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Entrevista:GUILLERMO DEL TORO | Director

"Los ejecutivos de Hollywood leen mejor un cómic que un guión"

Guillermo del Toro ha traído un poco de su infierno a Hollywood y, en medio de tanta santidad impartida por el reciente éxito de La pasión de Cristo, el realizador mexicano ha convertido al hijo del demonio en una nueva estrella, dividiendo a la audiencia estadounidense entre el cielo y el infierno con su Hellboy. En la segunda semana en cartel en EE UU ha logrado ocupar el segundo puesto de las películas más taquilleras, tras el filme de Gibson, y ha recaudado algo más de 34 millones de euros.

A sus 39 años, este autoproclamado freaky, amante de sus tres ces, el cine del terror, los cómics y la comida, está convencido de que su último estreno "es una película muy católica", aunque el único libro sagrado en el que está basada es la historieta de Mike Mignola del mismo título. "Nadie tiene una imaginería tan rica como los católicos para crear los monstruos más horrorosos", asegura el director, al que Hellboy le ha llevado casi una década de preparativos, sueños y peleas con una industria que ahora ha conquistado gracias a un nuevo superhéroe de gustos simples. "A Hellboy le gustan la cerveza, los puros y su chica. Un tipo simple con una fuerza animal heredada, un superhéroe con tantos defectos como cualidades. No uno de estos aburridos como Superman que nunca tiene problemas con sus poderes", asegura.

"Soy un gran admirador de Torrente y de Santiago Segura"

Pregunta. ¿Cómo explica el renovado interés de Hollywood por los cómics?

Respuesta. Los ejecutivos de esta industria son más capaces de leer un cómic que un guión. Pueden ver las viñetas como si fueran paneles en los que se hacen una idea de la acción. Y dan dinero.

P. Sin embargo, el mundo de la historieta está sufriendo una crisis profunda.

R. Es de preocupar que los más jóvenes no se interesan por los cómics porque les parecen difíciles de leer. En mi infancia, el cómic era la literatura del iletrado y ahora dicen que una historieta es difícil de leer porque tiene muchas letras juntas. Quizá es que los cómics del futuro son los videojuegos.

P. ¿De dónde viene su pasión por este género?

R. De cuando era niño o antes. Cuando me di cuenta de que no encajaba del todo con los otros niños y me sentía forastero. Fue entonces cuando descubrí los cómics, los libros de horror de Forrest Ackerman, las películas de vampiros, de monstruos, y no podía más que estar de su lado. Además, el género de horror tiene una gran cabida.

P. ¿Y ahora no se siente foráneo como mexicano en Hollywood?

R. En algunas de las reuniones que tuve para Hellboy creía tener delante al que me robaba el dinero del bocadillo en el recreo. Pero la única experiencia mala que tuve hace años fue con Mimic. Fue un error táctico porque era un presupuesto muy alto para aquel entonces y acabamos haciendo dos películas diferentes. Pero el resto de mi experiencia en Hollywood ha sido de lo más placentero. No me hacía ilusiones pero me dijeron: "Te damos 60 millones de dólares y entera libertad", y lo cumplieron.

P. Libertad para volver a contar con Santiago Segura, una presencia constante en sus películas.

R. Soy un gran admirador de Torrente y de Segura, y a mí me gusta trabajar con gente a la que admiro. Es un papel pequeño y es mi voz en inglés, pero quise repetir la experiencia de Blade 2. Ahí le dejé decir barbaridades, como Torrente 3 y "¡Trueba, Trueba, Trueba!".

P. Después de la experiencia con El espinazo del diablo, ¿querría volver a trabajar en España?

R. Soy un abierto admirador del cine español. En España me siento casi como en casa. Claro que me gustaría volver a trabajar en España, si me reciben de nuevo. Y tener una casa. El espinazo fue una bocanada de aire fresco, pero Hellboy ha sido una experiencia tan buena que tengo ganas de repetirla. Es la diferencia entre hacer gimnasia y hacer el amor. En los dos casos haces ejercicio, pero los resultados son muy diferentes.

P. ¿Alguna vez le han confundido con Peter Jackson?

R. Muchas, sobre todo cuando coincidimos en una fiesta de New Line (distribuidora de El señor de los anillos) y, mientras yo estaba llenando mi plato de canapés, no hacían más que felicitarme por el Oscar. Yo les daba las gracias y al final le dije a Peter que a partir de ahora en Hollywood sólo iban a contratar a directores gordos, con barba, gafas y acentos divertidos.

Guillermo del Toro, el pasado mes de febrero en Los Ángeles
Guillermo del Toro, el pasado mes de febrero en Los ÁngelesASSOCIATED PRESS

Un pacto de mexicanos

El realizador está bien acompañado en Hollywood. Otros dos amigos y compatriotas comparten con él los grandes estrenos de esta industria: Alfonso Cuarón dirigiendo la tercera entrega de Harry Potter y Alejandro González Iñárritu, ensalzado tras su labor en 21 gramos. "México se ve como una industria muy fuerte porque los directores que están saliendo son interesantes", confirma este oriundo de Guadalajara que de no haber sido por el secuestro que vivió su padre en 1997 ni había soñado su marcha de México. Cuarón es amigo de juventud. Lo suficiente como para que los dos fueran brutales con sus respectivos fracasos en esta industria, Cuarón con Great expectations y Del Toro con Mimic, "y como buenos hermanitos decidiéramos volver a hacer películas en español, él con Y tu mamá también y yo con El espinazo del

diablo". Y con González Iñárritu, la amistad fue inmediata cuando le ayudó a editar los 25 minutos que le sobraban a Amores perros. "Los tres tenemos un pacto en el que nos decimos la verdad, aunque sea brutal", confirma Del Toro. Una verdad que incluye la palabra racismo cuando la industria intenta forzarlos a que sean mexicanos. "Es la única palabra que se me ocurre porque está claro que soy mexicano, mi punto de vista es mexicano, mi humor es mexicano, especialmente su negrura. Pero no pueden forzarnos a meter elementos mexicanos. Sería como pedirle a Hitchcock que meta el té de las cinco porque es británico o a David Cronenberg a que ponga alces en sus películas porque es canadiense".

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