Los desaciertos de Petro en Twitter: “Que alguien le quite el teléfono al presidente”
Es el mandatario latinoamericano más influyente en la red social y la usó con maestría en la oposición y la campaña, pero en el poder le está costando sus mayores errores políticos
El jueves pasado, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, lanzó 14 mensajes en Twitter. En uno le advirtió a la guerrilla del ELN —con la que está en marcha un proceso de paz— del riesgo de seguir los pasos del narcotraficante Pablo Escobar. En otro, que acaba con la cómica frase “mi papá no tiene novia”, desmintió a un medio de comunicación. En dos, mencionó a sus hijos. En otro, recogió su visita a Nariño, ...
El jueves pasado, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, lanzó 14 mensajes en Twitter. En uno le advirtió a la guerrilla del ELN —con la que está en marcha un proceso de paz— del riesgo de seguir los pasos del narcotraficante Pablo Escobar. En otro, que acaba con la cómica frase “mi papá no tiene novia”, desmintió a un medio de comunicación. En dos, mencionó a sus hijos. En otro, recogió su visita a Nariño, un departamento del sur del país incomunicado por un derrumbamiento de tierra sobre la vía Panamericana. En otro, abogó por las listas electorales abiertas. En otro, retuiteó al medio árabe Al Mayadeen Español que informó de una red de espionaje contra él mismo. No se intuye detrás de los mensajes la mano de ningún asesor, ahí están sus anhelos y sus fantasmas. Ahí está el Petro tuitero.
El mandato de Petro empezó el pasado agosto con buen pie. En estos primeros cinco meses ha logrado mantener una buena valoración entre los colombianos y se ganado el respeto de quienes no veían en él más que a un exguerrillero comunista que llevaría al país por la senda de la Venezuela chavista. La cantidad de reformas puestas en marcha y un gabinete que incluyó a políticos de distintos espectros y con experiencia reconocida le ayudaron a configurar su imagen como presidente. Pero en la red social de Elon Musk, donde anunció a cada uno de sus ministros o donde lanza sus decisiones más importantes, Petro ha patinado en más de una ocasión. La última, la noche de fin de año, en el que ha sido hasta ahora su mayor error político.
El 31 de diciembre el presidente estuvo muy activo en Twitter, convertido ya en su canal de comunicación con los medios tradicionales. Los periodistas están entre esta audiencia que ya suma casi 6,5 millones de seguidores y que le ha valido ser el cuarto líder mundial más influyente del mundo, según el ranking de Twiplomacy de 2022, solo por detrás de el indio Narenda Modi, Joe Biden y el turco Recep Tayyip Erdogan. Justo cuando pasó la medianoche, el presidente lanzó la que sería la primera gran noticia del año para el país y toda América Latina: anunció el alto al fuego con el ELN. Apenas tres días después, la guerrilla desmintió el acuerdo y se tensó el buen ambiente que se había generado alrededor de un proceso de paz fundamental para el futuro de Colombia y la región.
Eugenie Richard, docente e investigadora de la Universidad Externado de Colombia, asegura que no se puede gobernar bien comunicando mal. “Si la comunicación está mal gestionada da la sensación de que se gobierna mal. Se ve descontrol, improvisación, amateurismo”, dice. Petro escribe él mismo los mensajes y la mayoría de las veces no los consulta con su equipo. Mezcla información institucional con sus propias impresiones o se defiende de ataques personales sin distinción. Liliana Gómez, directora de la maestría en Comunicación de la Universidad Javeriana, sostiene que, si bien durante el pasado hizo un buen uso de Twitter, que le ayudó en buena medida a llegar al poder, ahora lo hace de forma “pésima” porque desinforma y genera ruido.
El presidente es, además, muy rápido en sus tuits. Es habitual que cometa errores de escritura o vaya demasiado lejos en sus comentarios, lo que a veces lo hace parecer improvisado, como escrito sin pensar. El pasado 4 de septiembre la región miraba a Chile. El presidente colombiano comentó el resultado del plebiscito sobre la nueva constitución, incluso antes de que se pronunciara el mismo Gabriel Boric. “Revivió Pinochet”, escribió en Twitter cuando una noticia de la CNN avanzaba la victoria del no entre la mayoría de los chilenos, los mismos que meses antes habían antes había elegido al izquierdista Boric como presidente, que por supuesto no relacionó en ningún caso la votación con el dictador. Durante el autogolpe fallido del expresidente peruano Pedro Castillo, Petro insistió tanto en su apoyo al mandatario encarcelado en las redes sociales que provocó la respuesta airada de Perú por intromisión en sus asuntos internos.
Todos los gobernantes aspiran a dominar la agenda pública. Lo hace el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, con una rueda de prensa diaria a primera hora de la mañana en la que se explaya en sus comentarios y respuestas a periodistas. Desde bien temprano, suele colocar varios temas en los medios. Ese método, al contrario del uso de Twitter, es bidireccional y, a priori, más democrático. Hay periodistas presentes —quien quiera puede acreditarse— y hay turnos de preguntas —normalmente el equipo del presidente elige quién lo hace, pero a veces se hace mediante sorteo. Petro ha dado muy pocas ruedas de prensa durante su mandato y en Twitter ese intercambio no existe. “Le interesa que le escuchen, pero no tanto escuchar, es un manejo vertical de poder”, dice Richard.
El uso de Twitter ni siquiera es una novedad. Presidentes como Donald Trump, el primer gran mandatario tuitero, o el de El Salvador, Nayib Bukele, convirtieron la red social en su principal canal de comunicación. Trump llegó a decir que era presidente gracias a las redes sociales. Petro sigue esa estela, que en Colombia ya popularizó Álvaro Uribe. Pero el expresidente lo usó sobre todo para hacer oposición a su sucesor Juan Manuel Santos y para evitar el ostracismo de la vida pública. Desde Twitter, lideró la campaña del no al plebiscito del proceso de paz con las FARC, que acabó ganando en las urnas.
El poder de las redes es inmenso. Gómez explica que el candidato Petro sí supo manejar Twitter en el pasado y cree que su campaña presidencial fue la mejor que se ha visto en Colombia en años. “Como es algo que le ha funcionado no lo quiere dejar de usar. Está acostumbrado a ser oposición, pero hoy es el Gobierno y esa diferencia no le ha hecho clic en la cabeza. Siente que debe seguir conquistando”, dice. Petro abrió su cuenta en 2009 y le sirvió como opositor, como alcalde de Bogotá y ahora se ha convertido en el primer canal de comunicación del presidente de la República.
Con el mensaje sobre el ELN muchos miembros del Gobierno y el gabinete se llevaron las manos a la cabeza. Habría bastado, dicen fuentes cercanas a la negociación con la guerrilla, con que el presidente hubiera escrito que el alto el fuego “estaba cerca”, en lugar de darlo por hecho. Son muy pocos los que se atreven a decirle al presidente qué hacer, que ejerce un poder natural sobre todo su equipo. En cinco meses, suma más aciertos que errores, pero la mayoría de estos han llegado desde la red social. En Colombia ya se empieza a popularizar la frase de: “Que alguien le quite el teléfono al presidente”.
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