Entre Tip y Coll, Franco madruga
La madrileña sala Cleofás ha reabierto sus puertas, tras reforma interior, con los retruécanos y codazos de los cómicos Tip y Coll. Nada más salir, subrayan el festivo reformismo. Tip: «Esta sala está llena de bolas». Coll: «Falta una». Lo que falta, en verdad, es buen sonido. Pero el significante zumbón no impide que enmudezca lo más significado: «Nada más lejos. de nosotros... que Australia».Se equivocan. Nada más lejos de nosotros que ellos mismos. Cleofás es la mezquita de Córdoba. Y sus columnas nos impiden ver el bosquete en canal de la pareja. Daría, pues, igual que el empresario nos vendiera el show sin obligarnos a salir de casa, por medio del teléfono, alargando así el cable de las cosmovisiones futuristas que suele analizar Vidal Beneyto.
Todo llegará. O, dicho más deprisa, todo llega: «Señoras, señores, tercer sexo... Con motivo de las fiestas de Navidad, vamos a orinar». Al término del brindis, la campanada: «Un minuto de silencio por nuestro presidente Suárez».
El borrón no se seca con saliva. Hemos entrado en el capítulo de las semejanzas: «¿En qué se parece la ETA al presidente, Suárez?» Eliminen la pausa: «En que la ETA hace atentados y el presidente Suárez hace atontados». La obsesión se espesa: «¿En qué se parece un diente de El Lute al presidente Suárez?» El interrogado suplica: «No me dejen solo. Imagínense que soy Rosón». Si el agujero no va al cal a Felipe González, Adolfo Suárez, Fraga y Carrillo. Incluso el Rey tendrá su copla. Y es en esta payasada final donde lo humoristas, que han intentado dar la sensación de no dejar títere con cabeza, provenga de donde provenga, muestran más sus colmillos azulados.
Si Felipe llegara al poder, «no te creas /que por eso nos vas a joder». El presidente es puesto sobre aviso: «Que si un día te despiertas/con tus ojos vas a poder ver/que en el sitio donde tú te sentabas /sentadito está don Manuel ». Cabe, empero, una gota de escepticismo: «Si algún días, Manolito,/gobernaras en nuestra nación,/entre Adolfo, Felipe o Manolo/no se sabe quién lo hará peor». Mienten como cosacos y en castellano, pues sí saben lo que quieren saber: «Si algún día, Santiaguito, /más escaños tuviera el PCE,/Padre nuestro, que estás en los cielos,/tú tampoco ya nos quieres bien».
Y la diferencia de trato -grave pecado en el reino del humor- la hacen todavía más palpable con su mensaje al monarca: «Si algún día, Juan Carlitos,/no pudieras aguantarnos más,/no hagas nunca lo que hizo tu abuelo,/que Carrillo se puede alegrar».
En la cabeza de los tunos brillan los cuernos de la democracia.
Babelia
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