Qué esperar del Gobierno de Federico Gutiérrez
Medellín posee una sociedad civil cohesionada, consciente y defensora de los argumentos, por encima de los sesgos. Este capital es esencial y debe protegerse y fortalecerse aún más
Comienza el segundo mandato de Federico Gutiérrez como alcalde de Medellín. Esta vez en medio de un gran clima de desconfianza por lo ocurrido en los últimos cuatro años, en los que Daniel Quintero copó todos los titulares y cosechó el mayor rechazo que haya visto un gobernante en la región. Federico comienza un periodo muy diferente al que ejerció entre 2016 y 2019, tras una victoria histórica en la que conquistó más del 70% de los votos. Medellín ha sido una región históricamente conse...
Comienza el segundo mandato de Federico Gutiérrez como alcalde de Medellín. Esta vez en medio de un gran clima de desconfianza por lo ocurrido en los últimos cuatro años, en los que Daniel Quintero copó todos los titulares y cosechó el mayor rechazo que haya visto un gobernante en la región. Federico comienza un periodo muy diferente al que ejerció entre 2016 y 2019, tras una victoria histórica en la que conquistó más del 70% de los votos. Medellín ha sido una región históricamente conservadora, pero que en las últimas cinco elecciones locales había votado por figuras diferentes a las promovidas por el máximo líder que tuvo la derecha antioqueña hasta 2023, Álvaro Uribe Vélez. Esta vez fue diferente.
En 2015, cuando Fico, como se le dice coloquialmente, ganó su primera elección, lo hizo mostrándose como una opción alterna al uribismo. Venció en la contienda a Juan Carlos Vélez, que tenía el apoyo abierto del expresidente Uribe. Esta vez, con el partido de Uribe condenado a contraerse como nunca, recuperó algo de terreno empujado por el huracán Fico, quien con su nuevo partido Creemos domina la esfera política de lo que promete ser una nueva derecha reencauchada y revitalizada. Una derecha más light, dirían algunos.
La Administración de Fico I: un balance crítico
Vamos por el principio: Fico fue un alcalde muy popular, pese a sus resultados. Su Administración fue objeto de críticas por diversas razones. Su enfoque en seguridad pública arrojó resultados muy debatibles: dejó la tasa de homicidios por encima de como la recibió, casi todos los delitos de alto impacto aumentaron. Durante su periodo aumentó el desempleo. Varios jóvenes fueron estigmatizados, acusados injustamente de delitos que no habían cometido y algunos fueron sometidos a amenazas en sus barrios. Surgió también el escándalo de una bodega en redes sociales que era utilizada para promocionar la imagen del alcalde y perfilar a quienes fueran críticos del gobierno local. La revelación del periodista Juan David Ortiz fue galardonada con el Premio Simón Bolívar en la categoría de periodismo investigativo.
A pesar de esto, Medellín era una ciudad con un rumbo, tenía una institucionalidad sólida, especialmente en entidades como EPM y Ruta N, o en programas como Buen Comienzo. Eran cosas que creíamos que andaban solas. Pero creímos mal y llegó lo peor que le ha pasado en Medellín en sus últimos 20 años.
El contexto post-Quintero: un escenario muy grave
Si uno tiene críticas al primer gobierno de Fico, con más razón las tiene a Quintero, quien resultó ser el peor alcalde que se recuerde en la ciudad, aunque algunas personas no quieran reconocerlo. Esto ha quedado claro en informes periodísticos, procesos judiciales, fiscales y disciplinarios. En mi columna previa expliqué el estado de la ciudad después de sus cuatro años de mandato. No profundizaré mucho en esto, pero es importante mencionarlo, ya que el regreso de Fico solo puede ser explicado por el nefasto gobierno de Quintero.
Fico llega en una situación muy distinta a la que había en su primer gobierno. La ciudad está desmoralizada, sus programas insignia están desmantelados, los empleados de carrera administrativa alertan sobre la titánica tarea que hay que poner en marcha cuanto antes. La situación de las entidades públicas del ahora Distrito de Ciencia, Tecnología e Innovación que es Medellín, es alarmante, por decir lo menos. Resaltan por su urgencia el Hospital General, Metrosalud, la Secretaría de Educación, EPM, Ruta N. La lista es interminable. La hemorragia de corrupción que tiene Medellín es una tragedia sin precedentes recientes. No hay tiempo para improvisar, Medellín está en cuidados intensivos.
El compromiso con el control social
Ejercer control al segundo gobierno de Fico será mucho más difícil que en el primero, pero es necesario. Es una obligación moral. Después de estos cuatro años, es evidente que un gobernante sin contrapesos resulta sumamente peligroso para la ciudad. Fico, en su momento político más alto, necesita un control adecuado para no representar un peligro.
Medellín posee una sociedad civil cohesionada, consciente y defensora de los argumentos por encima de los sesgos. Este capital es esencial y debe protegerse y fortalecerse aún más. Uno de los principales logros de la ciudad es la capacidad de cooperación cuando nos articulamos armoniosamente. Conservar este avance, y aprovecharlo para involucrar a más ciudadanos en la defensa de lo público y la prevención de la corrupción, es crucial. Estos años se constituyó una veeduría financiada por las grandes empresas de la región. Mantener su papel de vigilancia y control a la Administración entrante será clave, así como trabajar en consolidar capacidades en los territorios para que la ciudadanía aprenda a cuidar lo público.
Para que cambien las cosas, uno de los primeros compromisos que hay que asumir es el de recibir bien la crítica, estar abierto a los comentarios y recibir la perspectiva de otras miradas. Eso enriquece.
La esperanza en una nueva administración: oportunidades y desafíos
Con un sincero anhelo, espero que la nueva Administración en Medellín alcance cotas extraordinarias. Fico se encuentra en un entorno inmejorable: cuenta con mayorías amplias en el Concejo, puso gobernador, tiene un respaldo popular abrumador y una ciudadanía esperanzada tras la paliza electoral a Quintero. Contará con un presupuesto histórico y mucha gente de sectores diversos dispuesta a aportar en el nuevo Gobierno, lo cual es reconfortante. De Fico se espera una Administración excelente.
Con el inobjetable capital político que atesora hoy, tiene la oportunidad de sumar a más sectores alrededor de un nuevo contrato social para Medellín. El alcalde ha dicho querer unir a la ciudad, por ahí puede empezar. Hay que hacer un llamado a todas las fuerzas políticas para construir una visión compartida de progreso, la ciudad necesita que aprendamos a tejer más puentes y derribar muros.
Muchos éxitos a Fico, por el bien de Medellín.
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