El Ministerio de Transporte denuncia a Viva Air y complica una fusión con Avianca

El ministro de la cartera, Guillermo Reyes, informó que la aerolínea facturó antes de su cese de operaciones 272.000 millones de pesos por servicios que nunca fueron prestados

Un pasajero de Viva Air duerme en el piso del aeropuerto El Dorado en Bogotá, el pasado 29 de febrero.Fernando Vergara (AP)

La crisis de la aerolínea de bajo costo Viva Air no termina. El ministro de Transporte de Colombia, Guillermo Reyes, ha anunciado que presentará una demanda penal contra la maltrecha compañía paisa por supuestos delitos de estafa agravada en modalidad masa y ofrecimiento engañoso de productos y servicios. La acción penal del jefe de la cartera se sustenta en que Viva recaudó, antes del cese de operaciones anunciado el pasado 27 de febrero, una suma que alcanzaría los 272...

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La crisis de la aerolínea de bajo costo Viva Air no termina. El ministro de Transporte de Colombia, Guillermo Reyes, ha anunciado que presentará una demanda penal contra la maltrecha compañía paisa por supuestos delitos de estafa agravada en modalidad masa y ofrecimiento engañoso de productos y servicios. La acción penal del jefe de la cartera se sustenta en que Viva recaudó, antes del cese de operaciones anunciado el pasado 27 de febrero, una suma que alcanzaría los 272.000 millones de pesos por servicios como la “venta de tiquetes, tiqueteras, o recepción de pagos de agencias de viajes”, que nunca se llegaron a prestar.

La noticia se suma a la crónica de un trimestre turbulento para el transporte aéreo colombiano, con imágenes de pasajeros, algunos al borde del descontrol, por las afectaciones causadas tras la súbita paralización que generó el frenazo de una línea aérea que llegó ocupar el octavo lugar entres las mejores de bajo coste en Suramérica, según la clasificación elaborada en 2022 por los prestigiosos World Airline Awards.

“Viva mantuvo sus canales comerciales para la venta de sus servicios hasta unas horas antes de cerrar las operaciones, evidenciado dolo por parte de la compañía.”, declaró el ministro Reyes. Y agregó: “Y la aerolínea, sabiendo que no podía cumplirle a sus usuarios, los mantuvo en error, generándoles expectativas respecto de sus vuelos que no podían materializarse”.

El ministro de Transporte, Guillermo Reyes, declara ante los medios al término de la reunión sobre la situación de Viva Air, el 1 de marzo.Cristian Garavito (Presidencia de Colombia)

Un golpe que llega, además, en un momento especialmente crítico. La Aeronáutica Civil, órgano regulador del mercado adscrito al ministerio de Transporte, debía emitir una resolución sobre la viabilidad del proyecto de fusión entre Avianca y Viva. Un proceso algo rocambolesco y que la Superintendencia de Industria y Comercio, que también tiene facultades de auditoría, ya ha objetado por tener evidencia de que la transacción se completó desde abril del año pasado sin tener la aprobación de las autoridades.

La demanda del Ministerio subraya que Viva Air no ha reembolsado a ninguno de los afectados, lo que supone una vulneración al patrimonio económico de los clientes. Se trata de un cúmulo de señalamientos que condicionan una decisión de la Aeronáutica, que diversos observadores esperaban con impaciencia para mitigar el estado de zozobra que se vive en el sector y empezar a clarificar la suerte de unos 2.500 empleados directos de la compañía fundada en 2009

El ministro Reyes aseguró que la decisión final sobre la fusión se debería dar a conocer a más tardar el jueves 16 de marzo (fuentes de EL PAÍS sostienen que será el viernes). Otro de los condicionantes que ha generado no solo reservas, sino además gran reticencia por parte de ocho aerolíneas que han intentado evitar la fusión con Avianca hasta el último momento, es la evidencia de que la empresa resultante de esa unión tendría un gran dominio del mercado local.

El desplome de Viva, que cuenta con una subsidiaria en Perú, tiene raíces en la suspensión de sus operaciones debido a la pandemia. De poco ha servido, por lo pronto, el anuncio hecho por la empresa a principios de febrero de que se amparaba en la ley de quiebras diseñada por el Gobierno de Iván Duque para reflotar a los negocios aplastados por la crisis sanitaria. Por las palabras del ministro Reyes se puede intuir que no sería descabellado contemplar un colapso final que se había evitado a toda costa: “Sin dependencias, oficinas, presencia en los aeropuertos ni aviones, difícilmente uno puede creer que ellos van a volver a operar”.

El ministerio de Transporte comprobó que el número de reservas emitidas y confirmadas por la compañía en ese difuso limbo entre el cese de operaciones y el anuncio oficial de la medida, ascendió a 466.604, una cifra que equivale a 729.535 trayectos afectados. Tras la repentina aparición de otros pretendientes, interesados en hacerse con la mayoría de acciones y reflotar a Viva, como las chilenas Latam y JetSmart, lo últimos flecos de este apartado giran en torno a la suerte de la gran operación comercial, que ha quedado un poco opacada dentro de las crónicas de prensa, y que constituye el verdadero dinamo detrás de toda esta historia.

Se trata del anunciado nuevo Grupo Abra, otro matrimonio sellado en abril del año pasado entre Avianca, la aerolínea bandera de Colombia con sede financiera en el Reino Unido, y Gol, la compañía aérea por tamaño de Brasil. Un pacto publicitado desde entonces como una medida para competir con Latam, el gran gigante regional. Por entonces Avianca ya dejaba claro en sendos comunicados oficiales que Viva Air estaba incluida dentro de aquella unión.

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