Fomento supo días antes del decreto que 300 controladores dejarían de trabajar
El boicot se preparaba en Madrid, Palma y Canarias por el límite de horas anuales
Santiago de Compostela activó todas las alarmas del Gobierno el pasado jueves 2 de diciembre, cuando el espacio aéreo gallego quedó inutilizado porque 10 de los 28 controladores asignados al aeropuerto de Lavacolla dejaron de trabajar al considerar que ya habían superado el límite de 1.670 horas anuales asignadas por ley. La Unión Sindical de Controladores Aéreos (USCA) anticipó entonces más problemas: "En los próximos días, cinco empleados más [de Lavacolla] estarán en esta situación". AENA consideraba que los controladores gallegos hicieron mal las cuentas, hasta el punto de que la mitad no había alcanzado para ese día las 1.200 horas y el que más había realizado apenas superaba las 1.500.
Esas bajas, que dejaban sin servicio la torre de control, no eran exclusivas de Galicia. Con el método de los controladores para contar las horas trabajadas en el año, el Ministerio de Fomento calculó que casi 300 trabajadores, la mayoría de Madrid (207 entre Barajas y Torrejón de Ardoz), Palma (72) y Canarias (11) seguirían idénticos pasos en los próximos días y bloquearían todo el espacio aéreo español.
Ante la amenaza de bloqueo por las bajas masivas, el ministro de Fomento, José Blanco, se presentó en el Consejo de Ministros del 3 de diciembre con un real decreto que aclaraba el método para contar las horas de actividad aeronáutica realmente trabajadas por los controladores y así evitar el boicot de los controladores. En la disposición adicional segunda de dicho decreto se leía: "En el cómputo de este límite anual de actividad aeronáutica no se tendrán en cuenta otras actividades laborales de carácter no aeronáutico, tales como imaginarias y periodos de formación no computables como actividad aeronáutica, permisos sindicales, licencias y ausencias por incapacidad laboral". El decreto, que los controladores conocieron a las tres de la tarde del viernes, no evitó el mal que Blanco pretendía combatir, pues 442 controladores se concertaron para darse de baja en el turno de tarde del viernes, lo que provocó el mayor colapso aeroportuario que ha sufrido España en los últimos años.
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