Wall Street quiere creer a Trump
La improvisación en la concreción de su plan económico lleva a los inversores a ser más realistas
Los inversores de Wall Streert se esfuerzan por dar el beneficio de la duda a Donald Trump. El presidente se autoproclama como el mejor amigo de los negocios que nunca antes tuvo en la Casa Blanca. El consejero delegado en jefe lo hace con la triple promesa de recortar impuestos, incrementar el gasto en infraestructuras y rebajar la regulación. Pero no hay nada mágico en los primeros cien primeros días de su presidencia y sus victorias son más simbólicas que sustantivas.
Donald Trump, como Barack Obama, asumió el cargo creando grandes expectativas y, en algunos casos, con grandes promesas. Ese compromiso permitió que el S&P 500 se apreciara un 10% tras las elecciones, después de estar un año plano esperando el resultado del voto. El 1 de marzo tocó techo y el impulso se esfumó de golpe. Desde entonces aguanta la respiración. El entusiasmo se transformó así en realismo. Es la admisión de que todo irá mucho más lento.
Trump celebró una veintena de reuniones con varios centenares de ejecutivos y otros actores de la economía, incluidas organizaciones sindicales. Pero más allá de abandonar el acuerdo de librecambio del Pacífico y varios decretos, no hay propuestas claras derivadas de estos intercambios, como señalan desde Societé Generale. Está por ver, además, que estas órdenes ejecutivas creen empleos. Por no citar que evitó acusar a China de manipular su divisa.
La American Action Forum ve así los 100 primeros días más bien como una puesta en escena, como una maniobra de relaciones públicas hacia su electorado. De momento se trata más de un ejercicio superficial con eslóganes del tipo “vaciar el pantano” que de un cambio real. Por eso, a la vista de los mercados, el bautizado como “Trump trade” pierde fuerza aunque no se dé aún del todo por muerto.
Se ve en la evolución de las letras del Tesoro a 10 años. Vuelven a estar a nivel de las elecciones, incluso después de la Reserva Federal subiera tipos dos veces desde noviembre. Si los inversores creyeran que el plan económico sale adelante y potenciará el crecimiento en la segunda mitad del año, venderían bonos. Lo que perciben es que el viento sopla de cara y frenará su agenda de crecimiento.
Retrasos
Como indican en PNC Financial, las expectativas empiezan a no cuadrar con la realidad. Trump, coindicen otros analistas, tiene tres meses más de margen para honrar su palabra. Se fijan primero en su promesa para acometer el mayo cambio en el código fiscal desde Ronald Reagan. Quería tenerlo aprobado en los primeros 100 días. Hace dos meses aseguró incluso que iban por delante del calendario.
De momento, solo se presentaron las líneas maestras sobre la que se sustentará la futura propuesta legislativa. Pero todo es confuso en este momento, porque el presidente no explica como va a compensar la pérdida de ingresos por el recorte de impuesto. Y tampoco está claro para el parqué que va a priorizar en la negociación con el Congreso, porque hay visiones divergentes en la Casa Blanca.
Junto a la reforma fiscal, Trump promete destinar un billón de dólares a inversiones en infraestructuras. Pero el presidente no va más allá en los detalles y eso provocó que los valores industriales estén estancados. La secretaria de Transporte, Elaine Chao, anticipa que anticipará los pilares del paquete en mayo. Cualquier negociación del plan estará vinculada, en cualquier caso, a la reforma fiscal.
La tercera gran promesa de Trump se apoya en la desregulación. El sector financiero será el más beneficiado, en particular la banca regional. El presidente firmó varios decretos para revisar la normativa adoptada tras el derrumbe de Lehman Brothers. Pero son pasos simbólicos, ya que cualquier cambio deberá ser negociado con el Congreso y eso explica que los valores estén por debajo de los máximos.
Discrepancias
Michael Corbat, consejero delegado de Citigroup, cree que el presidente Donald Trump cumplirá con sus promesas, incluida la reforma fiscal. “Es una cuestión de cuándo y no de si el cambio ocurrirá”, afirmó el ejecutivo. Los estrategas de BlackRock no se fían por completo y recomiendan en este momento cautela. “El mercado necesita que Trump ejecute ya”, añaden desde First Financial.
En Cornerstone son incluso más escépticos. Consideran que no hay definida una filosofía básica de gobierno, no hay disciplina y los mensajes son contradictorios. “Trump no tiene plan y los tres primeros meses de presidencia son cruciales para marcar el rumbo” en los 1.361 días que le quedan aún por delante, indican, al tiempo que recuerdan que el presidente no tiene poderes absolutos.
La insistencia por acabar con el Obamacare, advierten, no hace más que dejar la reforma fiscal en el limbo. Los economistas del Peterson Institute indican que la reforma sanitaria puede ayudar a impulsar la economía, pero no es esencial. Por eso consideran que la Casa Blanca debe centrarse en las infraestructuras e impuestos. También creen que se “equivocan en comercio”, porque puede volverse en contra.
Larry Summers, exsecretario del Tesoro con Bill Clinton, insiste en que “no hay nada en los datos que sugiera que la economía pueda crecer al 3% ó al 4%”. La promesa de recortes de impuestos y desregulación, advierte, son “una subida de azúcar”. Por eso anticipa que el entusiasmo tras las elecciones no tendrá mucho recorrido y, advierte que “a las subidas de azúcar suelen seguir periodos mucho menos felices”.