La Cámara de Comercio compra el antiguo hotel Palas de Alicante con dinero público
El Consell financia la operación con 6,7 millones y el Ayuntamiento aporta otros 2,5
La Cámara de Comercio de Alicante ha adquirido por 6,7 millones de euros el antiguo hotel Palas (edificio catalogado) para ubicar su sede. La operación, que incluye la restauración de uno de los inmuebles más emblemáticos de la ciudad, se financia básicamente con dinero público, ya que el Consell aporta 6,7 millones para la compra y restauración posterior, y el Ayuntamiento otros 2,5 por la adquisición de la sede actual de la Cámara. Los dueños del inmuble ganan 2,4 millones en menos de cinco años sin haber acometido mejoras en un edificio muy deteriorado.
La operación, desarrollada a tres bandas, quedó formalizada ayer con la firma del convenio entre la Consejería de Industria y la Cámara, mediante el cual el Consell aporta 6,7 millones de euros para la compra y los futuros trababajos de restauración del inmueble, en estado de semiabandono tras el cese de la actividad hotelera a finales de 1996. Dos años después, en concreto en julio de 1998, el edificio fue adquirido por una sociedad, participada al 50% por el promotor y presidente del Alicante C. F, Antonio Salona, por 4,2 millones de euros. Los dueños del Palas, tras pugnar sin éxito por reabrir el establecimiento añadiendo dos plantas al inmueble, logran vender el inmueble por unos 2,4 millones de euros más.
El alcaldel Luis Díaz Alperi, del PP, y el presidente de la Cámara, el ex socialista Antonio Fernández Valenzuela, calificaron de "éxito" la operación, en el plano económico y en el del interés general. "Se recupera un edificio emblemático para el patrimonio arquitectónico de la ciudad, ya que la restauración externa, la fachada, respetará la señas de identidad del antiguo Palas", dijo Díaz Alperi. "Desde el punto de vista económico, la operación también ha sido ventajosa, porque la propriedad pedía inicialmente algo más de ocho millones de euros", añadió Fenández Valenzuela.
Díaz Alperi justificó la entrada del Ayuntamiento en la compra, mediante la adquisición de las actuales instalaciones del ente cameral por unos 2,5 millones de euros, para materializar su objetivo de concentrar todas las oficinas municipales en el entorno del Ayuntamiento.
El presidente de la Cámara subrayó que las obras de restauración comenzarán el próximo mes de otoño y se prolongarán durante tres años. Fernández Valenzuela estimó, a la espera de los proyectos definitivos encargados, que el coste de la rehabilitación del edificio podría elevarse a otros seis millones de euros.
Por su parte, el consejero de Industria, Fernando Castelló, abundó en los beneficios sociales de la operación. "Desde todos los puntos de vista se mejora la calidad de vida de los alicantinos", dijo. "Por una parte, se recupera urbanísticamente un edificio tradicional y por otra se da un nuevo impulso al tejido empresarial de Alicante".
Simulacro de restauración
El hotel Palas de Alicante, un edificio levantado en la segunda mitad del siglo XIX, en la parte baja del casco histórico, ha sido en los últimos años el exponente del avanzado grado de deterioro del patrimonio histórico-artístico de esta zona de la ciudad. El inmueble, antiguo Palacio del Conde Soto, está incluido en el Catalogo de Edificios Protegidos. En 1998 cesó la actividad hotelera en el edificio, que ya sufría una clara decrepitud.
El inmueble fue adquirido por la sociedad Hermanos Ávila, participada por el promotor Antonio Solana. Durante cinco años los nuevos dueños presentaron diversos proyectos para otros tantos usos del edificio, que incluían añadir dos nuevas plantas. La iniciativa siempre contó con la oposición de los técnicos municipales.
Los nuevos dueños nunca acometieron ninguna obra de restauración en el hotel, cada vez más degradado tanto en su aspecto externo como en el interior. El inmueble sufrió en cuatro años dos incendios.
El deterioro del Palas era tan evidente que con motivo de la visita de los Reyes a los actos del Día de las Fuerzas Armadas, en junio de 2001, se cubrió con una gran tela que simulaba la fachada original y ocultaba su ajada cara auténtica.
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