El Gobierno modifica la legislación para dar un respiro al ‘banco malo’
Los accionistas de la Sareb no tendrán que aportar dinero por la depreciación de activos
El Gobierno introdujo ayer un cambio en el BOE para dar un respiro a la Sareb, el llamado banco malo. Una circular del Banco de España obligaba a la entidad a tasar de nuevo sus activos, valorándolos a precio de mercado. Pero la idea del banco malo consiste en lo contrario: aguantar los activos hasta que recuperen valor y venderlos con un beneficio si es posible. Así que el Ejecutivo legisla para que la Sareb no tenga que reconocer esas pérdidas latentes en sus resultados y evite la necesidad de pedir dinero por ello a sus accionistas, incluido el Estado.
La Sareb, propiedad del Estado al 45% y de la banca al 55%, es una entidad que se constituyó para evitar la quiebra de las antiguas cajas de ahorros retirándoles sus activos de peor calidad, esto es, carteras de créditos dañados e inmuebles. El plan consistía en depositarlos en el llamado banco malo a la espera de que mejorase el mercado y fuera posible vender esos activos a mejor precio. Sin embargo, el Banco de España emitió una circular que obligaba a la Sareb a tasar a precio de mercado sus activos cada dos años. Y ese reglamento hizo que la Sareb haya tenido que aflorar un total de 3.000 millones de euros en minusvalías.
Para hacer frente a este quebranto, los accionistas tuvieron que recapitalizar la entidad convirtiendo en acciones 2.170 millones de deuda subordinada que mantenían con la Sareb. En la estructura del banco malo ahora quedan 952 millones de capital y 1.429 millones de deuda subordinada frente a los 1.200 millones de capital y 3.600 millones de deuda subordinada que había cuando se constituyó. De seguir aplicando la circular del Banco de España, la entidad que preside Jaime Echegoyen podría sufrir una sangría. De modo que el Ministerio de Economía ha ideado la forma de neutralizar la normativa del supervisor bancario.
Gracias a los cambios de ayer en el BOE, la Sareb no contabilizará los ajustes de valoración exigidos por el Banco de España en su cuenta de pérdidas y ganancias. En lugar de eso, el saneamiento solo se apuntará en una cuenta de patrimonio. Eso implica que los resultados de la entidad dejarán de reflejar pérdidas por tasar los activos a precio de mercado cuando todavía ni siquiera se ha producido la venta. Es decir, Echegoyen se ahorrará los titulares de unas pérdidas millonarias forzadas por la estricta supervisión del Banco de España.
No obstante, la valoración de los activos sí que se recogerá en el patrimonio neto, lo que significa que seguirían restando hasta el punto en que en algún momento podría hacer falta pedir más capital a los accionistas. Para evitar poner más dinero, el Ejecutivo incluye en la ley la siguiente frase: los ajustes “no se considerarán patrimonio neto a los efectos de la reducción obligatoria de capital social y de la disolución obligatoria por pérdidas, de acuerdo con lo dispuesto en la regulación legal de las sociedades de capital”. ¿Y qué quiere decir eso? Aunque el patrimonio neto se quede por debajo de los mínimos legales por las correcciones de valor, la Sareb no tendrá que solicitar más dinero a los dueños del capital: el Estado y los bancos. O lo que es lo mismo: el Banco de España quería tener todo provisionado, pero el ministro de Economía, Luis de Guindos, sortea el celo del supervisor y da un poco de alivio a la Sareb.
Sin embargo, esto no resuelve el problema de fondo. “Los activos se compraron caros y la Sareb soporta unos costes financieros muy elevados debido a que la adquisición de activos se financió con una deuda que concedieron las propias cajas y que reporta a estas unos pingües intereses”, afirma Rubén Manso, de la consultora Mansolivar e inspector en excedencia del Banco de España. Si en los diez años de vida que quedan a la Sareb no se consigue vender esos activos a los precios a los que se compraron incluyendo los altos costes de mantenimiento que soporta, entonces el Estado tendrá que rascarse el bolsillo y hacer frente a toda la deuda que aún tenga pendiente con las cajas.
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