Díganos dónde se baña y le diremos cómo lavar el biquini
No es lo mismo piscina con cloro que mar. Ni Mediterráneo que Caribe. Hábitos de conservación e higiene a la carta
Suave, flexible, ligero, sexy, favorecedor… Todo son elogios cuando se trata de referirse al biquini, una prenda que, aunque parezca mentira, fue oficialmente inventada hace 69 años por un ingeniero mecánico de automóviles, Louis Réard, con la ayuda de un diseñador de moda, Jacques Heim. Decimos "oficialmente", porque, en realidad, hay testimonio de mujeres corriendo y haciendo ejercicio en biquini en los mosaicos de la villa romana Casale de Sicilia, fechada en el siglo IV a.c. Pero, públicamente, se presentó en verano de 1946. Y con escaso éxito, según nos cuenta Margarita Rivière en su diccionario (una biblia) de la moda. Tuvo que llegar Brigitte Bardot en los años cincuenta para contarle al mundo sus excelencias.
Por aquel entonces, los tejidos que se usaban para fabricarlos eran algodón, seda, nailon o lana, y no fue hasta 1959 cuando dos científicos de la empresa DuPont, en su laboratorio de Virginia (EE UU), C.L.Sandquist y Joseph Shivers, inventaron el que sería el polímero (material que sale de la unión de miles de moléculas pequeñas) revolucionario en el mundo textil: el elastano o spandex. Una fibra elástica que conseguía estirarse cientos de veces sin deformarse, resistente y, sobre todo, que permite a la prenda ajustarse al cuerpo y realzar la figura. Además, se secaba rápidamente y eso contribuía a que fuera el componente perfecto para los trajes de baño.
Todos los bañadores y biquinis llevan elastano, que es especialmente sensible a las grasas, es decir, a las cremas y aceites
Todo apuntaba a que estábamos ante un elemento casi mágico para elaborar prendas de baño de duración indefinida, por no decir ilimitada. Pero, precisamente es el alto porcentaje de elastano en las prendas de baño, y las características químicas peculiares de este elemento, lo que obliga a seguir ciertos cuidados especiales si pretendemos que nos duren mucho tiempo. La diseñadora española de moda de baño Dolores Cortés lo explica: “Junto con otras fibras, como pueden ser la poliamida (la mejor por ahora), el poliéster o el algodón, los bañadores y biquinis llevan elastano, que es especialmente sensible a las grasas, es decir, a las cremas y aceites que usamos y a los productos químicos como el cloro que se le añaden al agua de las piscinas. Estas prendas están, por tanto, sometidas a ciertos factores externos que pueden dañarlas, cosa que no ocurre con la ropa interior”.
El laboratorio de investigación de Invista, productor de fibras y polímeros para la industria textil, como la marca Lycra®, sigue buscando nuevas fórmulas para crear estructuras químicas que desarrollen una fibra elástica más potente y resistente a los efectos de esos agentes externos que la dañan porque, como asegura Virginie Moille, responsable de comunicación de la compañía, “estos pueden atacar el componente de elastano, degradar las propiedades del tejido y, como consecuencia, alterar su capacidad para adaptarse y ajustarse bien al cuerpo. Esto hace que, al final, el biquini pierda estética y funcionalidad antes de lo deseado”.
¿Y qué se puede hacer para que el traje de baño permanezca impecable durante varios veranos mientras los expertos siguen investigando?
1. Combatir el cloro. Aunque es indispensable para mantener la calidad del agua, si se pasa el verano al sol, en la piscina, asúmalo, su reacción química sobre la estructura molecular de la fibra elástica es inevitable y, a la larga, destructiva. Todos los especialistas en la materia coinciden: “Es más dañino el cloro que la sal del mar, y muchas veces hay un exceso en las piscinas”. Y de poco sirve meterlo en agua después, según la portavoz de Invista: “A la vista de los estudios que hemos realizado, desafortunadamente no se ha demostrado que un simple enjuague o lavado con jabón sea capaz de evitar la degradación química del tejido del traje de baño expuesto al agua con cloro”. En las investigaciones de laboratorio, Invista comprobó que después de 240 horas de uso en agua clorada, incluso las fibras de un elastano corriente, pero específico para los bañadores de competición, acababan rompiéndose. Eso sí, algunos pueden deformarse más que otros. “Los tejidos certificados con la tecnología especial (Lycra® Xtra Life™) resisten mucho más, pero en cualquier caso, se recomienda un lavado suave de la prenda tras cada uso en piscina”, sentencia Moille. Y Cortés también aconseja mantenerlo alejado de otras sustancias químicas como disolventes y quitaesmaltes, a los que la fibra elástica resulta especialmente sensible de romperse.
Seguir las indicaciones del fabricante es la manera de que el bañador dure mucho en perfectas condiciones de forma y color. Y no exponerlo a riesgos" (Dolores Cortés, diseñadora)
2. Jabón neutro y agua fría. Aunque tengamos que asumir que tarde o temprano el biquini, por muy de alta tecnología que sea, perderá elasticidad, no por eso debemos dejar de prestarle la máxima atención, como indican los entendidos. Para empezar, hay que lavarlo siempre después de su uso. Y no solo por mantener su eficacia textil. Para Gemma Simal, dermatóloga y jefa de sección de Dermatología del hospital San Pedro de Logroño, este gesto está relacionado también con el cuidado máximo del cuerpo. “Es necesario lavarlo a diario una vez que se ha usado con agua y un poquito de jabón neutro, y aclararlo bien. Así evitaremos que en la prenda puedan quedar restos de sustancias que irriten nuestra piel al día siguiente”, afirma. ¿Agua fría o caliente? Siempre fría, aclaran en Invista. “Es mejor no solo para el elastano, sino también para mantener el color del traje de baño”.
3. Leer la etiqueta…y a la sombra. Para saber cómo prolongar la vida útil de su biquini, lo fundamental es, según comenta Cortés, leer detalladamente la etiqueta y seguir las instrucciones al pie de la letra. “La forma de cuidarlo es distinta según la composición de los elementos con los que está elaborado, y también de la manera en que está tejido. Seguir las indicaciones del fabricante ayudará a que el bañador dure mucho en perfectas condiciones de forma y color. Y, por supuesto, no exponerlo a riesgos. Cuidado con las rocas en la playa, las piedras o los bordes de las piscinas, porque pueden ocasionar enganchones o deshilachar tejidos tipo jacquard (de trama ondulada) y croché (ganchillo). Lo mismo si lleva adornos o aplicaciones cosidas. Es importante no arrancarlas o rozarlas con algo porque pueden romper la tela”. Y sobre colores, atención a los flúor: “Son muy sensibles a la luz y hay colores que no parecen flúor, pero lo llevan junto a otros colorantes, por eso, para mantener el color de los estampados, es mejor dejar que los biquinis y los bañadores se sequen a la sombra después de lavarlos”.
4. Ni secadora ni plancha. La buena noticia, entre tantos requisitos y atenciones, es que según los expertos de Invista, a pesar de que estamos hablando de una prenda mucho más delicada que la ropa interior, “no necesariamente se tiene que estropear antes por lavarla en la lavadora”. Aunque hay que evitar secadora y plancha, como cuentan de Invista. El sol durante su uso también mitiga el color de los tejidos.
5. Evitar las bolsas de plástico. Para seguir con los hábitos sensatos en pro de un estado perfecto del tejido, jamás deje el traje de baño mojado, durante mucho tiempo en el interior de una bolsa de plástico, ni mucho menos si la abandona directamente al sol, porque correrá el riesgo de acelerar el proceso de descomposición de la estructura de la fibra, incluso de estar creando un caldo de cultivo para bacterias y hongos.
6. Huir de la humedad durante su uso. “Para las personas con un tipo de piel más sensible, resulta recomendable cambiar la braguita por otra seca para evitar la humedad en esa zona, ya que la ropa mojada puede favorecer irritaciones e infecciones de la piel como las tiñas inguinales o infecciones por hongos (candidiasis) entre los pliegues de la piel, que producen picor, enrojecimiento, descamación y a veces pequeños granitos con pus”, explica la doctora Simal. Lo mejor, según esta especialista, es mantener la zona lo más seca posible.
7. Despedir a los bichitos y otros invasores. Lave siempre el biquini entero, es decir, las dos piezas. No crea que la braguita es más importante, –“la piel del pecho es también una piel delicada”, según la doctora–, así que ha de asegurarse que la tela del sujetador también está libre de cloro, sal y restos de productos cosméticos que puedan causar irritaciones o infecciones. Y si usted es un tanto perezosa y piensa que con escurrir el biquini y ponerlo a secar basta, tenga en cuenta que a veces en los minúsculos huecos que se forman entre los hilos de la tela del traje de baño se pueden quedar restos de pequeños invasores irritantes, como los granos de arena, o incluso bichos diminutos. Ha leído bien. Bichitos. “Provoca lo que se conoce como 'la erupción del bañista", interviene la doctora. Se identifica porque aparecen habones con prurito en la zona cubierta por el bañador. Sucede unas horas después de bañarse en agua marina de climas cálidos, especialmente en el Caribe y en la costa de Nueva York, sobre todo en los meses de primavera. Se origina por la presencia de pequeñas larvas que se quedan atrapadas en el tejido del traje de baño y van produciendo picaduras en la piel. Para evitarlo, recomendamos como medida preventiva darse siempre una ducha enérgica en agua dulce sin bañador después de haber estado en la playa, y lavar y centrifugar la ropa de baño”, concluye.
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