Profesora, poeta, costurera, comunista: la mujer torturada y lanzada al mar que reveló los vuelos de la muerte de la dictadura en Chile
El cadáver de Marta Lidia Ugarte Román, funcionaria del Gobierno de Salvador Allende, fue hallado en una playa con signos de violencia en 1976. La prensa local lo trató como un crimen pasional
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Marta Lidia Ugarte Román (Chile,1934-1976) se aferró a la vida con determinación y fuerza hasta sus últimos momentos. Cuando su cuerpo golpeado y torturado se movió dentro del saco en el que la habían puesto, el alambre atado a su cuello se desprendió y tuvieron que darle otro duro golpe y asfixiarla para d...
Esta es la versión web de Americanas, la newsletter de EL PAÍS América en el que aborda noticias e ideas con perspectiva de género. Si quieren suscribirse, pueden hacerlo en este enlace.
Marta Lidia Ugarte Román (Chile,1934-1976) se aferró a la vida con determinación y fuerza hasta sus últimos momentos. Cuando su cuerpo golpeado y torturado se movió dentro del saco en el que la habían puesto, el alambre atado a su cuello se desprendió y tuvieron que darle otro duro golpe y asfixiarla para después arrojarla desde un helicóptero sobre las aguas del océano Pacífico. No fue sencillo reconstruir los últimos días de vida de esta profesora, costurera, poeta, pedagoga y militante comunista en Chile. En medio de la persecución de la dictadura militar de Augusto Pinochet, tras el golpe de Estado de 1973 a Salvador Allende, Ugarte pasó a la clandestinidad y gracias a testimonios, investigaciones y a la voluntad de muchas personas, incluidas sus dos hermanas y sus sobrinas, han salido a la luz los relatos de sus últimos días. Ugarte es considerada la primera víctima oficial de la dictadura. El hallazgo de su cadáver, en una playa en 1976, reveló la existencia de los vuelos de la muerte: una práctica de los militares chilenos que consistía en arrojar los cadáveres de los detenidos al mar desde sus aviones.
El cuerpo de Ugarte Román apareció el 12 de septiembre de 1976, en la playa La Ballena, cerca de la comunidad de Los Molles, en la región de Valparaíso. “Estrangulan a hermosa joven”, tituló al día siguiente el diario Últimas Noticias, perteneciente al conglomerado de medios de El Mercurio, uno de los periódicos más influyentes y antiguos de Latinoamérica. Marta Ugarte tenía 43 años, pero los encabezados de los medios insistieron por varios días en que se trataba de “una mujer joven” de 29 años. También fueron incisivos en mostrar la situación como un crimen pasional. “Muchacha de 23 años fue estrangulada con un alambre y un pañuelo, además le fracturaron ambas muñecas, la mandíbula y le infirieron heridas punzantes.”; “Sigue en el misterio caso de estrangulada. Nadie reclama cadáver de la joven de 23 años” titulaba La Segunda, otro medio de El Mercurio.
El documental El diario de Agustín (2008), del director Ignacio Agüero, dedica un capítulo entero a analizar el caso de Ugarte. A través de investigaciones y entrevistas hechas por alumnos tesistas, que van desvelando el papel de El Mercurio —fundado por Agustín Edwards Mac-Clure en 1827 y liderado por una larga dinastía de Agustines— para que las violaciones a los derechos humanos que los militares hacían con los detenidos en dictadura, no incriminaran al nuevo Gobierno, encabezado por Pinochet. “El cuerpo de Marta Ugarte fue el único, de los cientos de cuerpos de detenidos desaparecidos lanzados al mar, que apareció en una playa. Para ocultar este sistema de exterminio, la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional, la policía secreta del régimen militar) realizó el montaje de un crimen pasional”, concluye el documental.
En la película chilena 1976, dirigida por Manuela Martelli en 2022, una escena apunta al hallazgo del cuerpo de Ugarte. Mientras la protagonista da un paseo por la playa con dos de sus nietos, a la distancia, un cuerpo desconocido y desnudo justo a la orilla de las olas, es tapado con una manta por un par de policías, mientras la mujer trata de alejar las miradas curiosas de sus nietas. Eran los primeros años de represión militar en Chile, y a la distancia la Operación Cóndor tomaba forma. Ugarte llevaba meses viviendo fuera de su hogar, y difícilmente podía entablar contacto con su familia, pero el 9 de agosto de 1976 fue detenida por agentes de la DINA, y no se supo más de ella, hasta que apareció en la playa.
Según varios documentales, las propias investigaciones que ha hecho la familia de Ugarte y las imputaciones judiciales a militares por su asesinato, Marta Ugarte fue torturada muy probablemente durante un mes entero. Pasó por Villa Grimaldi —el mayor centro de detención de la dictadura, donde estuvo recluida la expresidenta Michelle Bachelet, junto a su madre, Ángela Jeria— para después ser trasladada al llamado Cuartel del horror, un centro de exterminio de opositores —del que nadie salió vivo— llamado Cuartel Simón Bolívar.
Según el dentista de Ugarte, Luis Ciocca, de actualmente 86 años, médico cirujano dentista y odontólogo forense, el asesinato de Marta respondía sin duda alguna a su militancia. “Si era ella, era una cuestión política. La mataron a golpes, era evidente. [Tenía]problemas en las uñas… rotas, quebradas. Fue la primera detenida desaparecida que aparecía, pero muerta”, dice en un documental de la Universidad de Chile, estrenado el 17 de septiembre de 2023. Ciocca ha relatado en diversas entrevistas que el acercamiento al caso de Ugarte —fue él quien ayudó a la familia a identificar el cuerpo, gracias a su trabajo odontológico— fue el primer acercamiento a la medicina forense, a la que se dedicó y especializó en adelante.
René Calderón, profesor de historia en un colegio de la comuna de La Florida, en Santiago de Chile, y autor de la única biografía de Marta Ugarte que se ha publicado —de forma independiente y autogestionada— se ha convertido en un portavoz de la familia y ha reconstruido lo que antes nadie había hecho: un retrato de la Marta pedagoga, la que escribía poesía, la que debido a sus escasos recursos económicos no ganó un concurso de belleza en su adolescencia; o aquella que pedía prestada una máquina de escribir para poder estudiar y pasar sus exámenes. Además, en el libro Marta Ugarte. La vida por justicia (2023) también hace un recorrido por la historia del Partido Comunista Chileno, en el que Ugarte comenzó a militar a los 24 años, sorteando también los obstáculos de la época en una estructura política y social prominentemente masculina.
Calderón ha hecho este libro con la ayuda y colaboración de Paulina Tara Ugarte, sobrina de Marta, quien apenas era una niña cuando su tía comenzó a vivir en la clandestinidad, y con quien comparte profesión y colegio. “Yo la considero una historia patrimonial. A Marta Ugarte la considero una figura patrimonial, en lo que es la historia de la memoria histórica y de la violación de los derechos humanos en el país e incluso sobrepasando las fronteras nacionales”, dice. Aunque pasaron varias décadas para que se relacionara directa y oficialmente el asesinato de Ugarte por haber sido lanzada en uno de los llamados vuelos de la muerte, su caso fue un parte aguas para demostrar que la dictadura, pese a sus esfuerzos por ocultarlo, estaba asesinado a opositores dentro y fuera de su territorio.
Y es hasta 2021 cuando la Corte Suprema de Chile condenó a 18 exagentes del Estado por su responsabilidad “en el secuestro agravado y homicidio calificado de Marta Ugarte Román” tras ser asesinada y tirada desde un helicóptero. En la investigación documental que ha logrado compilar Calderón, señala que, además, a partir de lo sucedido a Ugarte, los militares chilenos que detenían, torturaban y desaparecían a opositores comenzaron a usar sopletes para desfigurar los rostros de sus víctimas y eliminar sus huellas digitales. En un intento feroz, para que nunca fueran identificados.
En un proyecto de memoria, en el que se invitó a mujeres a escribirle cartas a otras mujeres desaparecidas en la dictadura, Paulina Tara Ugarte, escribe: “Ser mujer, inteligente, distinta, profesional, militante, dirigenta fue pecado y se te castigo despiadadamente [...] Mis hermanas y mi tía saben que estoy escribiendo una carta para enviarla al infinito de los recuerdos, tuvimos que aceptar que uno viene al mundo para hacer algo por él, para tratar de dar lo mejor de sí, dejar rastros positivos de lo que uno tiene que hacer antes de partir, por eso te quiero decir todo lo que has significado en nuestra formación como mujeres. Siempre es importante para mí que sepan de ti y de nuestra familia y de cómo nos hemos mantenido a través de los años unidas, sé que estás en un plano absolutamente superior a uno, como así también tu espíritu y energía en el cuidado y protección de cada una de nosotras, tus sobrinas y hermana. Recibe por siempre nuestro amor, respeto, admiración hacia ti, tía, por lo que fuiste, eres y serás...”.
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