‘España y Argentina en la Primera Guerra Mundial’, una guerra no es una isla

Ningún hombre es una isla, escribía en 1624 el poeta inglés John Donne. Ninguna isla es una isla, tituló uno de sus libros, dedicado a la literatura inglesa, el historiador italiano Carlo Ginzburg en 2000. Ninguna guerra es una isla, me permito añadir para empezar esta reseña. Tenemos un ejemplo nítido ante nuestros ojos: la guerra de Putin, provocada por ...

Ningún hombre es una isla, escribía en 1624 el poeta inglés John Donne. Ninguna isla es una isla, tituló uno de sus libros, dedicado a la literatura inglesa, el historiador italiano Carlo Ginzburg en 2000. Ninguna guerra es una isla, me permito añadir para empezar esta reseña. Tenemos un ejemplo nítido ante nuestros ojos: la guerra de Putin, provocada por la invasión rusa del territorio ucranio en febrero de 2022, no atañe solamente a Rusia y Ucrania. Tiene efectos y se libra, en una u otra forma, en todo el mundo. Algo parecido puede decirse de la Gran Guerra, la primera conflagración vivida, en buena parte de la humanidad, en tiempo real gracias a la telegrafía sin cables. Además de las batallas en Europa, hubo combates en Mesopotamia, recluta de trabajadores en la India y China, un genocidio de armenios y fuertes disputas entre aliadófilos y germanófilos en el Cono Sur. Las conmemoraciones de los años del centenario, de 2014 a 2018, han propiciado una profunda renovación de los estudios sobre la Primera Guerra Mundial. La historiografía ha incorporado nuevas temáticas y un sesgo claramente cultural, al tiempo que se producía un tránsito desde una óptica esencialmente nacional y eurocentrada a otra transnacional y global.

Una de las cuestiones revisitadas en los últimos lustros es la de los países neutrales, que han sido plenamente integrados en la historia de la guerra. La neutralidad —o las neutralidades, variadas y variables a lo largo del conflicto— no resulta en ningún modo contradictoria o incompatible con la adaptación y dependencia del contexto bélico. Un libro que ve ahora la luz en España, tras hacerlo primero en inglés en 2021, muestra las muchas posibilidades y el potencial de las evoluciones historiográficas recientes: España y Argentina en la Primera Guerra Mundial, de Maximiliano Fuentes. Con una estructura cronológica, empezando adrede antes de 1914 y terminando después de 1918, el autor se centra en los tres conceptos centrales en torno a los cuales las sociedades argentina y española se dividieron: neutralidad, paz, nación. El conflicto general era reinterpretado en claves propias y se traducía en elementos de política local. No estamos ante un estudio comparativo, sino atento esencialmente a circulaciones, influencias, relecturas y cruces.

El final de la contienda abrió las puertas, tanto en España como en Argentina, a unos años marcados por la conflictividad y la violencia sociales

Analiza Fuentes, en las páginas de este interesante volumen, las declaraciones de neutralidad iniciales en España y Argentina y el debate que generaron en ambas sociedades; la fuerte inversión de los Estados combatientes, especialmente Alemania, en la propaganda en los países neutrales; el lugar de Gibraltar y las Malvinas en las tensiones entre aliadófilos y germanófilos en el ámbito transnacional; la presencia de voluntarios argentinos y españoles en los frentes de batalla; los efectos económicos de la guerra y sus consecuencias sociales, desde los beneficios empresariales hasta el crecimiento del coste de la vida, sin olvidar las dificultades para el transporte marítimo, la inflación o el aumento de las huelgas; las repercusiones de la entrada en guerra de EE UU, en especial en el mantenimiento de las neutralidades y la radicalización de los enfrentamientos internos, y, asimismo, el amplio cuestionamiento, en la segunda mitad de 1917, de los regímenes de la Restauración (1875) y de Hipólito Yrigoyen (1916). El final de la contienda abrió las puertas, tanto en España como en Argentina, a unos años marcados por la conflictividad y la violencia sociales. La impugnación del liberalismo y la democracia no iba a faltar. La Gran Guerra obligó, en todas partes, a repensar el mundo.

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