El virus del Oropouche alerta a Cuba: aumentan los casos frente a la falta de transparencia
Esta enfermedad que se transmite por picadura de mosquito ha encontrado en Cuba un territorio fértil para expandirse. El Gobierno no ha dado datos, pero hay denuncias de cubanos que han fallecido tras ser diagnosticados con la enfermedad
Con su bata blanca, el pelo y el bigote completamente canos, y el rostro noble y cansado, el doctor Francisco Durán, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública de Cuba (MINSAP), reapareció a inicios de julio en la televisión nacional para comunicar a los cubanos que el virus del Oropouche, ese nombre raro del que tanto han oído hablar últimamente, se había extendido a 12 provincias de la Isla. También pidió a la población no subestimar sus síntomas. Los cubanos le prestan atención al doctor Durán como a casi ningún otro funcionario. Fue el rostro que apareció en la televisión, día por día, advirtiendo del peligro del coronavirus cuando la epidemia aterrizó en el país y en todo el mundo, y leyó, día por día, los nombres y apellidos de las víctimas que el virus dejó tras su paso. Aunque no se trate de la covid-19, ahora el doctor alertó a los cubanos que no se desentiendan de los riesgos de un virus tropical que ha encontrado en Cuba un territorio fértil para expandirse.
“Es importante no subestimar los síntomas porque son similares al dengue; pero el dengue sí te puede matar, de ahí la importancia que el diagnóstico lo haga un especialista”, dijo el doctor Durán, quien también insistió en que condiciones como las intensas lluvias o el calor de los meses de verano aceleran la reproducción del mosquito Culex quinquefasciatus, el vector transmisor de la fiebre de Oropouche, que habita en la isla y se reproduce con facilidad en las estanques y aguas albañales. La directora general del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), la doctora en Ciencias Vivian Kourí Cardellá, aseguró que la situación geográfica de Cuba, en la entrada del Golfo de México, además del cambio climático y los fenómenos naturales, la hace foco de infecciones como las arbovirosis.
Al día de hoy, el virus ya está presente en todas las provincias del país, con mayor fuerza en zonas rurales y semirrurales. Los cubanos, que ya han tenido que lidiar antes con epidemias como el zika, el chikungunya, la influenza H1N1, el SARS-CoV-2, la gripe aviar, la viruela del mono y con los muchísimos casos de dengue que se reportan a diario, se han alarmado no solo por la presencia de un virus del cual aún se conoce muy poco, sino por los escasos recursos con que cuenta el país para hacer frente a la enfermedad.
Aunque, hasta el momento, el Gobierno no ha hecho pública la cifra oficial de personas infectadas, la Organización Mundial de la Salud aseguró en junio que, desde que el 27 de mayo el MINSAP notificara el primer brote de la enfermedad en la provincia de Santiago de Cuba, se habían registrado en el país un total de 74 casos, de los cuales 36 eran hombres y 38 mujeres. Pero eso fue hace dos meses, por lo que se estima que las cifras hoy son mucho mayores.
El virus Oropouche fue detectado por primera vez en 1955 en Trinidad y Tobago, aunque se considera que la primera gran epidemia tuvo lugar en 1960 en Brasil. Hasta hoy nada prueba que la enfermedad se transmita de persona a persona, sino a través de las picaduras de mosquitos, jejenes y garrapatas. En Cuba es la primera vez que se tiene noticias de su presencia. En América Latina suman más de 7.700 los casos reportados desde Brasil, Ecuador, Guyana Francesa, Panamá, Bolivia, Perú o Colombia. En Europa, países como España, Italia y Alemania han registrado varios casos de personas infectadas con Oropouche, la mayoría tras sus recientes viajes a Cuba.
Las autoridades médicas del país y los pacientes han descrito síntomas como altas fiebres, molestias por la luz, cansancio, dolores musculares y de cabeza, rigidez en las articulaciones, vómitos o náuseas, que pueden extenderse por varias semanas. Por el momento, hay una tendencia de las autoridades a disminuir el impacto mortal del virus, a pesar de que ya se reportaron los primeros dos fallecidos al noroeste de Brasil. Aunque el Gobierno de Cuba asegura que no ha registrado pacientes en estado de gravedad ni muertes, ya hay varias denuncias de cubanos que han fallecido tras ser diagnosticados con la enfermedad.
El padrastro de Ian Mario, un hombre “saludable” de 70 años, falleció hace unas semanas, al cuarto día de que le diagnosticaron Oropouche en un centro médico de Cienfuegos. “En mi barrio casi todo el mundo prácticamente tenía la enfermedad”, dijo Ian Mario a EL PAÍS. “Mi padrastro se fue complicando, tenía fiebre, cansancio, y llegó el momento en que no podía orinar. Finalmente murió por una obstrucción urinaria. Al parecer, este virus desencadenó un grupo de problemas en su organismo. Todo fue muy rápido, de un momento a otro lo llevaron al hospital y a las horas le dijeron a mi mamá que le quedaba muy poco tiempo de vida. Ella no se lo podía creer. Fue así de golpe, al momento había muerto”.
“Síndrome febril” en lugar de Oropouche
Varias denuncias en redes sociales aseguran que el Gobierno cubano esconde las cifras reales de los enfermos de Oropouche, nombrando la enfermedad como “síndrome febril”. El panorama es desalentador en un país donde, al menos en la provincia de Guantánamo, se reportan 150 “casos febriles” por semana, según las propias fuentes oficiales. Uno de los casos que ha acaparado la atención de la prensa independiente fue el del joven de 22 años Richard Daniel Nieves Chaveco, quien ingresó en el Hospital Ambrosio Grillo de Santiago de Cuba con síntomas de la fiebre de Oropouche y falleció tres días después.
Las autoridades sanitarias no contemplan la relación de estas muertes con el nuevo virus, y el doctor Durán ha dicho que aunque “no se reportan casos graves, críticos, ni fallecidos por el Oropouche, no por ello se le puede restar importancia”. En el país —que comenzó una investigación junto a Rusia sobre la enfermedad en la región del Caribe— no se ha decretado una alerta sanitaria. No obstante, desde el primero de agosto la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitieron una alerta epidemiológica instando a reforzar “las medidas de vigilancia entomológica, control vectorial y de protección personal de la población a mayor riesgo”.
Hasta el momento no existen vacunas o tratamientos específicos para la enfermedad, y en Cuba las autoridades han aconsejado tomar abundante líquido y mantener la higiene para evitar la propagación del vector. El hecho de que “se conoce muy poco acerca de las secuelas” que pueda dejar la infección, como aseguró la doctora Carilda Peña García, viceministra del MINSAP, hace que muchos sientan miedo de la presencia del virus en un país que atraviesa su peor crisis sanitaria, con escasez no solo de médicos, sino de recursos en los hospitales o disponibilidad de medicamentos en las farmacias.
El mismo gobernante cubano, Miguel Díaz-Canel, reconoció que este año seguiría la “carencia de medicamentos”, y el grupo empresarial biofarmacéutico BioCubaFarma afirmó que en julio escaseaban 251 medicinas de las que se fabrican en el país. Ante la escasez, muchas personas han tratado de aliviar las fiebres con tés naturales, pero las autoridades han alertado públicamente que eliminen esta práctica, ya que muchos niños infectados con el virus terminan con cuadros diarreicos o vómitos.
La falta de combustible es otra de las causas que contribuye con la propagación del Oropouche en Cuba. El propio doctor Durán aseguró recientemente que el país no cuenta con insecticidas ni combustible para llevar a cabo campañas de fumigación contra los mosquitos, que suelen ser particularmente molestos durante las horas de apagón. Muchas son las denuncias en los últimos tiempos a causa de la acumulación de basura en todo el país, y fundamentalmente en La Habana, donde no solo no hay combustible, sino tampoco camiones para eliminar los enormes basureros que crecen en cada esquina. Un informe del Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana (OCAC) asegura que en la ciudad, donde se producen 23.000 metros cúbicos diarios de basura, las autoridades sólo recogen el 68%, mientras unos 7.600 metros cúbicos permanecen esparcidos por la capital, donde se han reportado no pocos casos de dengue.
Siga toda la información de El PAÍS América en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.