Las memorias de Pinochet no consiguen lavar su imagen
De signo Sagitario, el general Augusto Pinochet celebró el domingo su 75º cumpleaños en buen estado de salud, pero incómodo por estos primeros nueve meses de transición chilena a la democracia. El ex dictador, un hombre acostumbrado a ser "amo absoluto" como dijo el presidente Patricio Aylwin, ya no puede hacer lo que quiere. Camino recorrido, el primer tomo de sus Memorias de un soldado, fracasó en el prodigioso intento de mejorar su imagen.
Hay algo más que el fiasco literario. El pasado miércoles, el presidente de la Cámara de Diputados, Carlos Dupre, ha solicitado una investigación oficial para conocer la autenticidad de una carta, que se atribuye a varios jefes militares, en la que se pide que Augusto Pinochet sea cesado como comandante en jefe del Ejército. En la misiva se imputa al ex dictador la corresponsabilidad en numerosos casos de desapariciones aun no aclaradas y complicidad en el escándalo financiero-militar conocido como La Cutufa.Es un alegato más a las múltiples denuncias por las violaciones a los derechos humanos, los casos de corrupción en el Ejército y los exabruptos, como sus insultos gratuitos al Ejército alemán, todo o cuál erosionó la incursión biográfica de Pinochet. Escritas en un "estilo administrativo con algunos toques líricos", según un crítico, las memorias desilusionaron a quienes esperaban en las 304 páginas, ilustradas con fotos, detalles sobre la dictadura militar.
El primer tomo sólo llega hasta el golpe militar de 1973, que derrocó al presidente Salvador Allende. Pinochet ya había relatado partes completas del libro en otra de sus obras, El día decisivo. Hay varios errores históricos en las memorias, y Pinochet ve su papel durante el Gobierno de Allende como el de un general líder y crítico, aunque otros protagonistas del periodo lo recuerdan como oportunista, que se adhirió en el último minuto al golpe.
Ingenua sinceridad
Las memorias, situadas entre los 10 libros más vendidos en Chile desde su aparición, en septiembre, parecen, sin embargo, de un ingenua sinceridad cuando Pinochet entra al terreno personal, pese a su autocomplacencia. Cita el ex dictador, por ejemplo, una estrofa del español Gaspar Núñez de Arce, que ha guardado en su mente con dolido acento y tiene un profundo sentido de la vida, según él: "¡Treinta años! ¿Quién me diría que tuviese al cabo de ellos/ si no blancos mis cabellos / el alma apagada y fría".Más ha revelado sobre Pinochet la publicación, en el semanario El Siglo, del partido comunista, de las actas secretas de la Junta Militar y de los Consejos del Gabinete Ministerial del primer periodo de la dictadura. Aparece allí un Pinochet omnímodo, que contrasta con el actual, que no tiene control sobre los ascensos en el Ejército: Pinochet debió enviar como agregados militares a dos generales vetados por Aylwin para ascender. El Siglo no ha sido desmentido y ha publicado fotos de los documentos originales. El partido comunista entregó copias a la Comisión de Verdad y Reconciliación, que investiga las violaciones de los derechos humanos, durante el régimen anterior.
En 1973, en un Consejo de Gabinete, aprecia Pinochet en la opinión pública "una actitud de lástima" ante los fusilamientos y prisioneros y ordena evitar informaciones de este tipo. Cuando crea la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), dice Pinochet a sus camaradas de la Junta: "El esquema de los marxistas es siempre el mismo; primero observan, luego infiltran, y a los dos o tres años reaccionan por medio de la guerrilla".
Para prevenir, ha organizado la DINA: "Su intención es infiltrar poblaciones, centros de madres, ministerios, etcétera. Nada debe escapar a los Ojos de la Junta", afirmó Pinochet.
Contra sus enemigos es implacable. Un acta de la Junta revela que en 1973 hubo bombardeos con napalm en la zona sur del país. En otra reunión da órdenes al jefe de Inteligencia para aplicar mano dura contra los periodistas que, según su información, son en su mayoría marxistas.
Dedicó sesiones completas con sus ministros a la represión contra opositores. Decidían a quién quitar la nacionalidad o expulsar del país. Los documentos reflejan que bajo la dictadura hubo una meditada política de coerción, y no hechos aislados.
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