El récord de los récords
Los 19,32s de Michael Johnson se consideraban la marca más cara del atletismo
A comienzos de año, Michael Johnson sólo temía una cosa, que su pupilo Jeremy Wariner le desposeyera de su récord mundial de los 400 metros, que se sumergiera alguna noche de este verano por debajo de los 43,18s que marcó ganando en 1999 el Mundial de Sevilla. Pese a que ha repetido unas cuantas veces que se siente, incluso, capaz de bajar de 43s, Wariner, tejano como Johnson, más que pensar en récords, sin embargo, bastante tendrá esta noche con superar a LaShawn Merrit, el compatriota que se niega a creer en su superioridad en la vuelta completa a la pista. Pero Johnson ha terminado perdiendo uno de sus dos récords este verano, el récord hecho para durar décadas, el que menos sospechaba que podría caer tan pronto pese a que se llevaba ya tiempo viendo acercarse al meteoro Bolt: 19,32s se consideraba una marca imposible.
En cinco días y ocho carreras ha rebajado en 37 centésimas su mejor marca en 200m
Por eso, Ramón Cid, el director técnico de la velocidad española, nada más terminar de ver la carrera exclamó: "¡Galáctico!". Y por eso, Johnson, más cinematográfico en su cultura, voceó: "Superman 2, increíble". Hablaba del récord de los récords.
En la octava de las carreras disputadas en sólo cinco días -aunque sólo dos de ellas, las dos finales, disputadas a tope-, Bolt fue capaz de rebajar en 37 centésimas su mejor marca en los 200 metros, un mordisco que a algunos, como a su rival alemán Tobias Unger, les parece sospechoso, que a otros, los encargados del turismo de Jamaica, seguramente, achacan al consumo de yam, un tubérculo de la isla, y que otros, más científicos, creen que se debe a su excepcional herencia genética, a la presencia de un gen que multiplica la velocidad de contracción de las fibras musculares. Pero Cid, tras recordar que Johnson mejoró su mejor marca en los 200 metros en 34 centésimas con sus zapatillas de oro en Atlanta, y apelando al derecho de todo ser humano a la inocencia, a ser capaz de maravillarse aún, recuerda otro detalle, su capacidad de soportar la presión. "Ha sido capaz de mantener la tensión competitiva después de su 100 magistral, de un récord de tal magnitud, con el desgaste que ello supone", dice Cid, "y encima le resbala todo, la presión, la tensión... Es un chico de otra dimensión, un monstruo".
"La marca, 19,30s, encaja perfectamente con sus 9,69s en los 100 metros, e incluso se queda un poco corta: más que 19,30s debería ser 19,20s pelados, una décima menos. Habrá influido, claro, que no se daban las condiciones 10. Tenía viento en contra, por ejemplo, y no le empujaba nadie...". Johnson, en los días previos, cuando emitía sus dudas sobre la capacidad de Bolt, hablaba de un asunto más relacionado con la fisiología y, sin embargo, contradictorio con la historia del récord. Hablaba Johnson, arrimando el ascua a su sardina, de que Bolt seguramente, y a la vista estaba con su 100, no había entrenado lo suficiente la capacidad de resistencia a altas velocidades, la clave, según él, un cuatrocentista más que un sprinter, de los 200. Y, sin embargo, Bolt lo que ha hecho ha sido devolver el récord de los 200 metros al reino de los velocistas, sus depositarios antes de la excepción Johnson. Gente de 100 metros como Pietro Mennea (19,72s, en 1972), Tommie Smith (19,83s, en 1968), Donald Quarrie, el ancestro jamaicano que fue el último poseedor, en 1976, simultáneo de ambas plusmarcas, la de 100 metros y 200 metros (9,9s y 19,8s en 1976, cuando aún pervivían dos listas, la de cronómetros manuales, como los de sus marcas, y electrónicos), John Carlos (19,92s), eran los plusmarquistas naturales de los dos hectómetros.
Sin embargo, con los primeros datos que se pueden analizar de la carrera de anoche de Bolt, se puede concluir que a Johnson no le falta la razón: a Bolt le faltaba resistencia a la alta velocidad. Después de hacer una curva única para un atleta de tal longitud de zancada, de ser el segundo atleta, después de Tyson Gay, de bajar de los 10s en el primer segmento (Bolt registró 9,92s), su segundo 100 fue de peor calidad, se quedó en 9,32s, lo que denota fatiga final. En Atlanta, Johnson fue más lento en los primeros 100 metros (10,12s), pero mucho más rápido en los finales (9,20s), lo que lo mantienen aún como el hectómetro más rápido jamás registrado.
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