Los médicos se rebelan contra la adjudicación “a ciegas” de las plazas MIR
Los sindicatos calculan que unos 2.000 puestos de residentes pueden quedar desiertos por el nuevo sistema de elección telemática del Ministerio de Sanidad
La elección de plazas de los médicos internos residentes (MIR) seguía hasta el año pasado una fórmula tradicional y algo anacrónica: miles de estudiantes de toda España que habían superado la prueba selectiva tenían que personarse en la sede del Ministerio de Sanidad, en el paseo del Prado de Madrid, para elegir su puesto. En 2020 se incorporó una versión mixta y el 70% lo hizo de forma telemática. Este año, el departamento de Carolina Darias ha modernizado el sistema para hacerlo digital, pero la solución tiene en pie de guerra a la profesión médica. Sindicatos, colegios y estudiantes asegura...
La elección de plazas de los médicos internos residentes (MIR) seguía hasta el año pasado una fórmula tradicional y algo anacrónica: miles de estudiantes de toda España que habían superado la prueba selectiva tenían que personarse en la sede del Ministerio de Sanidad, en el paseo del Prado de Madrid, para elegir su puesto. En 2020 se incorporó una versión mixta y el 70% lo hizo de forma telemática. Este año, el departamento de Carolina Darias ha modernizado el sistema para hacerlo digital, pero la solución tiene en pie de guerra a la profesión médica. Sindicatos, colegios y estudiantes aseguran que es un sistema “opaco e injusto” que puede dejar vacantes 2.000 de las 8.000 plazas que salen a concurso.
El nuevo método es, en apariencia, sencillo. Los aspirantes a las plazas de especialidad rellenan un formulario con sus preferencias. Tienen para hacerlo entre este miércoles y el 16 de junio. Si nada cambia, el día 17 se publicarán las listas con la plaza que a cada uno le haya adjudicado el sistema en función de su puesto y sus preferencias.
¿El problema? Que los aspirantes van “a ciegas”, se quejan. Tradicionalmente, las plazas se repartían en tiempo real. Cuando los graduados iban al ministerio sabían qué puestos se iban adjudicando y podían adaptar sus preferencias a lo que quedaba. Al ser una elección con dos variables, especialidad y lugar de destino, las posibilidades son, literalmente, miles. Cuando esto lo adjudica el sistema no hay capacidad de recular, de adaptarse a las circunstancias para escoger la plaza que más les interesa entre las que quedan en cada momento, aunque no fueran las de primera preferencia.
Esto puede provocar, según los sindicatos, que acaben quedándose plazas sin cubrir. Calculan que pueden ser unas 2.000. “Muchas personas pondrán en sus listados puestos que realmente no les interesan por miedo a quedarse sin ninguno. A la hora de la verdad, es muy posible que las rechacen para presentarse al año siguiente o, que tras unos meses, dejen su puesto”, asegura Sheila Justo, presidenta del sector MIR del sindicato madrileño AMYTS y secretaria técnica MIR de la Confederación Española de Sindicatos Médicos.
Darias ha comparecido en la tarde del martes en el Senado para explicar que el proceso es consecuencia de un mandato legal que establece que las convocatorias tienen que hacerse de forma telemática, tal y como sucede con “el 99%” de las plazas que se adjudican en la Administración pública. “Este sistema ofrece las mismas garantías de justicia, equidad y seguridad que el anterior. Hemos mejorado en eficiencia y eficacia. Hemos ofrecido mejoras y estamos en condiciones de seguir dialogando, pero no se puede cambiar el procedimiento”, ha dicho.
Cientos de estudiantes se han manifestado este martes frente al Ministerio de Sanidad para protestar por el sistema. “Se escribe elección telemática y se pronuncia asignación arbitraria”; “No confundáis vocación con sumisión”; “Elección telemática = 2.000 médicos menos”; “Sin garantías, sin transparencia no es elección, es sentencia”, son algunos de los lemas que se podían leer en los carteles de los congregados —que han cumplido rigurosamente con el uso de la mascarilla pero no tanto con la distancia de separación—, quienes pedían la dimisión de la ministra.
Bárbara Cepero, de 30 años, que tiene el número 7.914 (se ofertan casi 8.000 plazas) ejemplifica cómo le puede afectar este nuevo sistema de elección: “Quiero elegir medicina de familia. En esa especialidad primero se escoge hospital y luego la unidad docente, que es el centro de salud. Me pueden tocar dos centros muy distantes. A mí me gustaría hacerlo en Madrid, pero como no tengo coche, si veo que aquí me tocan dos lugares a mucha distancia y mal comunicados, igual prefiero irme a Almería, donde a lo mejor sí tengo posibilidad de escoger otros que estén cerca. Esto es algo que se puede calcular cuando las plazas se dan en tiempo real, ahora vamos a ciegas”.
Cuanto más atrás esté la persona en la lista, más difícil lo tiene. Siempre ha sido así, pero ahora, en lugar de saber qué plazas quedan y escoger, tiene que rellenar cientos o miles de puestos para asegurarse de que le va a tocar uno. Estas enormes listas tienen un problema añadido, como relata Cepero: “Como medicina de familia es la que más plazas tiene [unas 2.000] y no son las más codiciadas, mucha gente, por miedo a quedarse sin puesto, las pondrá al final de su lista. Si a alguien que realmente quiere cirugía no se la dan y le toca familia, seguramente acabe rechazando la plaza. Se queda ese puesto vacío cuatro años y a lo mejor me lo ha quitado a mí, que sí lo quiero”.
Vicenç Martínez, director general de Ordenación Profesional del ministerio, responde “sorprendido” a EL PAÍS sobre esta polémica. “Es una generación digital que ha hecho este mismo procedimiento para escoger la carrera”, justifica. Según dice, al diseñar el sistema consideraron “injusto” que fuera en tiempo real y digital, ya que si alguien por alguna razón tenía un problema de conexión en el momento concreto en el que le tocaba elegir plaza se quedaría sin ella. “Antes en 10 minutos tenías que elegir con lo que te ofrecían. Aquí tienen tres semanas para pensar muy bien sus preferencias, ordenarlas y seleccionar en función a ellas”, asegura. Martínez también rechaza que se vayan a quedar plazas vacantes: “Antes, el que quedaba 9.000 en la lista, si había 8.000 plazas no venía a Madrid. Ahora todos, hasta el 13.000 [el número aproximado de estudiantes que han aprobado] pueden intentarlo por si cogen alguna”.
Carlota García, de 24 años, ha llegado a Madrid desde Oviedo para subrayar que después de mucho tiempo de estudio se enfrentan a una adjudicación de plaza en la que “no hay transparencia”. “Yo quiero anestesia en Oviedo, pero si no puede ser, quiero saber mis opciones para decidir, no que me adjudique la plaza un ordenador”, protesta.
Estas reivindicaciones son secundadas por los sindicatos mayoritarios del sector y por los colegios médicos. La Organización Médica Colegial, que agrupa a todos los colegios médicos de España, reclama al ministerio diálogo y un sistema “más seguro y en tiempo real”. En caso de que no pueda ser telemático, ya que se antoja difícil que se pueda articular este año, piden volver a la presencialidad.
Sheila Justo advierte de que, de lo contrario, tendrán que decidir los jueces, como ya sucedió el año pasado, cuando se intentó probar el sistema telemático y la justicia suspendió el proceso por la falta de garantías.