En la cuerda floja
Lo primero que sorprende al regresar a Saná, la capital yemení, es el ejército de pedigüeñas que se concentra en los principales semáforos de la ciudad. Yemen siempre ha sido un país pobre, pero mucho han tenido que empeorar las cosas para que sus orgullosos habitantes permitan a sus mujeres mendigar por las esquinas. Que vayan totalmente cubiertas de negro no disminuye la humillación en una sociedad donde las familias extensas servían hasta ahora de seguro ante la adversidad.
Pero en 2009 los ingresos del petróleo (cuyas modestas reservas proporcionan el 75% de los ingresos del Estado) han caído a 2.000 millones de dólares, frente a los 4.400 del año anterior. Además, la crisis global también ha afectado a las remesas de los seis millones de yemeníes que trabajan fuera del país, y el turismo ha desaparecido ante la imagen de inseguridad que transmiten la rebelión de los huthi en el norte, el movimiento secesionista del sur y el resurgimiento de Al Qaeda.
Las ventas de crudo, principal fuente de ingresos de Yemen, han caído a la mitad
El turismo ha desaparecido ante la imagen de inseguridad
Casi uno de cada dos yemeníes vive con menos de dos dólares al día
"No hay trabajo", se queja Jaled, un guía turístico que tuvo su último grupo hace 11 meses. Fuentes oficiales estiman el desempleo en un 35%. A ello hay que sumar que buena parte de los empleados, especialmente en el muy inflado sector público, apenas ganan lo suficiente para subsistir. Según el último informe del Banco Mundial, el 42% de los 23 millones de yemeníes vive con menos de dos dólares al día. Imposible, pues, eliminar los subsidios al combustible, que constituyen una de las principales lacras del presupuesto.
Para completar el panorama, el rial yemení está depreciándose, lo que sólo puede contribuir a un nuevo aumento de los precios y del número de pobres. El pasado 21 de enero, el dólar, la divisa de referencia en Yemen, se llegó a comprar a 221 riales, su precio más bajo desde 1960, aunque la moneda local se ha recuperado algo en los últimos días. "Los yemeníes ya no confían en el rial a la vista de los últimos incidentes ocurridos en el país y las informaciones de los medios occidentales sobre la presencia de Al Qaeda", declaraba el economista Ali al Wafi, citado por el quincenal Yemen Times. Sin embargo, otros expertos responsabilizan de la caída al deterioro de la economía y a las políticas fiscales.
"La volatilidad no se debe a factores económicos, sino psicológicos", ha contraatacado el subgobernador del Banco Central, Ibrahim al Nahari, quien declaró a Reuters la semana pasada que el Gobierno espera un crecimiento de entre el 7,5% y el 8% para 2010. "Los temores de un colapso económico están fuera de lugar", asegura.
Las autoridades tienen puestas sus esperanzas en que las nuevas exportaciones de gas compensen la disminución del petróleo. El pasado octubre se inauguró finalmente una planta de gas natural licuado en la que se han invertido 4.500 millones de dólares. Pero los observadores se muestran escépticos sobre que eso sea suficiente. "El país apenas crece por encima del 3% que su población aumenta anualmente", apunta un diplomático occidental. "Hacen falta muchas otras reformas para dinamizar la economía y redistribuir sus beneficios". -Ángeles
Espinosa
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