Unos 100 'sin papeles' crean la primera asociación de 'manteros' de Madrid
El grupo pide hoy el indulto para un compañero con una sentencia de expulsión
Mor tiene que tomar una decisión. El 28 de octubre su sentencia será firme. Tiene dos posibilidades: cárcel durante 18 meses o expulsión de Europa con el compromiso de no regresar en 10 años. Hace un año la policía le sorprendió vendiendo películas pirateadas en la calle. Delito contra la propiedad intelectual, dice la ley. Ayer le rodeaban algunos miembros de la asociación de sin papeles de Madrid. Un grupo de unos 100 hombres, mayoritariamente senegaleses, que se gana la vida con el top-manta. Su primera actividad, pese a que la idea de unirse surgió hace algunos meses, será pedir hoy el indulto de Mor.
"¡Hay que espabilarse y buscarse la vida!", se justifica Omar, un miembro especialmente locuaz del corro de hombres que rodea a Mor. "La gente que te acoge en España no te deja quedarte a vivir con ellos si no aportas dinero". En un cálculo veloz y no del todo consensuado, otro miembro de la asociación cifra en 10 euros su beneficio diario. "Para conseguirlo pasas muchas horas en la calle y mucho miedo de que te diga la policía: '¡Te pillé!".
Mor observa a sus compañeros apoyado en la pared del sótano. En el suelo permanecen extendidas las pancartas que están rotulando. Hoy a las ocho de la tarde se manifestarán en su barrio, Lavapiés. Mor apenas habla español. Prefiere explicarse en woloff, la lengua mayoritaria de Senegal, y aguardar a que le traduzcan. Dice que pagó 300 euros por el viaje a Tenerife hace dos años y medio. También que de él dependen económicamente 11 personas.
El segundo mensaje de Mor, siempre en woloff, es más poético: "A todos los que partieron conmigo a Canarias se les puede dividir en tres grupos: los que nunca llegaron, los que se quedaron allí internados y los que estamos a la deriva por la Península". Esto, la imagen de estar a la deriva, es el lema que han escogido para la pancarta principal.
Más prosaico, Daura se defiende de quien le reprocha que se dedica a una actividad ilegal. Alega que tiene que "vivir de algo, como todos" y que no vende "drogas", ni mata "a nadie". Como colofón recurre a la paradoja del inmigrante: "Si no me dan un trabajo no me dan papeles y si no tengo documentos no me dan trabajo".
En resumen, que según los siete miembros de la asociación reunidos ayer en torno a Mor, la policía cada vez persigue más esta clase de delitos. "Sobre todo en el metro, que se pasa mucho miedo porque te esperan en las salidas de Sol o Gran Vía", precisa Daura.
Tienen una convicción. Que "el mundo está mal repartido". Y un eslogan: "Hemos nacido con papeles. Todos tenemos papeles". El primer paso, convencer al Gobierno de que indulte a Mor. El segundo, que les deje "un poco en paz".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Repatriación
- Deportación
- Extranjeros
- Orden público
- Inmigración irregular
- Seguridad ciudadana
- Protestas sociales
- Inmigrantes
- Inmigración
- Política migratoria
- Propiedad intelectual
- Delitos económicos
- Malestar social
- Madrid
- Migración
- Legislación cultural
- Propiedad
- Comunidad de Madrid
- Demografía
- Derecho
- Política cultural
- Cultura
- Delitos
- Justicia
- Problemas sociales