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Sijena y la caja de Pandora

La sentencia que obliga a Cataluña a devolver las obras y objetos del monasterio aragonés puede ser esgrimida por municipios e instituciones para reclamar su patrimonio protegido

José Ángel Montañés
'La Natividad' del Maestro de Sijena depositada en el Prado en 2003
'La Natividad' del Maestro de Sijena depositada en el Prado en 2003MUSEO DEL PRADO

La devolución de 53 obras conservadas en Cataluña provenientes del monasterio de Santa María de Sijena (Huesca) se produjo tras la sentencia del Juzgado de Instrucción número 1 de Huesca, que dictaminó que las compraventas realizadas entre las monjas Sanjuanista y la Generalitat en 1983 y 1992 (56 piezas por valor de 210.000 euros) y el Museo Nacional de Arte de Cataluña en 1994 (41 obras por 89.000 euros) eran ilegales. El motivo: que el monasterio era monumento nacional desde 1923 y, por tanto, estas piezas también estaban protegidas y se podían vender. Según la juez, aplicando la Ley de Patrimonio Histórico de 1985, los retablos, cálices, pinturas murales, cucharas, cerámicas, libros y todos los bienes muebles eran parte indisociable del edificio y gozaban de la misma protección.

Pero la historia de las ventas de bienes culturales en España está llena de ejemplos en los que, como en Sijena, los objetos cambiaron de manos pese a pertenecer a un edificio declarado monumento nacional, por lo que la sentencia, que está recurrida, puede llevar a que muchos municipios reclamen su patrimonio. Así lo han puesto de manifiesto dos de los conservadores del Museo de Lleida, el centro que conserva 44 de las 97 obras que la juez obligaba devolver a Aragón antes del 25 de julio; una orden que el Gobierno catalán ha incumplido, alegando que estas obras —y no las 53 que devolvió el 26 de julio— forman parte del patrimonio catalán ya que están catalogadas.

Carme Berlabé, conservadora del Museo de Lleida, explica que en 1925, dos años después de declarar monumento al monasterio, las monjas de Sijena vendieron objetos a un anticuario de Zaragoza tras conseguir el permiso de Roma y de dos ministerios, sin aducir, ninguno de los dos, su reciente declaración. Porque, según la experta, “la documentación solo habla de proteger la fábrica del edificio, no de sus bienes”.

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Por su parte, el también conservador del Museo de Lleida Albert Velasco enumera una lista de objetos vendidos de edificios catalogados en la historia reciente de España. Como la reja de la catedral de Huesca, hoy en Torreciudad, sede del Opus Dei, vendida en 1969 cuando el edificio estaba protegido desde 1924. O los tapices del siglo XV de la catedral de Zamora, vendidos, por 900.000 pesetas, al Ayuntamiento de Madrid. De la misma provincia es el famoso Bote de Zamora (del siglo X), hoy en el Museo Arqueológico Nacional (MAN), que vendió el cabildo catedralicio en 1911, pese a que era monumento desde 1889. “Los canónigos lo vendieron al anticuario Juan Lafora y poco después el Estado lo adquirió por el mismo precio, algo que demuestra que la venta de bienes originarios de monumentos era frecuente, no era ilegal, ya que habrían impugnado la venta y se habrían hecho con él”, asegura Velasco, que apunta otro ejemplo: el de Santa Clara de Astudillo, en Palencia. Monumento desde 1931, no impidió que al año siguiente se vendiera la sillería de su coro. Acabó repartida entre EE UU y el MAN. No menos sintomática es la historia de San Baudelio de Berlanga (Soria), un edificio protegido desde 1917. Tras denunciar el arranque y venta de las pinturas románicas al anticuario León Levi, la justicia determinó en 1925 que los frescos eran independientes de la iglesia y podían venderse. Hoy pueden verse fragmentadas en Boston, Nueva York, Indianápolis, Barcelona o Madrid.

Ninguna reclamación

En ninguno de los casos se han reclamado estos objetos. Tampoco una tabla que en 2003 compró el Estado en una subasta por 90.000 euros y que depositó en el Museo del Prado. Se trata de La Natividad, realizada por el llamado Pintor de Sijena (activo entre 1515 y 1520), que recibe su nombre precisamente por esta pintura del retablo mayor del panteón real del monasterio de Sijena. Desde el museo aseguran que no tienen nada que declarar sobre Sijena; que nadie les ha reclamado la pintura. Tan solo que la obra “ingresó como adquisición del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes del año 2003”.

“La venta de objetos pertenecientes a monumentos protegidos ha sido habitual. Por eso sorprende que se aplique la ley de forma tan estricta en el caso de Sijena”, apunta Berlabé, mientras Velasco remarca que “todos los museos españoles conservan piezas en esta situación. Si nos ponemos estrictos, desmontaremos las colecciones; hay muchos bienes que han salido de monumentos nacionales sin permiso del ministerio”.

Por su parte, Luis Grau, director del Museo de León y de ICOM España (Consejo Internacional de Museos, según sus siglas en inglés), asegura que siempre ha habido reclamaciones, como es el caso de la Dama de Elche, que se pide desde la localidad alicantina. “No todas son viables, cada caso es diferente. Además, en España hay pocos en los que se haya acudido a los tribunales y muchos menos los que se hayan ganado”.

Para el especialista, que dice hablar como experto y no como presidente del ICOM en España, “la compraventa de los bienes de Sijena no es un caso normal, ya que la mayoría de centros españoles han creado sus colecciones en procesos anteriores como la desamortización del siglo XIX, cuando las leyes eran otras”. Y prosigue: “Hay dos juicios. Socialmente, la sentencia que obliga a devolver los objetos puede abrir muchas cosas que están cerradas, como la caja de Pandora; judicialmente, la ley es una, y, guste o no, hay que cumplirla”. En cuanto al traslado de las pinturas murales que reclama Aragón, Grau asegura que “cualquier operación preservará las pinturas”, pero confía “en que no se llegue a ese extremo y que las cosas se reconduzcan”.

Las piezas más valiosas siguen en Lleida

La Generalitat y la dirección del MNAC ordenaron embalar y trasladar las 53 piezas fuera del museo a un almacén cercano para evitar la foto de la policía llevándose las obras al no cumplir la orden de la juez de entregarlas antes del 25 de julio. Al final, viajaron a Sijena al día siguiente, tras una reunión del Gobierno catalán. Se incidió en que se enviaban sólo las piezas no catalogadas, las menos valiosas; las mismas que el consejero de Cultura, Santi Vila, quiso entregar a Aragón tres meses antes, pero la oposición de Esquerra Republicana lo impidió.

Las 44 piezas restantes que Cataluña no ha devuelto —las más importantes y valiosas, entre las que hay cajas sepulcrales de prioras del monasterio—, permanecen en el Museo de Lleida, donde nadie ha dado la orden de prepararlas para viajar. Desde 1999, estas obras, más las 113 de las parroquias del Aragón Oriental que también son objeto de litigio entre las dos comunidades, y el resto de la colección forman parte del patrimonio catalán, tras ser catalogadas por el Consell.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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