'Escuadrón suicida': Cuando los supervillanos de cómic son la estrella
La película, que se estrena hoy en España y cuenta con Will Smith o Cara Delevigne, es la prueba de que hace tiempo que ser perverso es más divertido que ser bueno
El primer cómic del Escuadrón suicida se publicó en 1959, "en plena Guerra Fría", recuerda el director David Ayer, vestido de verde militar para imponerse (más) al reparto de mercenarios que se ha montado en la adaptación de este mítico tebeo, junto al que nos recibe en una suite de Las Vegas. En los 50, el mundo vivía en una paranoia total, en una dualidad entre buenos (nosotros) y malos (los demás). En el triunfo sobre los otros, los enemigos, se construyó la épica del poder de los superhéroes de cómic.
"En ellos tienes siempre a los héroes que hacen el bien. Pero lo divertido de este Escuadrón es que son impredecibles", dice Ayer, encargado de indagar como guionista y director en el origen del mal y de la historia de este grupo de villanos psicópatas sacados de la cárcel por el Gobierno para luchar contra otros villanos. "Ellos son capaces de todo, hay muchas más opciones, eso es lo divertido".
"¿Pueden los malos hacer el bien? ¿Cuándo el bien se convierte en el mal? ¿Y al revés? ¿Dónde está el límite?". Son las preguntas que Ayer ha planteado a sus actores. Algunos tan poco acostumbrados para hacer de malos como Will Smith, que no dudó un instante en aceptar el papel de Deadshot. "El único que piensa que utilizar a estos locos es una terrible idea es mi personaje", dice Joel Kinnman sobre su Rick Flag. "Pero acabará descubriendo que hasta ellos tienen su propio código moral". Uno muy particular. "Mi personaje es sexista, racista… Básicamente, es un mierda", dice Jai Courtney.
Y aún así no le llegará a la suela de sus plataformas a la más impredecible de todos, Harley Quinn, que se debe a su amor, "a su daddy", la encarnación de la maldad divertida, el mal con sonrisa: el Joker.
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