30.000 'culés' al grito de "¡¿por qué?!"
La celebración de Canaletes se mezcla pacíficamente con la acampada
Ni 10 minutos habían pasado desde el final del partido que dio la cuarta Champions al FC Barcelona y ya había una decena de culés encaramados a la mítica fuente de Canaletes, en La Rambla. Y lo que faltaba por llegar, porque a las miles de personas que suelen acudir a la meca del barcelonismo se sumaron buena parte de los 35.000 aficionados congregados en Arc de Triomf para ver el partido en la pantalla gigante montada por el Ayuntamiento y varios medios de comunciación. A las 22.30 horas, 12.000 habían invadido Canaletes; a las once, eran 20.000; a medianoche, 30.000, según la Guardia Urbana.
A los clásicos cánticos de "¡campeones, campeones, oé oé oé!" o "ser del Barça es el millor que hi ha!" se sumó una innovación: "¡¿Por qué?!, ¡¿por qué?!", el interrogante con el que el entrenador del eterno rival, el Real Madrid, José Mourinho, ha mostrado sus malas maneras en las conferencias de prensa cuando ha perdido contra los azulgrana.
La celebración se mezcló pacíficamente con la acampada de los indignados de la plaza de Catalunya, que al filo del partido habían decidido permanecer allí. Ambas manifestaciones -festiva, ruidosa y dando botes una; quieta, tranquila y dialogada la otra- resultaron ser perfectamente permeables, en contra de lo que temía el consejero de Interior, Felip Puig, que el viernes ordenó una intervención de los Mossos d'Esquadra para "limpiar la plaza", que acabó con 121 heridos.
Pese a la espontánea convivencia, un centenar de indignados identificados como "acampados" en un folio pegado a la camiseta se esforzaron en transmitir sus intenciones: "Estamos acampando, no la lieis mucho, aquí no celebramos lo del Barça", alertaban a la oleada culé con espíritu de servicio de orden.
Entre los festejantes, muchos jóvenes, alguna familia -aunque se retiraron pronto- y turistas y curiosos. Como Olivier, parisiense de 24 años, a quien le costó encontrar la fuente de Canaletes. "Primero vinimos con unos amigos por la tarde y no la vimos", se quejaba el joven, que asistía tranquilo a la fiesta. Otros, en cambio, la vivían como fervorosos culés. Javi Sánchez, de 22 años, se desgañitaba subido a un banco de La Rambla cantando: "¡Bote, bote, bote, madridista quien no bote!". "Es mi primera vez en Canaletes, estoy muy orgulloso", decía el joven, encargado de una tienda de la zona.
Pero no todos disfrutaban igual. Una niña pequeña se tapaba los oídos con los deditos mientras su padre se desahogaba y su madre le hacía fotos. Los pitidos, los cánticos y las bengalas eran ensordecedores. Y mientras, como cada vez que hay una concentración humana en la ciudad, los paquistaníes aprovecharon para hacer su agosto con el "cerveza, bier, amigo".
Al filo de las once, unos cuantos aficionados colgaron una bandera de los Boixos Nois en lo alto de la fuente, hubo algunos pitidos y empezaron a encenderse bengalas. "A mí no me gusta, pero cada cual es libre de expresarse", decia Ángel Alonso, de 52 años, que acudió a la celebración acompañado de su mujer y su hijo.
Un total de 2.500 agentes de los Mossos d'Esquadra velaron anoche por la seguridad de las celebraciones en Barcelona y en localidades de la costa de Girona y Tarragona donde se suelen concentrar turistas británicos. Solo en Barcelona se desplegaron un millar de agentes en una noche singular, con muchos frentes. Además de velar por la convivencia entre la fiesta de Canaletes y la acampada, hubo que controlar a las 35.000 personas que acudieron a ver el partido en la pantalla gigante de Arc de Triomf y, por si fuera poco, la zona del Fórum congregó a 40.000 personas en los conciertos del festival Primavera Sound.
Un triunfo y dos celebraciones
Barcelona salió a la calle tras el triunfo del Barça en Wembley, pero muchas personas lo hicieron antes: más de 35.000, según la Guardia Urbana, se congregaron en el paseo de Lluís Companys, donde el Ayuntamiento había instalado una pantalla gigante al pie del Arc de Triomf. Sin embargo, el intento de desplazar la celebración de su lugar habitual, la fuente de Canaletes, en La Rambla, con la excusa de las posibles fricciones que hubieran podido producirse con los acampados de la plaza de Catalunya, solo fue un éxito a medias. Parte de los presentes se quedaron allí, pero muchos jóvenes siguieron la consigna de ir a Canaletes, donde confluían ya los barceloneses que habían seguido el partido en sus casas.
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