Ilan Goldfajn: “El crimen organizado trabaja sin fronteras. Hay que aliarse para quitarle el oxígeno”
El presidente del BID aboga por regular el sistema financiero para identificar los flujos ilícitos y devolver ese dinero a las economías regionales
El presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Ilan Goldfajn, (Haifa, 58 años), es un economista que parece sentirse tan cómodo en reuniones de alto nivel o en las oficinas del Banco Central de Brasil (BCB), un organismo que dirigió entre 2016 y 2019, como en visitas sobre el terreno a los proyectos del multilateral que ahora dirige. Por eso, para justificar la necesidad de “quitarle el oxígeno” al crimen organizado, el principal objetivo de la Alianza para la Seguridad, la Justicia y el Desarrollo, que impulsa el BID en apoyo con el Banco Mundial y CAF, el brasileño no recurre solo a las cifras que hablan del daño que la violencia le hace a la sociedad y a la economía de América Latina —una herida que le resta un 3,5% a su PIB—, sino que también cuenta su propia experiencia en distintos puntos del continente.
“Ecuador es un país que tiene un grave problema, pero que está llevando la gestión de seguridad muy en serio”, dice en entrevista con EL PAÍS esta semana, recién aterrizado de Guayaquil, donde presentó la iniciativa por la que, explica, ya se han interesado 12 países. “El problema no es de Ecuador, el problema es de la región. Yo desde que llegué al BID, en cada país que voy, me lo plantean. Antes era más concentrado y ahora se generalizó”. De la minería ilegal en la Amazonia o los carteles que controlan el tráfico de drogas y personas en México o Ecuador —donde entre 2018 y 2023 la tasa de homicidios aumentó en un 650%—, a las bandas surgidas en las cárceles venezolanas que ya tienen presencia regional o las pandillas centroamericanas, el crimen organizado se ha transformado en la región.
El BID lleva más de dos décadas promoviendo programas de seguridad en la región, como la reforma policial que redujo significativamente la tasa de homicidios en Honduras, el programa de fortalecimiento policial y de construcción de centros cívicos en el sur de Brasil, o las estrategias de interruptores de violencia y mediadores comunitarios implementados en Uruguay y en Trinidad y Tobago que disminuyeron las agresiones y tiroteos en esas zonas. Pero Goldfajn no se deja llevar por el optimismo. “El pasado nos ayuda, pero hay que tener un enfoque nuevo para el problema actual, que es un problema más organizado, más regional, que no respeta fronteras y que tiene sus negocios, su dinero”, sostiene. Su apuesta es ser “puente” entre Gobiernos, empresas y otros bancos multilaterales. “Todo eso necesita alianzas, trabajar sin fronteras, así como el crimen también trabaja sin fronteras”, reconoce. “Hay que aliarse para quitarle oxígeno”.
Pregunta. Una funcionaria de su banco, Natalia Alvarado, decía esta semana en Guayaquil que el crimen organizado ha logrado más rápido que nadie la tan buscada integración regional. Por el contrario, en América Latina lo que vemos hoy es polarización. ¿Cómo conseguir alianzas sostenibles en el tiempo en este contexto?
Respuesta. Hay que hacerlo con instituciones del Estado, que van más allá que un Gobierno o un país, las policías, las agencias que están ahí más allá de un Gobierno. Con el BID, que se queda ahí, que está hace 65 años y en seguridad ha trabajado ya más de 20 años. Hay que darle fuerza a la justicia, que no cambia de un Gobierno a otro, tiene su fuerza. Entonces la alianza que presentamos es una respuesta para que intentemos esta vez de organizarnos regionalmente, para actuar localmente, movilizando recursos y colaborando entre todos. Y yo he dicho que me gustaría que esto sea una marca de mi administración, que el BID sea puente entre los países, puentes entre un Gobierno y el próximo Gobierno, puente del sector público y el sector privado, puente entre los donantes y los países de la región, y puente de estos problemas y su solución futura.
Pregunta. Habla usted de fortalecer la justicia. Sin embargo, vemos tendencias preocupantes en la región al respecto: por un lado, hay sistemas autoritarios que hacen que esa justicia no sea tan independiente, y, por otro, vemos países donde la justicia está cooptada, como Guatemala.
Respuesta. Yo creo que para el desarrollo de la región necesitamos recuperar la estabilidad. Y mucha gente lo ve como la estabilidad financiera, como la estabilidad fiscal. Pero la estabilidad es también recuperar el estado de derecho. Trabajar por la justicia es trabajar por más democracia y, si puedes tener estabilidad en términos de seguridad, significa que van a entrar más inversiones. Y si van a entrar más inversiones, te puedes desarrollar, que es algo muy importante por un banco como el BID, que un banco de desarrollo. Y, si te desarrollas y creces, tienes más empleos, y, si tienes más empleos, puedes combatir la pobreza.
Fortalecer las instituciones, fortalecer la justicia, recuperar el estado de derecho, estabilizar la seguridad es el camino, el desarrollo para crear empleos para reducir la pobreza, que es el objetivo de un banco como el BID. No podemos pensar que nuestros problemas son problemas que se pueden abarcar en lugares pequeños geográficamente. Hoy hay un negocio regional de los ilícitos, hay recursos permanentes, no son apenas extorsiones en la esquina, que son preocupantes, entonces nosotros tenemos que pensar en el Estado, en las instituciones, en la justicia y eso se va a quedar. Tenemos que sacarle el oxígeno a lo que no nos lleva a una estabilidad.
P. Los modelos del BID para promover la seguridad son de prevención y promoción de justicia. Pero en la región parece triunfar el ‘modelo Bukele’, de mano dura, incluso por encima del respeto de los derechos humanos. ¿Cuál es su visión al respecto?
R. Yo creo que el modelo que funciona de una forma sostenible es el que recupera el estado de derecho, que recupera la democracia, que genera estabilidad y, por lo tanto, las condiciones para el crecimiento. Eso no es una tarea fácil. No es una tarea local. Lo que funciona localmente puede no ser algo que funcione de una forma y a una escala que se necesita. Y lo que es popular es lo que funciona a largo plazo, y eso es lo que es importante y por eso estamos trabajando juntos para que se cambie de una vez, porque no serán soluciones locales que van a resolver un problema regional.
P. Para quitarle el oxígeno al crimen organizado, han puesto el foco en el uso de datos y en la tecnología, algo que ya están haciendo los propios carteles. ¿Cómo prevén hacerlo?
R. Es muy importante porque tenemos que trabajar en el conocimiento y las herramientas. Nosotros, con el Banco Mundial y con la CAF, firmamos un acuerdo para trabajar esas cuestiones. Para sacar el oxígeno a los flujos financieros es importante cómo lo haces, tener un nuevo enfoque. Hay que sacar la influencia a las poblaciones más vulnerables, reforzar el Estado y cortar el flujo, que significa, en primer lugar, tener los datos, la evidencia y la tecnología. Puedes usar inteligencia artificial para saber si los crímenes están localizados en un sitio. Por ejemplo, el presidente [Daniel] Novoa, de Ecuador, decía que una buena parte de los crímenes identificados estaban ahí cerca de Guayaquil. Eso es inteligencia, usar las tecnologías. Ahora, si identificas lavados de activos, puedes usarlo para investigar mejor los delitos y tener evidencia. Después, puedes recuperar el dinero, las ganancias y usar ese dinero para la reparación de las víctimas. Los Gobiernos tienen un presupuesto, una cantidad de dinero limitado, entonces tenemos que utilizar lo que tenemos y lo que consigamos en eso.
Iniciativas como el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) tienen estándares. No tenemos que inventar la rueda. Tenemos que diseñar e implementar estrategias internacionales, tenemos que hablar con los bancos, con las empresas para que respeten las reglas. Tenemos que hacer regulación. Yo fui el presidente del Banco Central de Brasil y sé lo poderosa que puede ser la regulación del sistema financiero para identificar los ilícitos, eso existe. Hay que regularlo, tener evidencia para que podamos investigar, recuperar y utilizar. Tenemos que tener unidades especializadas contra el crimen, no solamente el Ministerio de Justicia o en la unidad de finanzas ilícitas que está en el Ministerio de Hacienda. Hay que tener unidades que junten a todos, que el Gobierno diga esta es la unidad de seguridad. Y tenemos que tener transparencia. Si vamos a tener activos virtuales que la gente usa, está bien, pero que sean transparentes, que sepamos quiénes son los dueños, de dónde viene, cómo lo mandas, quien recibe y quién manda. Y lo último son las fronteras. Entonces fíjate lo que estoy diciendo: sacar el oxígeno es utilizar estándares internacionales, traer la banca, tener una unidad externa, tener transparencia —nada anónimo—, y mirar a las fronteras. Son todas cosas muy concretas que se puede trabajar para sacar el oxígeno.
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