Milei convoca a “la casta” a sumarse a su proyecto ultra entre descalificaciones a sus adversarios

El presidente argentino ofrece dinero a las provincias a cambio de apoyo legislativo y pide “paciencia y confianza” a la población

Javier Milei, en el Congreso argentino, en Buenos Aires, este viernes.Foto:  Pablo E. Piovano  | Vídeo: EPV

Javier Milei quiere refundar Argentina y advierte de que está dispuesto a hacerlo con ayuda de la política o sin ella. En la apertura de las sesiones ordinarias en el Congreso, el presidente argentino criticó este viernes con dureza a los legisladores que rechazaron su ley de reforma radical del Estado y anunció un paquete de medidas “anticasta” para quitarles privilegios. Pero a continuación les tendió la mano: ofreció alivio fiscal a las provin...

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Javier Milei quiere refundar Argentina y advierte de que está dispuesto a hacerlo con ayuda de la política o sin ella. En la apertura de las sesiones ordinarias en el Congreso, el presidente argentino criticó este viernes con dureza a los legisladores que rechazaron su ley de reforma radical del Estado y anunció un paquete de medidas “anticasta” para quitarles privilegios. Pero a continuación les tendió la mano: ofreció alivio fiscal a las provincias a cambio de la aprobación de la ley rechazada y convocó a oficialistas y a opositores a un gran pacto nacional que incluye desregular el mercado laboral y reabrir el sistema jubilatorio a capitales privados.

Milei pidió “paciencia y confianza” a la sociedad argentina, que en los últimos meses ha sufrido en carne propia las consecuencias de uno de los recortes del gasto público más abruptos de la democracia argentina. Los próximos meses serán aún más duros, pero el sacrificio valdrá la pena, prometió.

A los políticos les pidió “deponer los intereses particulares” en aras de un “Pacto de Mayo” —como llamó al acuerdo que pretende firmar en la ciudad de Córdoba el 25 de mayo— encaminado a liberalizar la economía argentina y reducir el Estado al mínimo. Entre los diez puntos de su proyecto ultraliberal destaca también la apertura comercial de Argentina y la obligatoriedad de tener cuentas con equilibrio fiscal.

El Gobierno tiene una tarea titánica para sumar a la causa a los gobernadores de las provincias y a los legisladores opositores dada la desconfianza mutua y la gran polarización de Argentina. “Los invito, pero no creo que vengan”, dijo Milei casi al final de un discurso cargado de dardos contra ellos.

La estrategia del palo y la zanahoria tuvo un destinatario claro: los gobernadores de las provincias argentinas, claves para decantar el voto de los legisladores de sus territorios. El oficialismo no controla ninguna de las 24 jurisdicciones del país y en las últimas semanas ha mantenido una guerra abierta con los gobernadores por la suspensión de transferencias millonarias. El mandatario de la provincia patagónica de Chubut, Nacho Torres, llegó a amenazar a Milei de interrumpir el suministro de gas y petróleo si no recibía los fondos retenidos. El presidente les ofrece dinero a cambio de un apoyo político que hasta ahora le ha sido esquivo.

El momento más crítico en la relación de Milei con el Poder Legislativo fue el pasado 6 de febrero, cuando la Cámara de Diputados rechazó artículos clave de la ley con la que el Gobierno buscaba desguazar el Estado argentino. Conocida como ley ómnibus por su gran extensión, concedía poderes legislativos a Milei durante dos años, abría la puerta a la privatización de las empresas públicas e incluía reformas el sistema fiscal, tributario, educativo, sanitario y laboral, entre otros. Furioso por la derrota, Milei dio orden de retirar la iniciativa parlamentaria y se descargó a través de las redes sociales contra gobernadores y diputados.

Aunque ha declarado que no necesita al Congreso para gobernar, la oferta de este viernes muestra lo contrario. Su partido, La Libertad Avanza, tiene una debilidad parlamentaria inédita desde el regreso de Argentina a la democracia: sus escaños representan el 15% de los diputados de la Cámara Baja (38 de un total de 257) y el 10% del Senado (7 de 72).

Milei llegó al Congreso minutos antes acompañado de su hermana, Karina Milei, la persona de mayor confianza para el mandatario, hoy secretaria general de la Presidencia. Al final de las escalinatas, lo esperaba la vicepresidenta, Victoria Villarruel, quien un rato antes había abierto la sesión legislativa. Antes de pasar al atril y empezar a hablar, Milei firmó el libro de honor de la Cámara de Diputados, donde dejó manuscrito su consigna más repetida: “Viva la libertad carajo”. Después palmeó espaldas, apretó manos y besó. Empezó entonces a leer su discurso, que duró poco más de una hora.

“Orgía de gasto público”

El ultraderechista dedicó la primera mitad de su alocución a describir el que, según él, es “el momento más crítico” de la historia argentina, con una inflación que supera el 254% y una proyección de la pobreza del 60%. Aunque esos índices se dispararon tras las primeras medidas de su Gobierno, el mandatario lo achacó enteramente a sus antecesores. “Esta locura a la que nos ha llevado el populismo ha hecho que el salario promedio en dólares, al tipo de cambio paralelo, sea de 300 dólares (…) El populismo nos quitó el 90% de nuestros ingresos, llegando a un nivel de locura tal en el que un tercio de los trabajadores formales son pobres”, dijo.

“Luego de más de 100 años de insistir en un modelo empobrecedor los últimos 20 años han sido un desastre económico, una orgía de gasto público, emisión descontrolada, que tuvo como resultado la peor herencia que ningún gobierno en la historia argentina haya recibido jamás”, dijo el presidente sobre los 16 años que gobernó el peronismo y los cuatro que lo hizo la derecha de Mauricio Macri, hoy su socio. Milei, a riesgo de repetirse a sí mismo, enumeró algunos de los componentes de esa “herencia”: una deuda externa “descomunal”, reservas “negativas” en el Banco Central, precios “reprimidos” y una emisión monetaria “desenfrenada”.

Milei describió también a una “sociedad abandonada a su suerte” en materia de seguridad, con las calles “tomadas por el caos y el desorden” y las fuerzas de seguridad “maltratadas y pisoteadas”; una crisis en la educación “que arrastra décadas” y otra “de desabastecimiento en salud”. Además, arremetió contra el modelo de asistencia social por considerar que “funciona como botín de guerra para organizaciones de izquierda”. El Gobierno ha suspendido los envíos de alimentos a los comedores que alimentan a millones de ciudadanos que no tienen para comer.

A diferencia de su mensaje de investidura, Milei hizo hincapié esta vez en la corrupción de la política. “El Estado es una organización criminal diseñada para que en cada trámite haya una coima [soborno]”, dijo el mandatario, con referencias directas al escándalo por la supuesta contratación irregular de seguros que salpica al expresidente Alberto Fernández.

A continuación, Milei trazó una frontera imaginaria entre la casta —integrada por políticos, sindicalistas, empresarios y periodistas— y los argentinos de bien y anunció un paquete de medidas para eliminar privilegios de los primeros. Los sindicatos deberán celebrar elecciones libres, desaparecerán las jubilaciones de privilegio del presidente y vicepresidente, los altos cargos condenados por corrupción perderán sus beneficios y no podrán presentar candidaturas y se reducirá el número de asesores políticos por ley, entre otras. El Gobierno cerrará también la agencia estatal de noticias, Télam, por considerarlo un espacio de “propaganda kirchnerista”. “La casta no aplaude, no aplaude”, cantaban desde los palcos altos cargos oficialistas y simpatizantes invitados por el Gobierno.

Milei sostiene que el déficit fiscal es la causa central de la decadencia argentina y anunció que presentará un proyecto para penalizar por ley al presidente y a los legisladores que aprueben un presupuesto deficitario.

Fue la primera vez que Milei hablaba frente al Congreso. En su investidura presidencial, el 10 de diciembre, optó por dar la espalda a los legisladores en un gesto simbólico con el que buscaba diferenciarse de ellos. Esta noche volvió a romper la tradición: el discurso arrancó a las nueve de la noche, en vez de tener lugar de alrededor del mediodía. Tras finalizar, parte de la oposición que lidera el expresidente Mauricio Macri respaldó la convocatoria de un acuerdo nacional. El peronismo de Unión por la Patria, en cambio, mostró su rechazo tajante.

Protesta fuera del Congreso

Mientras el presidente hablaba ante el Congreso, miles de personas se concentraron fuera para manifestarse en su contra. Los alrededores del centro de Buenos Aires, vallado y vigilado por 5.000 policías desde media tarde, se convirtió en una mazmorra para curiosos que buscaban acercarse al Congreso y oficinistas que no conseguían sortear los controles a su alrededor para llegar a sus hogares.

Movimientos sociales de izquierda se manifestaron en la plaza frente al Congreso desde las tres de la tarde, y cientos de autoconvocados se acercaron hasta las vallas que rodeaban el recinto por la noche. Ninguno logró escuchar a Milei, que dentro el recinto prometía un nuevo pacto social para desregularizar el trabajo y abrir el sistema jubilatorio a capitales privados.

La respuesta callejera, sin embargo, fue clara. “La patria no se vende”, gritaban los manifestantes, “Milei, basura, vos sos la dictadura”, arengaban. En la esquina de Callao y Rivadavia, justo frente al Congreso la policía reprimió con gases lacrimógenos a algunos manifestantes que intentaron voltear una valla que los separaba de otros que fueron a mostrar su apoyo a Milei. “¡Váyanse a Cuba! ¡Viva la libertad!”, gritaban estos desde el otro lado, donde tampoco nadie sabía que estaba diciendo el presidente.

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