_
_
_
_
Entrevista:ALMUERZO CON... ERWIN SCHROTT

"Se puede reír en la ópera si se ama la música"

Daniel Verdú

Todo en Erwin Schrott (Montevideo, 1972) es corpulencia. Su voz, su apretón de manos, su espalda, sus convicciones... Este bajo barítono uruguayo, en plena representación de L'elisir d'amore en Valencia, atraviesa un gran momento profesional. Desde que en 1998 ganó el Premio Operalia, concedido por Plácido Domingo, ha subido a las tablas de teatros como el Metropolitan, Covent Garden, La Scala, la Ópera de Viena o Salzburgo. Es feliz, tiene dos hijos y está casado y enamorado de la brillante soprano rusa Anna Netrebko (ya es capaz de hablar y leer en ese idioma). Por eso repite como un mantra que ha llegado la hora de devolver lo que ha recibido.

Recién obtenida la nacionalidad española y empadronado en Valencia, Schrott elige ahí una marisquería, a la que acude habitualmente, para repasar su vida: la de un hombre hecho a sí mismo. "Empecé a trabajar a los nueve años en la fábrica de calzado que montamos en casa. Aspiré mucho neopreno", recuerda riendo mientras la ensalada de ventresca aterriza en la mesa donde se sienta siempre. Entonces Schrott confiesa que come poco -"lo justo para sobrevivir"- y, aunque no lo parezca, el único ejercicio que practica últimamente es bailar con su hija y su mujer y lanzar 100 veces al aire a su pequeño Tiago. ¿Fumar? Pues sí, pero muy poco. "Te sorprenderían los cantantes de primer nivel que fuman". Y en ese momento empieza a sonar por los altavoces del local Rojotango, su último disco. Como en casa.

El bajo-barítono empezó a trabajar a los nueve años fabricando calzado

Tras la aventura del calzado, la familia Schrott montó en casa un lavado de coches. "Trabajábamos mucho. En verano, cuando no iba al colegio, hasta la madrugada". Luego optaron por un restaurante donde él servía y cantaba de vez en cuando. No había pescado como el rodaballo que prueba ahora: más bien carne asada. "Soy muy buen vendedor. Yo me tuve que hacer la vida, soy una especie de Dulcamara", confiesa en referencia al papel que interpreta estos días en la ópera de Donizetti.

Pero la música acompañó siempre aquella actividad precozmente laboral. "Mi madre era pianista frustrada y me llevaba a estudiar piano. Mi abuelo, que era ciego, fue violinista en una orquesta braille". Nada menos. Y con esa banda sonora biográfica, Schrott avanzó en escuelas de canto, audiciones y noches durmiendo con los auriculares para repasar sus propios ensayos. Y así, un día, terminó convenciendo al "maestro Domingo". A Plácido. Bueno, a Marta, su esposa. "Estaba sentada un poco apartada en una fiesta y me acerqué. Le dije lo que pensaba, que detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer. Y ella me contestó: 'Mañana a las tres". Y así, "aprovechando la oportunidad" que le dio la vida, obtuvo un billete para hacer de Dulcamara en Washington. "No me lo sabía; lo memoricé aquella tarde en el barco que me llevó de Buenos Aires a Uruguay".

El modernizado y chiringuitero personaje que representa ahora no tiene mucho que ver con aquel. Pero Schrott recela de los guardianes de las esencias. "Nuestra responsabilidad es crear espacio para todos. No me parece que el público en la ópera pueda comportarse de una forma extremista: que no se hable, que no se pueda reír... Yo estoy a favor de todo siempre y cuando se haga con amor y se respete la música". Solo la buena, eso sí, matiza.

Schrott: "Te sorprenderían los cantantes que fuman".
Schrott: "Te sorprenderían los cantantes que fuman".CARLES FRANCESC

Restaurante Civera. Valencia

- Ensalada de ventresca y cogollos: 15,01 euros.

- Dos rodaballos: 56,04.

- Cerveza y agua: 6,64.

- Pan: 3 euros.

- Dos macedonias: 7,91.

- Cuatro cafés: 5,72.

Total con IVA: 101,86 euros.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_