José María Velázquez-Gaztelu: “Yo me siento dentro del flamenco, no soy un espectador”

El director y presentador del programa de radio ‘Nuestro flamenco’ publica un libro de entrevistas realizadas a los principales protagonistas del género de los últimos 50 años

José Maria Velázquez-Gaztelu, periodista y flamencólogo.Santi Burgos

Se cumplen 50 años de la emisión en La 2 de RTVE de la serie Rito y geografía del cante, el documento más influyente de la historia del flamenco. Su creador, José María Velázquez-Gaztelu, que lleva los últimos 37 años al cargo del programa de radio Nuestro flamenco, también acaba de publicar un libro de entrevistas, ...

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Se cumplen 50 años de la emisión en La 2 de RTVE de la serie Rito y geografía del cante, el documento más influyente de la historia del flamenco. Su creador, José María Velázquez-Gaztelu, que lleva los últimos 37 años al cargo del programa de radio Nuestro flamenco, también acaba de publicar un libro de entrevistas, De la noche a la mañana. Medio siglo en la voz de los flamencos (Athenaica, 2021).

La imagen actual del flamenco es, en gran parte, expresión de la memoria de José María Velázquez-Gaztelu. “Para mí el flamenco es una gran experiencia y una forma de vida”, asegura. Pero, en realidad, para la inmensa mayoría no lo es. Para la inmensa mayoría es una música que, como las demás, se expresa como registro, como imagen. Sin embargo, lo peculiar de esta imagen del flamenco es que parte de su función es señalar su misma impotencia y proyectarla sobre sí para visibilizarse como sucedáneo de la vivencia.

Velázquez-Gaztelu lleva toda una vida en esto del flamenco. “Yo me siento dentro del flamenco, yo no soy un espectador; en las reuniones privadas de cante era uno más, incluso asistía a las bodas, cosa que por aquel entonces no podían hacer los payos: lo prohibían los grandes patriarcas”. Sus primeros recuerdos flamencos se remontan a los tres años, en la casa familiar de Arcos de la Frontera, anexa a la cárcel de la población: “Había una vieja costumbre cruel, degradante e injusta: los Viernes Santos, al paso del Nazareno por la cárcel, se abría un gran portalón y aparecía una gran reja detrás de la cual estaban los presos y cantaban saetas. Al que mejor las cantase —váyase usted a saber los criterios del jurado: alcalde, cura y teniente de la Guardia Civil— le daban libertad. Desde que con 3 años llegué a Arcos de la Frontera escuchaba cantar a esos presos las 24 horas, ensayando a lo largo de todo el año”. Por otra parte, cada tarde veía llegar a los jornaleros, que puntualmente entraban en la taberna y cantaban fandangos haciéndose compás con los nudillos. “Fandangos de mostrador”, les apodó. Desde entonces, “esos sonidos, esas formas expresivas, se me quedaron tan profundamente grabadas que constituyeron un enigma que todavía no he solucionado”. Y así, en busca de solución al misterio, comenzó a relacionarse con los entornos flamencos, con sus estirpes cantoras, con los Peña, los Bacán, los Morao, los Mairena. También inició muy joven una carrera como periodista flamenco, con una fallida entrevista a la Niña de los Peines que respondía, cual esfinge de Tebas, de un modo no menos enigmático a las preguntas de un perplejo Velázquez-Gaztelu, que desconocía por entonces que ella sufría un alzhéimer avanzado.

Se puede decir que el 23 de octubre de 1971 se inaugura el momento en que la memoria de Velázquez-Gaztelu se convierte en un archivo público. Fue la fecha de emisión en La 2 del primer episodio de Rito y geografía del cante. El primero del que acabarían siendo un centenar, emitidos con periodicidad casi semanal desde entonces hasta el 22 de octubre de 1973. No existe en género musical alguno una serie documental que recoja los testimonios e interpretaciones de un número tan vasto y variado de sus intérpretes. Es, de hecho, el documento que con más pregnancia y más insoslayablemente ha marcado la imagen del mundo y formas del flamenco desde entonces, por encima de cualquier otra fuente, sonora, escrita o visual.

Además de ideador y guionista de Rito y geografía del cante y Rito y geografía del baile, ha dirigido durante los últimos 35 años, también en RTVE, el programa Nuestro flamenco, que bien se podría considerar un archivo donde se encuentran los materiales para una historia del flamenco postfranquista. Este mismo 2021 ha salido al mercado un libro con 93 de las miles de entrevistas que ha realizado en estos últimos 50 años: De la noche a la mañana. Medio siglo en la voz de los flamencos. Su obsesión por hacer archivo es insaciable.

“Marío Gómez, Pedro Turbica y yo…”

Cada vez que José María Velázquez-Gaztelu habla de Rito y geografía del cante lo hace, invariablemente, comenzando con la siguiente puntualización: “Mario Gómez, Pedro Turbica y yo”. Siempre los tres juntos. Sin embargo, mirando lo poco que se puede leer sobre Gómez, Turbica y Velázquez-Gaztelu, parece que los tres tenían puntos de vista contrapuestos del flamenco y que Rito fue un entente cordiale a la ahora de acordar la visión a representar. “No. En realidad, en Rito quien conocía el flamenco era yo. Conocí casualmente a Pedro Turbica a través de amigos. Pedro Turbica no sabía nada de flamenco. Y lo que supo después fue a través de mí y de las personas que yo le presenté”.

Sin embargo, puntualiza, fue de Turbica de quién surgió la iniciativa. Trabajador fijo de TVE en producción y como ayudante de dirección, Turbica propuso a Mario Gómez, recién licenciado en la Escuela de Cine. “Pero él tampoco tenía ni idea de flamenco”.

Rito y geografía del cante y la política

Se ha naturalizado la visión que del flamenco ofrece Rito y geografía. Es fácil que, cuando se piensa en el lugar del flamenco, se siga considerando que el espectáculo teatral, musical, es el reflejo de lo que ocurre en otros lugares ajenos vedados a nuestra mirada. Pero, ¿cuál era la clave política del ideario político de la serie? Se han hecho muchas lecturas, algunas contrapuestas. Desde las que hablan de su carga subversiva, al representar escenarios y espectros de población marginales, o las que, muy al contrario, defienden que Rito y geografía era compatible con el régimen franquista, funcionando casi como promoción turística de corte castizo y ahondando en el flamenco como un misterio inefable que ocurre al margen del ritmo trepidante de la ciudad. Así lo hizo William Washabaugh en sus primeros textos (Flamenco music and documentary, por ejemplo, de 1997). Velázquez-Gaztelu, buen amigo de “Bill”, frunce un ceño al escucharlo. Y, efectivamente, en el último libro de Washabaugh sobre flamenco (Flamenco Music and National Indentity in Spain, 2012) esa visión ha desaparecido. Lo que sí aparecen son varias fotografías del autor con Velázquez-Gaztelu. Según declara el profesor de antropología estadounidense, muchas de sus “vertiginosas confusiones” desaparecieron al conocer al arcense.

Aclaración de Velázquez-Gaztelu: “Bueno, posiblemente, el que escribe, aunque no escriba de política, está expresando algo. Jean-Luc Gordard decía aquello de que un ‘travelling es una cuestión moral’… y política. Lo que yo quería conseguir en esas reuniones que hacíamos en Rito era reflejar lo que había vivido desde pequeño, que ese arte produjera en el espectador el mismo efecto que producía en mí. La intención posiblemente no fue expresamente política —Rito hubiera sido otra cosa— pero las personas que hacíamos eso luchábamos por la libertad, la democracia y éramos totalmente antifranquistas, y eso se refleja ahí”. De hecho, sigue aclarando, sacábamos a tía Anica en el pequeño cuartito donde vivía, con una cómoda y una radio, porque era donde yo iba a visitarla de adolescente, o a Camarón caminando por la Isla de San Fernando junto a unos niños malvestidos porque era eso lo que había. Pero no lo hacíamos pensando ‘vamos a poner a estos niños así’. Ocurre que una de las intenciones de Rito es situar al personaje en su contexto y rodeado de su gente, su familia, o en el tabanco donde iba a tomar la copita o en el patio donde celebraban; las calles, la gente… Eso es política también. No los situábamos en un decorado de ópera flamenca, con unas rejas y un pozo. Por lo demás, ni las cabezas visibles de época, ni Fraga ni nadie, vieron en Rito ningún peligro.”

Joselito Soto ’Sordera’, Enrique Soto ‘Sordera’, Tomatito, Alejandro Reyes, Manuel Soto ‘Sordera’, José Manuel Caballero Bonald, José María Velázquez-Gaztelu, José Mercé y Vicente Soto ‘Sordera’, en el Colegio Mayor San Juan Evangelista.Fundación José Manuel Caballero Bonald

De la puesta en escena de un recuerdo

Viendo en perspectiva tanto Rito como Nuestro flamenco, o su último libro, De la noche a la mañana, parece como si Velázquez-Gaztelu buscara enhebrar su memoria a través de la memoria de otros. “Sí, pero es mi propia memoria porque yo hago mío todo eso. Son mis vivencias. Pedro Peña, al que quiero mucho y con el que he vivido tantas reuniones junto a su madre, la Perrata, y su primo, Pedro Bacán, me dice: ‘José María, tú eres el paño de la Verónica. Tú eres la historia del flamenco”.

José María Velázquez-Gaztelu, muy consciente de ello, de que su experiencia se ha codificado inevitablemente como historia, con el peligro que ello conlleva, no es amigo de polémicas, procura dar voz en su memoria —que es su trabajo— a toda manifestación flamenca. Pero no por un siempre sospechoso dialogismo (él tiene sus preferencias) sino porque se hace cargo de su privilegiado lugar de testigo, parte y narrador.

De la noche a la mañana. Medio siglo en la voz de los flamencos

Autor: José María Velázquez-Gaztelu.


Prólogo: Luis Landero.


Editorial: Athenaica, 2021.


Formato: tapa blanda (536 páginas, 30 euros) y e-book (euros).


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