Murillo se enfrentó a Petro por el nombramiento de Daniel Mendoza como embajador en Tailandia
El canciller colombiano le expresó al presidente su repulsa por sus “referencias apologéticas” a la violencia hacia las mujeres y las niñas y logró frenar su designación en menos de 10 horas
Gustavo Petro estaba convencido de mantener la designación del escritor y activista Daniel Mendoza como embajador de Tailandia, pese a que en los días posteriores al anuncio aparecieron una serie de mensajes en Twitter en los que Mendoza sexualizaba a niñas y adolescentes —él argumenta que pertenecen a extractos de uno de sus libros, pero se han investigado y no se encuentran esas citas—. Sin embargo, se encontró con la firme oposición de su ministro de Exteriores Luis Gilberto Murillo, que al encontrar esos extractos en las informaciones que se publicaron tuvo que dejar de leerlas por sentirse violentado y no permitió que sus asesores las leyeran en alto durante sus reuniones. Murillo y Petro discutieron por este asunto como pocas veces ha ocurrido entre los dos, según fuentes enteradas de primera mano del caso.
Murillo se opuso de manera frontal a la designación de Mendoza. Le dijo al presidente que se trataba de algo “inviable”. El canciller se encontraba en Chile cuando estalló la polémica, pero cuando llegó a Bogotá, 10 horas después, logró que el activista “declinara” el nombramiento, de acuerdo a estas mismas fuentes. De todos modos, el canciller no quiere abrir más vías de controversia con Petro, que ha recapacitado y cambiado su criterio, algo que no ocurre con demasiada frecuencia. Murillo y Petro acercarán posturas este domingo en islas Galápagos, donde se han encontrado con el presidente ecuatoriano Daniel Noboa, y por la tarde en México, su siguiente escala.
A Petro le han llovido las críticas por nombrar embajador a Daniel Mendoza, un abogado sin experiencia diplomática señalado de machismo. Incluso desde sus propias filas, como dejó en evidencia su número dos, Francia Márquez. “Siempre es importante escuchar a nuestro pueblo”, le escribió al mandatario la noche del viernes en un mensaje publicado en sus redes sociales. “Como vicepresidenta de la República y ministra de la Igualdad y la Equidad no puedo tolerar la misoginia”, advertía. Poco después, esa respuesta airada de Francia más la firmeza de Murillo tumbaron el nombramiento.
Mendoza quiso hacer ver que renunciaba por su propio pie, incluso puede que desde la Casa de Nariño le hicieran verlo así. Las alertas cognitivas quedan en suspenso en las cercanías del poder máximo. De la planta noble de la residencia presidencial hay mucha gente que sale creyendo haber tomado sus propias decisiones, pero en realidad la astucia del propio Petro y la gente le rodea construye ese espejismo. También el propio autoengaño aparece y todo el mundo queda contento con la solución. Este ha sido el caso de Mendoza.
La misoginia evidente del activista, que ha publicado un documental que señala a Álvaro Uribe de ser un criminal, ha sido una evidencia demasiado fuerte que no ha logrado esquivar ni el propio Petro, a pesar de las explicaciones del presidente en redes sociales. Petro sostenía que los mensajes de Mendoza pertenecían al ámbito artístico y, en un giro sorprendente, comparaba a Mendoza, pese a su limitado talento, con Vladimir Nabokov o Henry Miller, genios de la literatura que exploraron los límites de la sexualidad en sus obras. “¿Cómo esperan que un Gobierno libertario y progresista prohíba el amor?”, dijo el jueves en un discurso que no apaciguó los ánimos. El propio Mendoza ha asegurado que todo es un malentendido. Alega que, hace una década, citó en X –entonces Twitter– a personajes de su novela El diablo es dios, y que esos mensajes misóginos no representan sus opiniones.
La decisión de Petro ya había sido duramente criticada desde distintas orillas por feministas, diplomáticas y líderes políticos. “Eso no es amor. Son modalidades de violencia sexual contra la mujer, y peor aún contra las niñas”, señaló la defensora del Pueblo, Iris Marín, en uno de los pronunciamientos más contundentes.
La Cancillería ha prometido adelantar una política exterior feminista, un punto que resaltaron la mayoría de las críticas, que incluyeron a funcionarias del servicio exterior. “He comunicado mis preocupaciones en privado y ahora lo hago en público: los trinos del Sr Mendoza constituyen violencia de género”, escribió en su cuenta de X Laura Gil, representante ante la ONU en Viena y vicecanciller en el primer tramo del Gobierno. Arlene Tickner, embajadora itinerante para Asuntos de Género y Política Global Feminista, rechazó “categóricamente” los trinos de Mendoza, al que había invitado a declinar su aspiración de ejercer un cargo diplomático, como al final ocurrió.
El Gobierno ha sido muy criticado en estos dos años y medio por nombrar políticos cuestionados en misiones diplomáticas. En algunos de los casos más recientes, Petro ha mantenido al cónsul de México, Andrés Hernández, a pesar de las acusaciones de estafa y acoso en su contra, y también sostuvo como embajador ante la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en Roma, al ahora consejero presidencial Armando Benedetti, señalado de violencia machista.