9 fotos¿Qué queda de la Buenos Aires de Jorge Luis Borges?Un recorrido visual por los lugares que frecuentó el maestro de las letras argentinas en el trigésimo aniversario de su muerteMar CenteneraBuenos Aires - 14 jun 2016 - 14:33CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinBlueskyCopiar enlace“He nacido en otra ciudad que también se llamaba Buenos Aires” escribió Jorge Luis Borges en 1981, casi al final de su vida. Tras recordar “el ruido de los hierros de la puerta cancel”, “los jazmines y el aljibe”, “las farolas de gas y el hombre con el palo”, “el tiempo generoso, la gente que llegaba sin anunciarse”, concluye: “En aquel Buenos Aires que me dejó yo sería un extraño”. A 30 años de su muerte, la ciudad sería aún mucho más irreconocible para el maestro de las letras argentinas. Puerto Madero no existía, las calles de su infancia fueron transformadas y el edificio de su Biblioteca Nacional está casi vacío. Aún así, placas, poemas y monumentos permiten reconstruir sus huellas.Ricardo Ceppi“Yo me crié en un barrio pobre, en un extremo de la ciudad. Nuestra casa era una de las dos o tres casas de altos que había en las veintitantas cuadras de la calle Serrano”, rememoró Borges en una conferencia de 1965. La vivienda en la que residió entre 1901 y 1914 tenía un molino y estaba rodeada de terrenos baldíos, en los que había un caballo colorado que le gustaba imaginar que era suyo. Con esa descripción ningún turista podría adivinar hoy que se trata de Palermo, uno de los barrios más modernos de la ciudad, con innumerables tiendas de ropa, bares y restaurantes. Buenos Aires se ha expandido y Palermo ha dejado de ser una zona limítrofe. En la casa en la que creció funciona hoy una peluquería.Ricardo CeppiEn 1921, Borges regresó a Buenos Aires tras haber pasado siete años de su juventud en Europa, fundamentalmente en Ginebra. Recién llegado, participó del movimiento de renovación literaria en su ciudad natal, que pronto se nucleó alrededor de dos grandes grupos: el Florida y el Boedo. Frente a los principios ultraístas del primero, al que perteneció Borges, los de Boedo se inspiraban en el mundo del trabajo y en las preocupaciones sociales. Los del Florida se reunían en la lujosa confitería Richmond, que hoy conserva el nombre original, pero ha sido reemplazada por una tienda de deportes.Ricardo Ceppi“En esa biblioteca de Almagro Sur / compartimos la rutina y el tedio / y la morosa clasificación de los libros / según el orden decimal de Bruselas”. Con esas palabras describe Borges su primer empleo público, en la Biblioteca municipal Miguel Cané, en la que trabajó entre 1938 y 1946. La biblioteca sigue abierta, pero el número de lectores se ha desplomado. Las actuales empleadas observan que el maestro se negó a atender al público y se dedicaba a la clasificación de libros. Al lado de unos antiguos recortes de prensa, una puerta conduce a las escaleras por las que se escapaba a la terraza para leer y escribir. En esos ratos libres fraguó 'Ficciones', uno de sus libros de cuentos más reconocidos.Ricardo CeppiLos anaqueles del palacio neoclásico que albergó la Biblioteca Nacional argentina en el siglo XX lucen vacíos desde 1992, cuando los libros se trasladaron a la nueva sede. El edificio es ahora el Centro Nacional de la Música, aunque su primera planta -desde la que Borges dirigió la institución entre 1955 y 1973- se convertirá en un centro de investigación borgeano. El palacio, situado en el barrio porteño de San Telmo, fue concebido originalmente como sede de la Lotería, pero su suerte cambió en 1900, tras una airada carta del entonces director de la Biblioteca, Paul Groussac, al presidente Julio Argentino Roca en la que le advertía que si anteponía el juego a los libros "estaba signando el destino" del país.Ricardo CeppiEl sexto piso de este edificio de la calle de Maipú, con increíbles vistas a la plaza San Martín, fue la vivienda en la que Borges residió gran parte de su vida adulta. Con el breve paréntesis de su fallido matrimonio con Elsa Helena Astete Millán, el escritor vivió allí con su madre, Leonor Acevedo, hasta que ella murió en 1975, a los 99 años. En esa casa también su vista se fue apagando progresivamente hasta quedar completamente ciego, en 1955. Tras la muerte del escritor, la casa fue vendida, aunque una placa en la puerta recuerda a su vecino más ilustre.Ricardo CeppiLos paseos de Borges incluían a menudo la librería La Ciudad, situada en la galería del Este. En los años 60 y 70, este pasaje comercial era frecuentado por escritores, músicos y otros artistas, que acudían atraídos por libros, discos y prendas de vestir del extranjero. El espíritu bohemio de esos años murió en los 90 y la mayoría de negocios de entonces han sido sustituidos por casas de anticuarios. El local de la librería conserva el nombre y unos pocos volumenes, pero está cerrado, con un cartel que dice: "Se alquila".Ricardo CeppiLa plaza San Martín, rodeada de mansiones de estilo francés, es uno de los pocos lugares de la geografía borgeana que permanecen casi inalterados 30 años después de su muerte. Bajo sus jacarandás y acacias, Borges paseaba muchas tardes acompañado por su fiel bastón y se deleitaba de las vistas lejanas al puerto y del sosiego que le ofrecían sus bancos. "Con fino bruñimiento de caoba / la tarde emtera se había remansado en la plaza, / serena y sazonada, / bienhechora y sutil como una lámpara, / clara como una frente / grave como ademán de hombre enlutado", escribió en la poesía "La plaza de San Martín", dedicada a su amigo Macedonio Fernández.Ricardo CeppiLa segunda mujer de Borges y su heredera universal, María Kodama, custodia con disciplina samurai la obra del escritor más universal de Argentina desde un pequeño santuario: La fundación internacional Jorge Luis Borges. Los 2.000 volúmenes del 'bibliotecario de Babel' se encuentran bajo llave en el edificio, contiguo a la casa en la que Borges vivió entre 1938 y 1943, y donde escribió en un arrebato el que consideraba su cuento favorito, 'Las ruinas circulares'. En la fundación hay también una reconstrucción del pequeño dormitorio de Borges en la calle Maipú y vitrinas con primeras ediciones, distinciones recibidas e imágenes de laberintos, tigres y objetos mágicos.Ricardo Ceppi