Encontrado muerto el heredero del empresario italiano Agnelli
La tragedia volvió a ensombrecer ayer la vida de la familia más admirada de Italia: los Agnelli. Edoardo, primogénito de Gianni Agnelli, presidente honorario de Fiat, fue encontrado sin vida, a primera hora de la tarde, por la policía de carreteras al pie del viaducto Fossano, en la autopista Turín-Savona. Los investigadores apuntan la hipótesis del suicidio como la más probable, toda vez que el coche del fallecido, un Fiat Croma, se hallaba aparcado a un lado de la autopista, sin huella alguna de impacto en el parachoques.
A los pies del acueducto, de unos 80 metros de altura, yacía el cadáver fracturado de Edoardo, de 46 años, vestido con ropa deportiva. Los investigadores ignoran cómo logró zafarse de los guardaespaldas que le acompañaban continuamente desde hace tres años. El primogénito del Avvocato llevaba una vida retirada, completamente apartado de los negocios de familia, pese a que un día su padre soñó en convertirlo en su heredero. El destino le reservaba otro papel: el de amante del esoterismo, devoto de las religiones, desinteresado por las cosas del capital, crítico incluso con la actividad de su padre, que ayer cumplió el doloroso trámite de identificar su cadáver. La hipótesis del suicidio se abre paso entre todas las demás, aunque la palabra final la tendrá la autopsia, practicada ayer en el hospital de Cuneo. Fuentes próximas a la familia dan como probable que hoy mismo se celebre el funeral en la finca familiar de Villar Perosa (Piamonte).
La muerte violenta de Edoardo Agnelli representa un duro golpe para la dinastía más poderosa de Italia, que se vio despojada, en diciembre de hace tres años, del heredero elegido, Giovannino Alberto Agnelli, hijo de Umberto, el hermano menor del Avvocato, muerto a los 36 años por un cáncer fulminante.
Edoardo, nacido el 9 de junio de 1954 en Nueva York, hijo primogénito de Gianni Agnelli y Mariella Caracciolo, llevaba el nombre de su abuelo, muerto a su vez en un terrible accidente: la hélice de un avión le seccionó la cabeza en 1935. El nieto, delicado de rasgos como la madre, la aristocrática Mariella Caracciolo, había recibido la esmerada educación que correspondía al hijo del patriarca de la dinastía Agnelli, de quien se esperaba que llevase un día las riendas del negocio familiar. Fue alumno, primero, de las mejores escuelas de Turín y Londres; más tarde, de la Universidad de Princeton (Estados Unidos), donde se licenció en lenguas modernas. Sin embargo, su carácter y su mentalidad estaban lejos de adaptarse al papel de heredero previsto para él.
Experto en filosofía hindú, amante de explorar los caminos de la espiritualidad oriental, decidió dedicarse a estos estudios, desplazándose a India para encontrarse con su maestro Sathia Sai Baba. Los intentos del padre por introducirle en la vida profesional fracasaron uno tras otro. Su paso por la banca norteamericana Leham Brothers fue tiempo perdido, lo mismo que los años en el consejo de administración del equipo de fútbol de los Agnelli, el Juventus.
Nada cuaja y al final la familia hubo de superar la desilusión de que el primogénito no sirviera para los negocios. Un amigo de los Agnelli, Piero Ottone, recordaba ayer el carácter dulce de Edoardo, "un joven que buscaba su camino". Camino que bordeó la adicción a las drogas, aunque esta dependencia fue siempre desmentida. Sin embargo, en 1990, Edoardo Agnelli se convierte en noticia de primera página por este hecho. La policía de Malindi (Kenia) lo detiene con unos gramos de heroína. La familia interviene y moviliza incluso al Ministerio de Exteriores italiano, que consigue la liberación de Edoardo. Para entonces, los rumores han superado este nivel y en Italia "se destapa" la historia de su paso por una comunidad romana dedicada a la desintoxicación de drogadictos.
Edoardo vive en los márgenes de la notoriedad familiar, pero no desdeña a los periodistas y habla cuando se le presenta la ocasión. En 1986, en una entrevista al semanario L'Espresso, explicaba: "Me gusta llevar una vida retirada, si se quiere ascética, para estar en contacto conmigo mismo. Estoy estudiando cuestiones de teología como el Concilio de Nicea".
Eran años en los que al primogénito de Gianni Agnelli le interesaba el movimiento pacifista y antinuclear. Llegó a acudir incluso a la jornada mundial de la plegaria en la basílica de Asís, desde donde habla de sus creencias religiosas -"creo en la Inmaculada Concepción, la Encarnación a través del Espíritu Santo"- y de sus ideas políticas -"el capitalismo es una fuerza que ha aportado desarrollo y progreso, pero es utópico e irreal que deba durar para siempre"-. Ayer, Edoardo se cansó probablemente de buscar su camino.
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