El nadador del millón de dólares
Phelps romperá todos los récords de ingresos en la natación si consigue dos oros más
Cuando Michael Phelps apareció en Pekín con su largo bigote de cuatrero, en un guiño a Mark Spitz, un escalofrío de dudas recorrió los despachos de los más importantes publicistas estadounidenses. "¿Tiene el chico de oro un contrato con alguna marca de cuchillas de afeitar?", se preguntaron. Las marcas vieron en tanto pelo una oportunidad para venderse. Phelps es una máquina de hacer dinero. Si gana siete de los ocho oros que persigue -ya lleva cinco-, se embolsará por contrato un millón de dólares (unos 670.000 euros). Los publicistas hablan de un hombre capaz de transmitir valores de altos vuelos: superación personal, éxito constante, y orgullo patriótico. Los sociólogos, además, describen a un deportista de rendimiento comercial incalculable por su conexión con los más jóvenes. Phelps, de 23 años, es un genuino representante de los Millennials o Ecco Boomers, los jóvenes nacidos entre 1980 y 1994. Es la Generación Y, abanderada del e-mail y la ecología. El nadador de oro les vende, y por eso a él le compran las marcas.
En cuatro días ha ganado 170.000 euros por sus cinco medallas
"Con Phelps llegamos a todo tipo de público", explica Daniel Casas, director de Omega España. "No llegamos sólo a nadadores, varones, en ciudades de más de 100.000 habitantes... no. Phelps es una leyenda, porque cuando llegan los Juegos bate récords. Es difícil, en cualquier caso, medir qué impacto tiene", añade. "Hace años tuvimos como embajador a Ian Thorpe, que era importante en todo el mundo, pero sobre todo en Australia. Phelps, creo yo, tendrá un impacto más grande y global si finalmente gana los ocho oros que busca en Pekín".
La cláusula del millón de dólares está recogida en su contrato con la marca de bañadores Speedo, que ha hecho del Expreso de Baltimore su icono. Phelps nada para la historia, y sus brazadas son de oro. Cada medalla le reporta 25.000 dólares (unos 17.000 euros) del USOC, el Comité Olímpico Estadounidense. Cada récord, otros tantos de la Federación Internacional de Natación. En total, una barbaridad: en cuatro días de natación, Phelps ha ganado 250.000 dólares (unos 170.000 euros).
"El bonus del millón de dólares", explicó Speedo en un comunicado, "ciertamente ayudará a mantener motivado a Phelps y a generar la atención de los medios". Al chico le preguntan por lo que come, lo que duerme y lo que sueña bajo el agua. Lo hacen los periodistas y lo escuchan los estudiantes. Parte de sus ingresos llega de las charlas que da en universidades y colegios. Es difícil imaginarse lo que cobra: Dana Torres, que a sus 41 años es la abuela de los Juegos, ingresa 25.000 dólares por sesión. Phelps, ni se sabe. Por algo él y Herrmann, su bulldog, protagonizan el anuncio que promociona los Juegos en la cadena NBC. Sus once oros olímpicos, sin embargo, no le acercan ni de lejos a los imperios económicos construidos entorno a Roger Federer o Tiger Woods. Es un problema de frecuencia. La natación, disciplina olímpica por definición, es un chispazo cuatrienal. "Para mí", explicó Federer; "es duro casi hasta decir qué ha estado haciendo Phelps los últimos años. Sólo sé que lo ha estado haciendo muy bien, que lo ha estado ganando todo, pero ni siquiera sé cuántas carreras nada al año. La natación está entre los deportes más famosos y los que en cierta manera sólo aparecen una vez cada cuatro años".
Phelps celebra cada medalla con la mano en el pecho, mientras escucha con gesto reconcentrado el himno estadounidense. El gesto y la situación, emoción contenida en el podio, hablan de su calidad como deportista. La posición de la mano, de su desprendimiento: cualquier otro la llevaría en el bolsillo, bien sujeta a la cartera.
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