La ofrenda y la mirada
La conquista de Antonio Colinas reside en que su indagación en la memoria libresca se erige en reflejo especular de la condición humana
Resulta habitual que la imagen de un poeta quede fijada a aquellas entregas que le franquearon el acceso al Parnaso. En el caso de Antonio Colinas, su trayectoria parece subsumirse en las dos notas que predominaban en Sepulcro en Tarquinia (1975): por un lado, la emoción arqueológica, ligada al tema de las ruinas y a la declinación vital; por otro, un trémulo neorromanticismo que en ocasiones se presentaba bajo una densa pátina referencial.
Su libro más reciente, ...
Resulta habitual que la imagen de un poeta quede fijada a aquellas entregas que le franquearon el acceso al Parnaso. En el caso de Antonio Colinas, su trayectoria parece subsumirse en las dos notas que predominaban en Sepulcro en Tarquinia (1975): por un lado, la emoción arqueológica, ligada al tema de las ruinas y a la declinación vital; por otro, un trémulo neorromanticismo que en ocasiones se presentaba bajo una densa pátina referencial.
Su libro más reciente, En los prados sembrados de ojos, demuestra que ese retrato robot solo se corresponde parcialmente con una escritura capaz de adaptarse a registros dispares. Dividido en seis partes con relativa autonomía, el poemario se articula en torno a varias dualidades recurrentes: la plasticidad pictórica y el abismo del pensamiento, la tersura descriptiva y el alumbramiento visionario, la historia colectiva y la intrahistoria personal, el ansia de infinitud y la conciencia de la caducidad. No obstante, estas dicotomías se proyectan en un universo reconocible en el que convergen la filosofía budista, la pincelada ecfrásica y la viñeta cultural.
Si de lo primero da ejemplo el apartado ‘Del Extremo Oriente’, la vertiente pictórica cristaliza en una galería portátil en la que los lienzos modernistas de Anglada Camarasa desafían los límites entre contemplación y fabulación: “Deja la ofrenda de posar tus ojos / en nuestros ojos”. Con todo, los principales hallazgos de En los prados… obedecen a un culturalismo interiorizado que sacrifica la exhibición erudita en aras de la polifonía discursiva, desde la semblanza de una Santa Teresa más ascética que mística hasta el homenaje a un Cervantes que encarna los valores humanistas, pasando por la evocación de un Góngora sin los acarreos del gongorismo o del Machado póstumo de los “días azules”.
La conquista de Colinas reside en que esa indagación en la memoria libresca no se levanta de espaldas al presente (ahí está ‘Un ruego en tiempos de pandemia’), sino que se erige en reflejo especular de la condición humana, empeñada en formularse una y otra vez las mismas “preguntas que Virgilio, o Leopardi, o Rilke / (o cualquier hombre despierto) / se hicieron”.
En los prados sembrados de ojos
Autor: Antonio Colinas.
Editorial: Siruela, 2020.
Formato: 159 páginas. 19,95 euros.