‘Las nubes’, la república de los peores
Paco Mir estrena en Mérida una versión moderadamente actualizada de una comedia de Aristófanes sobre el triunfo de los argumentos falaces protagonizada por Pepe Viyuela
Aristófanes es un comediógrafo sin parangón en nuestros días. ¿Es acaso concebible hoy un autor que ponga al presidente del Gobierno como protagonista de cuatro de sus obras, para ridiculizarlo en todas ellas? Imagínense, además, que en otra de sus comedias pusiese verde a Juan Mayorga, y que en su siguiente pieza el tal autor improbable sacase ...
Aristófanes es un comediógrafo sin parangón en nuestros días. ¿Es acaso concebible hoy un autor que ponga al presidente del Gobierno como protagonista de cuatro de sus obras, para ridiculizarlo en todas ellas? Imagínense, además, que en otra de sus comedias pusiese verde a Juan Mayorga, y que en su siguiente pieza el tal autor improbable sacase a escena a Javier Gomá, lo rodease de arribistas y le culpabilizara de que en la vida real los malos ejemplos le estén torciendo el brazo a las conductas ejemplares que el filósofo bilbaíno predica incansablemente en sus escritos.
El autor ateniense convirtió a Cleón, demagogo en cuyas manos estuvo el destino de la República griega durante unos años, en diana de sus más afiladas comedias. Eurípides, el autor más prestigiado entre sus contemporáneos, fue blanco suyo en Las ranas. A Sócrates, el pensador de moda por aquel entonces, Aristófanes lo utilizó para personificar en él todos los vicios morales y las ideas nuevas que detestaba: en el coprotagonista de Las nubes confluyen el sofista inescrupuloso, el filósofo de la naturaleza y el asceta harapiento. Pero el protagonista verdadero de esta comedia, que el miércoles se estrenó en versión de Paco Mir en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, es Estrepsíades, un labrador que acude al Pensadero (así llama el comediógrafo a la escuela de Sócrates) para que le enseñe a argumentar con falacias.
Las nubes viene a ser una extensa entrada de payasos (a ratos verbosa, como las de los Hermanos Tonetti en su Circo Atlas) en la que todos los personajes resultan ridículos, torpes y risibles. Ninguno de ellos obra bien: la ejemplaridad gomaniana brilla aquí por su ausencia. En escena solo se ofrecen malos ejemplos y ejemplos peores. Mir sitúa la acción original como teatro dentro del teatro: el público asiste a un ensayo de Las nubes, en este mismo Teatro Romano de Mérida, pero durante el año de su inauguración.
A ‘Las nubes’ le sentaría mejor una traslación a fecha de hoy de todos sus términos, directa y decidida
El prólogo que ha escrito el ex Tricicle tiene mucha gracia en boca de Mariano Peña, Cristina Almazán y Moncho Sánchez-Diezma: es puro teatro de pista, en el que los actores le hablan al público de tú a tú y le invitan a corear en algunos momentos porque, dicen, no hay con qué pagar a un coro profesional, en irónica alusión a lo ajustado de los presupuestos que se manejan hoy en día en este tipo de producciones; a cualquier director le encantaría contar con un coro numeroso, que fuese un oleaje en escena, como en tiempos no tan lejanos.
Es esta una comedia difícil (aunque fue la preferida de Aristófanes), porque muchas de las alusiones y de los juegos de palabras que sus protagonistas hacen son intraducibles y porque hoy se nos escapa el sentido preciso de otras tantas bromas que gastan. También se le escaparía al público del siglo V antes de Cristo, si esta versión le llegase por el túnel del tiempo, el sentido de las alusiones que Mir hace a los caramelos Strepsils o a la costumbre hoy en boga de retorcer el género gramatical. Su intervención del texto es discreta y respetuosa. A Las nubes le sentaría mejor una traslación a fecha de hoy de todos sus términos, directa y decidida, al estilo de la que hizo la compañía catalana La Calòrica con Las aves hace dos temporadas.
Tienen mucha gracia los cantables, interpretados con música de La bella Helena, de Offenbach: al primero de ellos, el público le dedicó un sincero primer aplauso. Pepe Viyuela afronta con oficio sobrado el reto de interpretar al arquetipo del aldeano, cuyo hijo en la ficción (encarnado por Samuel Viyuela) lo es también en la realidad.
Las nubes
Texto: Aristófanes. Dirección: Paco Mir. Festival de Mérida. Hasta el 30 de julio. Después, de gira por España: Niebla, Sagunto, Logroño, Almuñécar, Sevilla, Sant Cugat...
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