Angola se convierte en un negocio de (una) familia
El presidente designa a su hija Isabel para dirigir la empresa estatal del petróleo
“Solo falta nombrar al gato de la familia ministro de medio ambiente”. La frase lapidaria es del activista angoleño Rafael Marques, tras conocerse que el presidente del país, Eduardo dos Santos, ha designado a su hija Isabel presidenta de Sonangol, la empresa estatal que se encarga del petróleo, primera fuente de ingresos del país.
La preocupación de Marques viene a cuento porque el presidente Dos Santos —que lleva en el poder 37 años— tiene más hijos, ocho exactamente, y no sería justo que un padre tuviera preferencias por unos vástagos sobre otros. Por eso reparte entre ellos la dirección del Fondo Soberano del país, la distribución del agua o la red eléctrica (algunos hijos siguen en la universidad), al margen de sus extensos negocios privados, por si estos no se consideran así. Juristas angoleños han anunciado que van a impugnar la designación de Dos Santos por parte de Dos Santos, aunque también reconocen que sus ilusiones son pocas. Isabel podría hacer negocios aprovechándose del monopolio petrolero, pero es un juicio de valor, propio de activistas sin fundamento.
Isabel dos Santos pelea, año sí, año no, por ser la mujer más rica de África. La primogénita del presidente, con un centenar de sociedades, manda en Unitel, la primera operadora de Angola, y en la distribución de los diamantes del país —a través de su madre— y en la joyería suiza De Grisogono —a través de su marido—, en los supermercados Candando, en el banco BIC y en la mitad del banco BFA. En Portugal posee la mitad de Nos —principal plataforma de cable—, otro banco BIC y controla, gracias a su 18,5%, el banco BPI y, desde ahora, con su presidencia en Sonangol —tiene el 15% de la petrolera portuguesa Galp— controlará el 17,8% del banco BCP.
Si en Angola no hay interés económico ajeno a la familia Dos Santos, en Portugal es imposible reformar el sector bancario sin el beneplácito de Isabel, correa de transmisión en las delicadas relaciones Luanda-Lisboa. Afortunadamente, Isabel se ha comprometido con su nuevo cargo a “la transparencia en la gestión”.
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