Columna

El empacho de Iñaki

Inmunes a la erosión, los políticos acaban corroyendo a todo el mundo. Gabilondo es demasiado elegante para emular a Estanislao Figueras, pero ha venido a decir algo parecido en su despedida del columnismo radiofónico diario

DVD 1009 Madrid 08/07/2020 Ultima de verano. Entrevista a Iñaki Gabilondo Foto: Inma FloresINMA FLORES

Cuenta la leyenda que Estanislao Figueras, primer presidente de la Primera República, tras cuatro meses en el cargo, dijo en junio de 1873: “Voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros”. Y se largó de España. Seguramente no fue así, y consta que presentó la dimisión ante el Congreso de los Diputados con todos los formalismos en regla, pero si la frase persiste y se cita tanto es porque suena verosímil, lo que haría cualquier ciudadano razonable en una situación similar. Para mí, lo extraño es que los gobernantes se aferren al poder como los percebes a la piedra y no salgan c...

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Cuenta la leyenda que Estanislao Figueras, primer presidente de la Primera República, tras cuatro meses en el cargo, dijo en junio de 1873: “Voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros”. Y se largó de España. Seguramente no fue así, y consta que presentó la dimisión ante el Congreso de los Diputados con todos los formalismos en regla, pero si la frase persiste y se cita tanto es porque suena verosímil, lo que haría cualquier ciudadano razonable en una situación similar. Para mí, lo extraño es que los gobernantes se aferren al poder como los percebes a la piedra y no salgan corriendo en cuanto lo catan. Debe de ser una cosa muy adictiva, peor que el chocolate y las patatas fritas a la vez.

Inmunes a la erosión, los políticos acaban corroyendo a todo el mundo. Iñaki Gabilondo es demasiado elegante para emular a Estanislao Figueras, pero, en sus propias y justas palabras, ha venido a decir algo parecido en su despedida del columnismo radiofónico diario. Como los cónyuges delicados, se atribuye a sí mismo la culpa en el divorcio: “El problema soy yo, estoy empachado”. Se agradece la cortesía, pero todos sus oyentes sabemos que el infierno, como en tiempos de Sartre, siguen siendo los demás.

Se marcha él y se quedan quienes lo han empachado, mientras nosotros, con aparatos digestivos mucho más frágiles y sensibles a las intolerancias, masticamos cada mañana una actualidad más insípida y grumosa.

Si los hunos y los hotros tuvieran madres de las de antes, estas les llamarían para decirles: “Estaréis contentos, habéis empachado a Gabilondo. A Gabilondo, nada menos. Qué vergüenza debería daros. Si Gabilondo no os aguanta, imaginad cómo nos sentimos los demás”. No habrá tal bronca, porque hace tiempo que nadie presta atención a las señales del desastre. Cada cual seguirá gritando lo suyo.

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