El horror y la violencia de las pandillas en El Salvador

Óscar Martínez reflexiona sobre los riesgos y los desafíos que implica la práctica del periodismo al relatar el horror de la violencia de las pandillas y los policías en el país centroamericano

Un pandillero herido de bala, durante la operación que le salvó la vida en un hospital de San Salvador, en 2015.Jan Sochor (LatinContent via Getty Images)

La nueva crónica de Óscar Martínez —jefe de redacción de Elfaro.net— es durísima como sus obras anteriores, pero esta viene sembrada de preguntas sobre los riesgos, los dilemas y los desafíos de la práctica del periodismo. Sin cinismo y sin impostura, con dudas y algunas certezas. “Si algo me enorgullece del oficio es que, cuando se hace bien, suele alcanzar niveles de profundidad en sus investigaciones que superan a lo...

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La nueva crónica de Óscar Martínez —jefe de redacción de Elfaro.net— es durísima como sus obras anteriores, pero esta viene sembrada de preguntas sobre los riesgos, los dilemas y los desafíos de la práctica del periodismo. Sin cinismo y sin impostura, con dudas y algunas certezas. “Si algo me enorgullece del oficio es que, cuando se hace bien, suele alcanzar niveles de profundidad en sus investigaciones que superan a los de la justicia de los países enclenques como El Salvador”. Es una meditación sobre la profesión llevada al límite, un making of sobre cómo obtuvo la información sobre el horror y la reflexión sobre las implicaciones que tuvo llegar hasta el final.

Mientras leo el libro, consciente desde la introducción de que algunas de sus fuentes van a ser asesinadas, me pregunto qué sentido tiene pasar otra página si sé que me tocará revivir una masacre más y constatar el ritual de lo habitual de tanta miseria y tanta muerte en Centroamérica. “¿A cuántos lectores leer les ensucia la vida?”. Vidas rotas desde la infancia, demasiados cuerpos mutilados y mal enterrados, variaciones sobre crímenes macabras. Un caso, otro caso, otro, pero sigo leyendo. No tanto por la tragedia que cuenta, creo, como por la reflexión del autor sobre el oficio y por su método de trabajo. Las notas de las libretas oscuras tomadas en situaciones absurdas y arriesgadas, las referencias a sus maestros —Fallaci, Eloy Martínez, Hersh (Ramón Lobo al fondo)—, los fragmentos de artículos publicados con el equipo de investigación Sala Negra creado en 2010 y dedicado a contar y tratar de comprender la violencia de las pandillas y también de los policías.

Artículos como aquel publicado el 22 de julio de 2015: La Policía masacró la finca de San Blas. Impugnaban la versión oficial después de un trabajo metódico —análisis de reportes forenses, entrevistas, informes balísticos— y, para evitar complicaciones, horas antes de colgarlo en la Red el periódico sacó del país a los periodistas que firmaban aquella noticia y a sus familias. Todo estaba contrastado y, al mismo tiempo, el orden de la información y el estilo estaban conscientemente elegidos. Empezarían con Dennis, un chaval acribillado por la policía que no era ni pandillero. Dennis era el motor del artículo y quien lo había puesto en marcha era su madre, Consuelo, la fuente, que al cabo de cuatro meses de haberse publicado recibió una llamada de un número desconocido que pronunció cuatro palabras: “Te vamos a matar”. ¿Por qué ella había querido contar la tragedia si podía llevarla, como a su hijo y a su hermano, a la muerte? “Tras nuestra irrupción en su vida, ella había tomado la decisión digna e informada de hablar con nosotros para luchar contra el sistema por la dignidad de su muerto”.

Esa decisión radical de testimoniar de la víctima confluye con el compromiso de Martínez por contar, sabiendo que sus fuentes van a ser asesinadas y que él intentará salvarlas incluso después de haber sido tiroteadas. “Lo vivo como Tántalo anhela la fruta y el agua, creyendo que las puede alcanzar. Hambre y sed, así vivo el periodismo, con hambre y con sed todo el puto rato”. Y esa vivencia de la profesión convertida en proyecto de vida, con la autenticidad de confesarse en ocasiones ajeno a la tragedia (como en esa escena en la que escucha a una mujer violada en grupo en su camino por México hacia Estados Unidos), es lo que hace de Los muertos y el periodista algo que va más allá del morbo y del espanto. Llego hasta el final porque es una obra de brutal honestidad.

Los muertos y el periodista 

Autor: Óscar Martínez.


Editorial: Anagrama, 2021.


Formato: tapa blanda (232 páginas, 18,90 euros) y e-book (9,99 euros).

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