Alfredo Castro: “La impunidad en Chile contamina y atraviesa todos los temas”
En la antesala del estreno en Cannes de la película ‘Los Colonos’, el actor chileno reflexiona sobre la oscuridad en sus personajes y en la propia historia del país sudamericano
Alfredo Castro (Santiago de Chile, 67 años) rehúye la calle. La antipatía y violencia que percibe en la gente terminan estropeándole el genio y afectándolo personalmente. “Está todo el mundo muy furioso. De lado y lado”, comenta durante una entrevista realizada a finales de abril en una cafetería a pasos de su casa, en el tradicional municipio de Providencia. El protagonista de galardonadas películas como No (2012), El club (2015...
Alfredo Castro (Santiago de Chile, 67 años) rehúye la calle. La antipatía y violencia que percibe en la gente terminan estropeándole el genio y afectándolo personalmente. “Está todo el mundo muy furioso. De lado y lado”, comenta durante una entrevista realizada a finales de abril en una cafetería a pasos de su casa, en el tradicional municipio de Providencia. El protagonista de galardonadas películas como No (2012), El club (2015) y Los Perros (2017) también evita la televisión. El último día que la encendió fue el 4 de septiembre de 2022, cuando el 62% de los chilenos rechazó la propuesta para enterrar la Constitución heredada de la dictadura de Pinochet. Compara el impacto del resultado con el Golpe de Estado perpetrado contra Salvador Allende medio siglo atrás. “Volver a vivir un desencanto tan grande en un momento en que la vida comienza a declinar o cambiar es muy triste”, asegura. Crítico del primer intento, en el que los convencionales “se farrearon” la oportunidad por “pequeños lujos”, asegura que el actual no le gusta “nada, nada, nada”.
También acude al paralelismo con el golpe cuando aborda la trama de Los Colonos (ópera prima del director Felipe Gálvez), pronta a estrenarse en la sección En Una Cierta Mirada del Festival de Cine de Cannes, que arranca este martes. La ficción histórica sobre el genocidio del pueblo originario selk’nam en la Patagonia a principios del siglo XX significa el regreso de Chile a la competencia oficial de la prestigiosa sección tras 12 años de ausencia. La cinta, en la que participa Castro, es una producción de ocho países. “El paralelo de la película con lo que sucede ahora en el país es súper interesante políticamente porque da cuenta que no ha pasado nada en cuanto a la justicia. Para mí, el tema de la impunidad contamina y atraviesa todos los temas” en Chile.
Castro interpreta a José Menéndez, un hombre al que el Gobierno chileno le da la orden de colonizar un pedazo de tierra en el fin del mundo, que acaba en la devastación de una etnia. “Yo, un hijo de una familia clase media, me eduqué en que Chile fue descubierto por los españoles; con mucho orgullo hablaba de las tres carabelas de Colón y me parecía precioso. Hasta que hace 30 años alguien me dijo: en Chile había personas 2000 años antes de que llegaran los españoles. Esos cuentos de colonos, que me parecían fascinantes, ahora me parecen horrendos”, plantea uno de los interpretes con mayor peso del cine sudamericano sobre la importancia del desde dónde se cuentan las historias.
El director teatral, fundador de la compañía La Memoria, ha construido su carrera cinematográfica dando vida a personajes perturbados, melancólicos, complejos. “Las películas que suelo hacer son oscuras. Me gusta porque siento que el ser humano evidentemente es muy oscuro y que hay que tratarlo, hablar de eso”, señala con su voz profunda y una cálida templanza. Actuar lo aterroriza. Es un terror, aclara, acompañado de goce. “El placer provoca también dolor, y al contrario también. Mi entrega a la actuación es absoluta. Yo metabolizo los roles, me cambia el cuerpo. Son tres semanas o dos meses en que todo mi organismo está en la persecución de ese imaginario”, describe Castro. De joven, reconoce, se perdió alguna vez en sus papeles. Ahora dice tener cierto control que le impide confundirse. “Saber que hay miedo te permite acceder a él sin tanta defensa, por lo tanto puedo sumergirme en esas mentes torcidas de manera más libre. No tengo miedo a volverme loco, ni confundirme con el personaje”, explica.
Recuerda que un psiquiatra que tuvo le preguntó cuán loco fue de chico: “Me quedé helado porque nunca me lo había preguntado. Como tampoco nos preguntamos si había pueblos originarios antes de Colón o dónde están las 400 víctimas con mutilaciones en el rostro y traumas oculares del estallido social”. “Lo lindo de hacer cine y teatro es volver a preguntarse esas cosas que a la humanidad le preocupan eternamente”, añade.
Desde su vereda cultural, intenta responder las preguntas que han dejado heridas en la sociedad. Además de sus proyectos cinematográficos, Castro está trabajando en la puesta en escena que presentará en su teatro el 11 de septiembre, cuando se cumplan 50 años desde el golpe militar. No quiso preparar una obra como tal, “nada definitivo” ni con “una opinión determinante”. “En Chile no se ha hecho justicia, es un proceso que lleva 50 años”, explica, por lo que decidió realizar una puesta en escena fonomímica basada en la novela Palabra de Autor del escritor Matías Celedón sobre Carlos Herrera Jimenez, autor material del asesinato del líder sindical Tucapel Jiménez durante la dictadura.