Bahréin, sin confianza
Las revueltas en el centro financiero del Golfo han paralizado la actividad comercial y bancaria
Normalidad y confianza. Son las palabras que más repiten las autoridades de Bahréin dos meses después del comienzo de las revueltas. De hecho, el Ministerio de Finanzas mantiene sus previsiones de crecimiento para 2011 contra todo pronóstico. El Ejecutivo insiste en que la economía mejorará un 4,5%, un dato que ningún economista independiente cree posible, considerando la actual parálisis de la industria turística, bancaria y comercial. Los más optimistas han rebajado sus previsiones hasta el 3,4% y hay quienes ven incluso una caída del 2%.
Pero el Ejecutivo insiste: todo es cuestión de confianza. Bahréin es punto neurálgico de los millonarios negocios que se generan en el golfo Pérsico. Su ordenada estructura, apertura social y potente sistema bancario le han convertido en el destino perfecto para empresas saudíes, cataríes o de Emiratos Árabes. Es además un enorme centro comercial y de vacaciones para ciudadanos de toda la región. Ello se ha traducido en que el pequeño reino de 800.000 habitantes sea una de las economías más diversificadas del continente, con un PIB anual de 18.000 millones y una renta per cápita de 32.000 euros.
El cierre de la Bolsa amenaza a la banca, que supone el 25% del PIB
Pero la confianza se ha perdido. Los hoteles se encuentran al 30% de su ocupación, y los pocos turistas que quedaban han abandonado el país ante la incertidumbre política, dejando en mínimos un sector que representa el 9% del PIB. En el caso de los bancos, los problemas han comenzado con el cierre bursátil del 16 de marzo. Moody's ha otorgado la categoría de crédito negativo a la banca local; Fitch ha reducido la solvencia del país hasta BBB- desde la A-, y Standard & Poor's redujo el ranking desde A- hasta BBB. Estas dos últimas clasificaciones se sitúan en el límite de la solvencia.
El sector bancario es clave para la economía local, ya que representa una cuarta parte del PIB. Bahréin tiene unas 400 instituciones financieras con licencia, de las cuales 138 son bancos. En ese sistema bancario conviven instituciones europeas -mayormente británicas-, árabes e islámicas, con activos cercanos a los 200.000 millones de dólares, 10 veces el PIB anual del país. De ahí que una eventual fuga de capitales generada por la inestabilidad política podría asestar un duro golpe a la economía local.
Esta situación se suma a la falta de trabajadores para el sector servicios. Al éxodo de empleados extranjeros se han sumado las huelgas generales convocadas durante el mes de marzo y que han mantenido buena parte de los comercios cerrados o a medio gas. El colofón de este complejo panorama lo pone el sector de hidrocarburos, que también ha sufrido mermas en su producción, a pesar de que el Gobierno insiste en hablar de una reducción programada por mantenimiento. El petróleo es el responsable solo del 15% del PIB, pero representa el 70% de los ingresos estatales.
¿Hay algo positivo? La última huelga general ha sido desconvocada por los manifestantes, lo que debería poner en marcha el aparato productivo. El Consejo de Cooperación de los países del Golfo ha aprobado un paquete de ayudas equivalente a 10.000 millones de euros para apuntalar la economía local. No obstante, S&P cree que el efecto no será inmediato y que no necesariamente aliviaría las tensiones políticas, aunque, en su opinión, podría aliviar la clasificación crediticia a medio plazo.
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