Los partidos de centroizquierda de Chile agonizan bajo la polarización entre el Gobierno y los republicanos
Las fuerzas políticas de la antigua Concertación (1990-2019) fracasan en la reconquista del electorado ajeno a los extremos
La centroizquierda chilena, un sector que jugó un papel clave en el pasado reciente del país sudamericano, el espectro político de la antigua Concertación -el conglomerado que gobernó Chile entre 1990 y 2010-, atraviesa uno de los momentos más complejos de su historia. Su lista electoral no consiguió ningún escaño en la elección de consejeros para redactar una nueva propuesta constitucional y el Partido...
La centroizquierda chilena, un sector que jugó un papel clave en el pasado reciente del país sudamericano, el espectro político de la antigua Concertación -el conglomerado que gobernó Chile entre 1990 y 2010-, atraviesa uno de los momentos más complejos de su historia. Su lista electoral no consiguió ningún escaño en la elección de consejeros para redactar una nueva propuesta constitucional y el Partido Socialista, que se presentó en la lista del Gobierno de Gabriel Boric, solo obtuvo un 5,9% de los votos, por debajo de los comunistas y del Frente Amplio del presidente. Una de las primera conclusiones –para algunos apresurada– que dejó la jornada electoral del domingo es que la centroizquierda, protagonista de la construcción democrática tras la dictadura de Pinochet, se ha extinguido.
El Partido por la Democracia (PPD) del expresidente Ricardo Lagos y de la actual ministra del Interior, Carolina Tohá, decidió desmarcarse de la lista oficialista y de sus históricos socios, los socialistas, para competir junto a las otras fuerzas que conformaban la Concertación: el Partido Radical (PR) y la Democracia Cristiana (PDC), que fue el partido más fuerte de Chile desde mediados del siglo XX y que no conforma el Gobierno. La apuesta fracasó y dejó en el aire la duda de qué habría ocurrido si todo este sector presentaba solo una lista o al menos una que reuniera todos los partidos de las dos coaliciones que sostienen la Administración de Boric (el Socialismo Democrático –liderado por el Partido Socialista, donde está el PPD de Lagos–, y Apruebo Dignidad, la alianza del Frente Amplio con el Partido Comunista).
El abogado Ignacio Walker, que fue toda su vida democristiano, un partido al que renunció, es coautor de Una nueva Constitución para Chile y exministro de Exteriores de Lagos. Plantea que la centroizquierda dejó de existir como tal cuando “el PS decidió formar una lista “única” -entiéndase, de izquierda- con el Partido Comunista y el Frente Amplio (en total ocho partidos), dejando a la deriva al PPD y al PR, sus antiguos socios, los que tuvieron que aliarse con la Democracia Cristiana, quedando una centroizquierda muy disminuida”.
Para el doctor en Ciencias Políticas y ensayista de centroizquierda Ernesto Ottone, se extinguió mucho antes. “La centroizquierda existió como tal en el periodo de la Concertación. Después perdió el carácter de un proyecto colectivo de todos los sectores que la componían y, finalmente, se diluyó en los últimos 10 años”, apunta por teléfono. “Al producirse esa situación, un sector importante de la Concertación cometió una suerte de suicidio”, añade.
El suicidio al que se refiere Ottone es la postura crítica que adoptaron varios concertacionistas cuando la nueva izquierda, liderada por Boric, les achacó el descontento social que estalló en 2019, con las protestas que pusieron contra las cuerdas la democracia chilena. En vez de defender su legado, se acopló al discurso de la nueva generación. “Eso hizo que quedara una fuerza bastante subordinada al sector radical y otro sector quedara sin domicilio”, señala el sociólogo.
Los partidos del Frente Amplio de Boric alcanzaron un 12,3% y el Partido Comunista un 8,08%, con lo que la alianza original de Boric obtuvo un 20,38%. Por otro lado, los partidos de la exConcertación sumaron 14,9%. Prácticamente ninguno de los rostros de la vieja guardia de la centroizquierda, como los exministros Sergio Bitar y Andrés Zaldivar, lograron un escaño. Pero Ottone no interpreta este resultado como una consolidación de la nueva izquierda frente a la antigua. “El partido del presidente (Convergencia Social) sacó un 5,7%. Todos sacaron muy poco. Lo que hay es una gran derrota de un espacio político, tanto de la izquierda radical como de la izquierda más moderada o democrática. El castigo es un castigo muy fuerte al Gobierno”, asegura quien fue asesor clave en los seis años del gobierno de Lagos (2000-2006).
El analista político René Jofré plantea que la apuesta basada en la hipótesis de que dos listas podrían ampliar la base electoral del Gobierno demostró ser errada: “Cuando tienes una hipótesis equivocada, todo lo demás es equivocado”. De todas formas, aclara que es “absolutamente apresurado” hablar de la extinción de la centroizquierda. “Si sumas la votación de la centroizquierda más el Partido Socialista es casi igual a la de la elección parlamentaria de 2021. Estamos donde mismo”, apunta. “Esta idea de extinción surgió en la primera elección de constituyentes, pero en la territorial siguiente sacaron alcaldes y concejales”, añade Jofré.
¿Qué debería hacer la centroizquierda para las elecciones siguientes? Jofré postula la formación de una fuerza política única entre el Socialismo Democrático, el PPD y otras fuerzas moderadas. Para las municipales de 2024, por ejemplo, propone que las coaliciones oficialistas del Gobierno y los democristianos presenten un solo candidato por comuna. Pero desde el punto de vista político, puntualiza, el Socialismo Democrático debería constituir una federación: “Es lo óptimo hasta para la supervivencia electoral. A mi juicio, el PPD, los democristianos y los radicales ya están superados. Tienen que crear algo nuevo”.
Por motivos reglamentarios, las nuevas formaciones que se definen de centro como Amarillos o Demócratas no alcanzaron a presentarse en las elecciones del domingo. Nacidos tras la campaña para rechazar la primera propuesta constitucional -que estuvo apoyada por la derecha y parte de la centroizquierda-, su peso aún no se ha medido en las urnas y es una incógnita si son capaces de llenar el centro político aparentemente huérfano.
Las miradas también están puestas en la ruta que adoptará el Partido Socialista. El politólogo Octavio Avendaño planteaba en EL PAÍS que un mal resultado en estas elecciones podría llevar al partido a replantearse si seguir dentro de la lista oficialista integrada por el Partido Comunista y las formaciones del Frente Amplio (FA) o fortalecer el Socialismo Democrático en las próximas municipales y parlamentarias de 2025 de manera independiente. Walker ve a los socialistas muy firmes en su postura de izquierda para eso, pero vislumbra un futuro de la centroizquierda liderado por los democristianos, el PPD, los radicales, Amarillos y Demócratas “en torno a una nuevo partido democrático y reformista, alejado de los extremos”. “El espacio existe, la demanda existe, falta adecuar la oferta política”, sostiene Walker.