide Mariti Pereira, presidenta de la Federación de Asociaciones de Víctimas de la Violencia Sexual y de Género (Famuvi), quien insta a los Ayuntamientos a habilitar más viviendas para acoger a las mujeres que decidan ahora “romper y salir a una nueva vida”.

Esa violencia entre cuatro paredes que se ha intensificado durante el estado de alarma se refleja en el aumento de llamadas al teléfono 016 durante el pasado abril. A lo largo de ese mes se han recibido 8.692 denuncias por esa vía, un 61% más que en el mismo periodo del año pasado, según los datos publicados este miércoles por el Ministerio de Igualdad. Es la cifra más alta de los últimos tres años y la segunda más elevada de toda la serie, iniciada en 2007 cuando se creó el servicio. Casi un 8% de las llamadas de alerta fueron efectuadas por personas que no pertenecen a la familia ni al entorno más allegado a las víctimas, lo que supone una subida de dos puntos con respecto a abril de 2019.

La psicóloga Mónica Antelo lleva 18 años trabajando en los servicios sociales del Ayuntamiento de Ames (A Coruña), un municipio de algo más de 20.000 habitantes ubicado en el cinturón de Santiago de Compostela. No recuerda haber recibido nunca en tan poco tiempo tantas llamadas de mujeres que no habían contactado antes con la oficina, más de una decena de nuevos casos en apenas tres meses. “No son denuncias formales, son llamadas para pedir asesoramiento; quizás las denuncias lleguen a partir de ahora”, señala Antelo, quien explica que tanto la presencia del agresor como de los niños en casa han dificultado que se formalicen denuncias en la policía.

El incremento de las agresiones y homicidios machistas se ha constatado ya tras otras situaciones de emergencia que han conllevado una limitación de movimientos entre la población, explica Miguel Lorente, profesor de Medicina Legal en la Universidad de Granada y exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género. Así ocurrió, por ejemplo, después del tsunami de Japón o de la ola de incendios que asoló Australia.

Lorente sostiene que la violencia de género “se ha adaptado al confinamiento” y ha aumentado su intensidad. El encierro “ha reforzado el dominio y el control” por parte del agresor y su “sensación de impunidad” por la falta de contacto con el exterior. Las cifras, subraya, ya estaban al alza en los meses previos a que se decretase el estado de alarma: en 2019 se registró un incremento de víctimas con respecto a 2018 y en enero y febrero la media de asesinatos ya estaba por encima de la registrada hasta 2016. “El contexto violento estaba presente. La minimización de la violencia de género que hace la ultraderecha y parte del PP refuerza a los maltratadores”, afirma el profesor de Medicina Legal.

En el Ministerio de Igualdad también han saltado las alarmas. “Se están produciendo menos homicidios porque la violencia de control no se desarrolla cuando tienes controlada a tu mujer y tus hijos 24 horas al día. Pero en cuanto empiecen a salir, la percepción de pérdida de control puede llegar a ser desproporcionada y podría haber un repunte de violencia”, alertaba la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, en una entrevista en el programa El Intermedio de La Sexta.

Para combatir el riesgo de repunte de las agresiones machistas, el departamento de Rosell propone que las víctimas puedan denunciar, declarar y ser examinadas por las unidades de valoración forense “desde espacios seguros e incluso por medios telemáticos”. Según fuentes de Igualdad, a medio plazo se aboga también por desarrollar una “certificación digital” que “les permita actuar de forma segura y coordinada ante las distintas Administraciones”.

Lorente demanda una “actitud proactiva” desde los servicios sociales y un “cribado universal” desde los sanitarios para detectar mujeres en peligro. Hace hincapié en la importancia de los hospitales y centros de salud en esta labor: “Está demostrado que las maltratadas van un 30% más al médico porque el maltrato les provoca graves problemas de salud”. “Las medidas de seguridad se deben activar al máximo y también la responsabilidad social del entorno de las mujeres para alertar. Me temo que [estos meses] vamos a tener mucho trabajo en los servicios de atención a las víctimas”, augura la psicóloga Marisol Rojas.

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