Maduro nombra ministro a Álex Saab
El empresario colombiano, procesado en su día por la justicia de Estados Unidos como presunto testaferro del presidente de Venezuela, fue liberado en diciembre de 2023 durante un canje de presos
Álex Saab, preso en su día en Estados Unidos por lavado de dinero y por ser, presuntamente, el testaferro de Nicolás Maduro, ha sido nombrado este viernes ministro de Industria y Producción Nacional, en sustitución de Pedro Tellechea, destituido de forma intempestiva tras solo dos meses en el cargo. Saab fue liberado en diciembre de 2023 durante un canje de presos entre Caracas y Washington, después de varios acuerdos entre los dos países, en los que se incluía celebrar elecciones presidenciales en julio de este año.
Saab, empresario barranquillero llegado a mediados de los 2000 a Venezuela en busca de suerte, consiguió importantes contratos con el chavismo, como el de las cajas de distribución de cajas de comida llamadas CLAP. En paralelo, se encargaba de la construcción de viviendas públicas. Durante mucho tiempo fue un empresario en la sombra, aunque muy conectado con Maduro y toda la cúpula del Gobierno venezolano. Sin embargo, una investigación del portal Armando.info sobre la mala calidad de las CLAP, con leche y otros productos caducado, sacó a la luz su nombre, al que se asoció a partir de entonces con la corrupción.
Maduro informó del nombramiento a través de Telegram, donde dijo que Saab “impulsará el desarrollo de todo el sistema industrial de Venezuela en el marco del proceso de construcción del nuevo modelo económico” y le deseó “todo el apoyo para la inmensa tarea que tiene que cumplir”. La justicia estadounidense siempre ha sospechado que Saab es un testaferro del presidente de Venezuela, que le ha ayudado a ocultar una gran fortuna. El colombiano fue arrestado en junio de 2020 en Cabo Verde, donde había parado a repostar su avión, que volvía de Teherán. Allí fue apresado y enviado, más tarde, a Miami. El FBI llevaba tiempo tras sus pasos.
La de Saab es una figura controvertida. Cuando comenzaron a salir las primeras historias en las que se le vinculaba con casos de corrupción, el Gobierno de Maduro mantuvo un perfil muy bajo respecto a su existencia misma. Había algo de fantasma en Saab. Tras su detención en Cabo Verde todo se precipitó. Maduro dijo que se trataba de un diplomático, por lo que retenerlo contravenía el derecho internacional. El chavismo comenzó una campaña para lograr su liberación con una insistencia que no se ha conocido en los 25 años de revolución bolivariana. Las calles de las ciudades de Venezuela se llenaron de grafitis con la leyenda “liberen a Saab” sobre la silueta de su rostro. El caso pasó a ser un conflicto -otro más- entre Washington y Caracas.
Saab llegó a Venezuela después de varios negocios fracasados en Barranquilla, su ciudad natal. A través de la senadora colombiana Piedad Córdoba se adentró en el chavismo, donde le esperaría mejor fortuna. Córdoba, cercana a Chávez, medió en la liberación de secuestrados por la guerrilla de las FARC, un gesto humanitario que le valdría ser perseguida de por vida por la derecha colombiana, hasta su muerte, a principios de este año. Saab cayó de pie en la corte de Chávez, al que le quedaban solo dos años de vida. De hecho, en un vídeo de 2011 se le ve firmando un acuerdo binacional entre Chávez y Juan Manuel Santos, en su calidad de empresario colombiano. Era solo el principio de su inmersión en el entorno de Chávez y, más tarde, en el del propio Maduro.
El nombramiento inesperado de Saab ocurre en un momento de cambios en el chavismo, después de toda la disputa que mantiene el chavismo casi con el resto del mundo, que desconoce su victoria en las elecciones presidenciales. El CNE, la autoridad electoral, se ha negado a presentar las pruebas de una supuesta victoria de Maduro frente a Edmundo González, el candidato opositor. Tras lo ocurrido, Diosdado Cabello, una de las figuras más importantes del oficialismo, fue colocado como ministro del Interior, la parte detrás de la represión llevada a cabo contra la oposición y los ciudadanos que se han manifestado por el fraude electoral.
Además, esta semana fueron destituidos los directores de las dos agencias de inteligencia, el del Sebin (civil) y el del DGCIM (militar). Ambos llevaban una década en el cargo. Estos días también se pone en duda la continuidad de Tarek William Saab al frente de la Fiscalía, lo que supondría quitar de un puesto relevante a un histórico, que también perteneció a los círculos cercanos a Chávez. Saab fue deslegitimado en público por el Gobierno venezolano después de que dijera, en televisión, que Lula, presidente de Brasil, era un agente de la CIA.
La historia de Saab, el empresario, da para diez vidas. Se casó con una local de familia palestina con la que montó una fábrica de vaqueros, según el libro Alex Saab, la verdad, del investigador Gerardo Reyes. Más tarde abrieron una pequeña maquila de toallas que llegó a contar con 3.000 trabajadores. La política de apertura económica del presidente liberal César Gaviria (1990-1994), cuenta Reyes, inundó de paños chinos el mercado y mandó a la quiebra el negocio que hasta ese momento había sido uno de los emblemas de Barranquilla.
El sueño dorado de los jóvenes de esa ciudad, en la que convivían en colegios privados los hijos de la pequeña burguesía y los de los narcotraficantes, fuera del radar de las autoridades que gastaban todas sus energías en perseguir a Pablo Escobar, era hacer fortuna en Miami. Saab no fue una excepción. En 1995 creó una empresa para expandir allí el negocio de toallas de su padre. Sin embargo, en un incidente confuso, en el que un oficial de la aduana encontró cocaína en solución líquida esparcida sobre uno de sus cargamentos, se acabó la aventura. Saab no pudo volver a ingresar en Estados Unidos.
De vuelta a Barranquilla fundó una empresa de venta de objetos de publicidad para supermercados y gasolineras. El negocio parecía ir bien, hasta que en 2009 comenzaron a perseguirle los bancos y los acreedores. Según la documentación de esa época, en ese momento era un hombre en bancarrota. Es entonces, de acuerdo a la historia de Reyes, cuando le presentan a un tal Álvaro Pulido, un empresario de la construcción con domicilio en Bogotá al que le estaba yendo muy bien en Venezuela.
A partir de aquí comienza un relato de empresas fantasma, paraísos fiscales, funcionarios que se dejaban sobornar. Como socios, se aprovecharon de Cadivi, un sistema venezolano diseñado para controlar las divisas a las empresas que importaban mercancías, que utilizado de mala manera permitió a empresarios multiplicar por cuatro o cinco los dólares en el mercado negro. Saab apostó 30 millones de dólares a este esquema de negocio en un momento fatídico: Chávez congeló todos los pagos de Cadivi a empresas colombianas por su enfrentamiento con el presidente vecino, Álvaro Uribe.
Con el tiempo, Saab se convirtió en el hombre para todo, el que era capaz de hacer cualquier negocio, evadir cualquier sanción de Estados Unidos: un conseguidor, la persona a la que llamar por teléfono cuando hay problemas. Mientras estuvo detenido, en Venezuela permaneció su segunda esposa, la exmodelo Camilla Fabri. El Gobierno de Maduro la protegió, y de hecho la promocionó. La nombró negociadora con Estados Unidos en los diálogos de México y, más recientemente, fue jurado de un concurso televisivo de música en el que se eligió la canción de campaña de Maduro.