El barrio más castizo pierde vecinos
Apenas quedan solares en un área con pocas instalaciones deportivas y con el mayor porcentaje de mayores de 80 años
Hay que fijarse mucho para saber dónde está la frontera entre los distritos de Centro y Chamberí. Pero esa línea no es tan imaginaria como parece. Por ejemplo, en las municipales de mayo Ahora Madrid arrasó en Centro, consiguiendo casi el 50% de los votos. En Chamberí solo consiguió in 26 y fue el PP el que se llevó el 47%. “Creo que la explicación es más la edad que la renta. Centro es un distrito de población joven y esta es la zona de Madrid que tiene mayor cantidad de habitantes mayores de 80 años. Es un reto, pero también es un lugar donde notar una mejora en el voto después de trabajar”, dice Jorge García Castaño (San Sebastián, 1977), sociólogo y concejal a cargo de ambos distritos.
En enero de 2014, el distrito más pequeño de la capital, y uno de los de mayor densidad de población, tenía 138.586 habitantes censados. En 2000 eran 149.000. No se puede culpar a la crisis: en 1990, 173.000. Ese año empezó un descenso que no se ha corregido, pero se ha ralentizado. Entonces se señalaba que se debía, además de a los fallecimientos, a la falta de vivienda pública y de instalaciones deportivas y culturales. Nada de eso se ha corregido. “No hay gravísimos problemas de servicios sociales, pero hacen faltan más debido a la edad de la población. Dos temas con los que nos estamos comiendo la cabeza a ver cómo conseguimos cambiarlos”. Solo hay dos centros de mayores en todo el distrito. “Funcionan bien, pero se están quedando pequeños”.
“Chamberí es un distrito absolutamente consolidado, con poquísimas instalaciones deportivas básicas y sin apenas zonas verdes”, explica el concejal, pero el problema fundamental no es que no haya dinero para invertir en instalaciones. “Aquí falta de todo. Por ejemplo, escuelas infantiles públicas y privadas, porque es muy difícil encontrar un solar para casi cualquier cosa”.
Las cocheras de Cuatro Caminos o el parque de Santander son de los pocos recursos disponibles de terreno público. “Está la zona del golf que montó [Esperanza] Aguirre porque le pareció bien. Pero es un espacio absolutamente infrautilizado. Vamos a hablar con el Canal de Isabel II para que le den otro uso. La zona que es parque está muy bien, muy cuidada. Pero tiene muy poco sentido que haya aquí todo este espacio para seis personas pegándole a la pelota. Es importante”.
Ese campo de golf está al lado de la única instalación deportiva del distrito. Que aunque se llama Centro Deportivo Municipal Vallehermoso es de gestión privada, con un contrato de 40 años. El Ayuntamiento dio la parcela gratis. Son unas instalaciones impresionantes que cobran como si fueran municipales, 41 euros mensuales, con 18.000 abonados. Pero la necesidad que hay en Chamberí de más zonas deportivas es tanta que tienen una lista de espera de 11.500 personas, según fuentes de la junta. Ha habido suerte. Detrás hay un impresionante agujero. Era un estadio de atletismo que fue derribado, en teoría para construir otro, que nunca llegó. “Ayudaremos en lo que se pueda”, dice el concejal.
Esa escasez de solares no siempre fue así. Los más viejos del lugar recuerdan que hasta los años cuarenta había hasta tierras de labranza, pero en esa década empezó a crecer la demanda de viviendas en esa zona, y en poco tiempo apenas quedaba terreno sobre el que edificar en un distrito que se sentía el más castizo de Madrid.
El concejal establece la frontera imaginaria entre sus dos feudos en la Glorieta de Bilbao. “Por algún motivo el turismo parece darse la vuelta cuando llega allí, y eso es algo que hay que cambiar”, afirma. Si se consiguiera que los visitantes superaran esa barrera irreal y se internaran por la calle Luchana, descubrirían que tiene su encanto. “Puede tener una proyección enorme en términos de expansión como centro cultural y de ocio turísticos. Tiene un gran patrimonio arquitectónico; dos museos que están muy bien: el Geominero y el Sorolla. Tiene cines, los Teatros del Canal, y el Teatro Luchana, que creo que es la mayor intervención privada de Madrid en una sala, con cuatro salas enormes. Está la zona de restaurantes de Ponzano y salas de conciertos como Clamores y Galileo…”.
La idea es hacer una asociación público privada para potenciar Chamberí como zona de interés para los turistas. “Es bueno para el distrito y para la ciudad. Si queremos crecer como destino turístico hay que expandirse y liberar de presión el centro”.
Y para eso tiene un as en la manga: el frontón Beti Jai. Construido en 1894, cerrado en 1919, adquirido por la anterior corporación y que se dedicará a infraestructuras culturales. “Hay que hacer una obra de consolidación y reconstrucción. Y la obra parece que va a ser más larga que cara. Pero es la joya de la corona”.
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