Vacunas para combatir el cáncer

Ante al reto de buscar nuevas alternativas en la lucha contra el cáncer, diversos expertos, reunidos ayer en Valencia en un simposio internacional sobre oncología organizado por la Cátedra Santiago Grisolía, apuestan por fórmulas destinadas a reforzar la respuesta inmune de los enfermos a través de vacunas en la lucha contra los tumores, una práctica que comienza a dar sus primeros pasos. Entre ellos Emilio Barberá-Gillem, presidente de la empresa de biotecnología estadounidense BioCrystal, y Volker Schirrmacher del Centro Alemán de Investigación en Cáncer de Heidelberg.

Uno de los resultados más satisfactorios en este camino han sido los desarrollados por Volker Schirrmacher. Ensayos clínicos coordinados por este investigador con vacunas individualizadas destinadas a potenciar las defensas han obtenido índices de supervivencia un 30% superiores a los tratamientos convencionales en mujeres con tumores de pecho en un estadío de desarrollo medio.

Una vacuna aplicada a mujeres con cáncer de pecho ha logrado una supervivencia el 30% superior a la normal

Schirrmacher, que en diez años ha realizado ya nueve ensayos en fase dos, parte de células tumorales muertas del enfermo infectado con un virus atenuado que tiene unas características muy precisas: únicamente afecta a aves, sólo se replica en células cancerígenas y cuando se expresa desarrolla una proteína que hace saltar la alarma del sistema inmunológico. Una vez inyectadas, estas células no sólo activan las defensas, sino que lo hacen de tal forma que el sistema inmune guarda en la memoria las células cancerígenas, de forma que puede volver a atacarlas si se reproducen, siempre que se trate del mismo tipo de tumor para el que se desarrolló la vacuna.

Schirrmacher apuntó que el ensayo se realizó combinando esta técnica con quimioterapia, para lo cual se administró la vacuna antes de las sesiones y seis meses después para dar tiempo al sistema inmune de recuperarse.

Pese a que los ensayos de Barberá-Gillem no han llegado tan lejos, también mostró gran confianza en este camino como remedio futuro contra la enfermedad. El presidente de BioCrystal explicó que frente a la técnica de Schirrmacher destinada a estimular la agresión del sistema inmune contra el tumor, la que desarrolla su empresa -de momento en fase experimental con ratones- va en otra dirección. Explicó que los tumores tienen la facultad de zafarse de la reacción inmune, de forma que engañan a las defensas y crecen a sus espaldas. 'Nosotros bloqueamos los señuelos que producen los tumores para escaparse del sistema inmune, descubrimos la presencia del tumor ante defensas que de esta forma pueden atacarlo'.

De momento, estos tratamientos contra el cáncer son a la carta, y el remedio es personalizado, de forma que la vacuna se elabora a partir del tejido oncológico de cada paciente y sólo le sirve a él, aunque Barberá-Gillem se mostró confiado que en un futuro sean 'como una vacuna contra la polio' para lo que serán de gran utilidad los avances en genética. El inconveniente de este método es, comentó, que en estados muy avanzados de la enfermedad, con las defensas desbordadas, es muy complicado hacerlas reaccionar, aunque tiene la gran ventaja de que la manipulación del sistema inmune 'no comporta efectos secundarios al ser un mecanismo natural'.

Las investigaciones relacionadas con los inhibidores enzimáticos son otras de las nuevas expectativas de lucha contra el cáncer que se abordarán en el congreso y sobre las que este investigador se mostró muy esperanzado. Se trata de lograr los efectos de los antibióticos. Así como estos medicamentos actúan como inhibidores enzimáticos de las bacterias y paralizan su desarrollo, el objetivo es, a partir de un detallado conocimiento del metabolismo de las células cancerígenas, bloquearlo a través de inhibidores. Frente a los tratamientos químicos actuales que afectan a un gran número de células sanas, esta fórmula permitiría combatir sólo las tumorales sin alterar las demás.