"La música me hace más feliz que el cine, me cambia hasta la cara"
Hace nueve años, durante una visita promocional a España, Kevin Costner se dio cuenta de que necesitaba dar giro importante a su carrera. Fue durante la presentación de la película Trece días, en la que el actor y director estadounidense daba vida a un asesor del presidente Kennedy durante la crisis cubana de los misiles. "El día del estreno en Madrid firmé tanto autógrafos y la gente fue tan amable que decidí que tenía que ofrecer algo más que una película". Lo explica por teléfono el propio Costner, de 55 años, desde su casa con vistas al océano Pacífico en Santa Bárbara (California).
Aquella pasión de los fans españoles -¿vendrá de ahí la leyenda urbana de que existe una generación de niños que se llaman Kevincostnerdejesús por él?- fue la que le impulsó a enseñar públicamente el as que tenía guardado en la manga: su música. Una faceta casi secreta que pocos conocían. "En Hollywood son unos cotillas y no me gusta hablar de todo lo que hago", explica. "No escondía mi pasión musical por timidez, sino por intimidad".
"Para mis padres el rock era tan malo y sucio como una revista pornográfica"
En 2008 salió por fin del armario y publicó su primer disco, Untold truths, un más que decente estreno musical que se sitúa a medio camino entre el rock de raíces de Bruce Springsteen, Tom Petty o John Mellencamp y el country para todos los públicos de Garth Brooks. Ahora edita su segundo trabajo, Turn it on, con los mismos ingredientes musicales, y lo presentará en España junto a su banda Modern West; será el 18 y 19 de febrero en el Palau de la Música de Barcelona, y el 20 en el Palacio de Congresos de Madrid. Parte de la culpa habrá que echársela a su esposa, Christine. "Se pasó tres años insistiéndome para que montase una banda y descansase del cine. Yo no quería. Pero ella, que me conoce perfectamente, se da cuenta de que la música me hace más feliz que el cine. Me cambia hasta la cara. Pero que conste que no he dejado el cine. Sigo escribiendo guiones cuando voy de gira con el grupo".
La carrera musical de Costner podría parecer un capricho de estrella de Hollywood, al estilo Bruce Willis, que también le da -algo peor que Costner- a esto del rock. "Nada de eso. Todo lo que hago me lo tomo muy en serio. La gente cree que me conoce sin tener ni idea de cómo soy", responde. Quizá tenga razón: en su biografía se habla mucho de Robin Hood, JFK o El guardaespaldas, tres de sus películas con más éxito, y muy poco de su primer grupo, Roving Boy, que formó hace 20 años junto a un compañero de la escuela de actores, John Coinman, que ahora le acompaña en Modern West. "Primero fui músico y luego actor", reconoce el director. "Mi primer amor fue la música y a eso quería dedicarme". Estuvo a punto de conseguirlo: con aquella primera banda consiguió colocar un single como número uno en Japón.
Luego vino el cine, aunque Costner tiene el veneno musical desde mucho antes. De niño tocaba el piano y cantaba en el coro de la iglesia. "Estudié piano clásico. Tenía un profesor tan estricto que me obligaba a tocar partituras de otra gente", recuerda. "Nunca me dejó improvisar y desarrollar mi creatividad con canciones propias. Mis padres apoyaban al profesor y no me dejaban tocar rock and roll en casa. Para ellos el rock era tan malo y sucio como una revista pornográfica".
Ese niño creció escuchando a escondidas las canciones de la factoría Motown hasta que la psicodelia de finales de los sesenta llegó a California, donde Kevin, con un hermano luchando en la guerra de Vietnam, vivía. "Empecé a escuchar a The Doors, James Taylor, Carole King, Cream... Aunque yo entonces tenía 13 años y debo confesar que nunca probé el LSD".
Ahora asegura que escucha todo tipo de música gracias a sus dos hijos mayores, que tienen su propia banda de rock y que, en ocasiones, le acompañan sobre el escenario. "A veces me traen discos de nuevos grupos, pero no me da tiempo a escucharlos todos. Soy el más ocupado de la familia, porque además sigo haciendo películas". Una de las últimas se llama The new daugther, todavía sin estrenar en España, en la que Costner se ha puesto bajo las ordenes de un joven director español, Luis A. Berdejo, que está haciendo carrera en Hollywood.
La pregunta es tan evidente como obligada. ¿Se siente más como director de cine que canta o un músico que dirige películas? "Me considero un intérprete", responde urgente Kevin mientras se acaban los 15 estrictos minutos de entrevista. "Mi trabajo es interpretar la vida. Ya sea en el cine o en la música. Y me encanta la gente, pero me agobia que me pidan autógrafos. Estar sobre el escenario es la mejor forma de estar cerca de la gente sin tener que estampar un garabato en un papel".
Babelia
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