Política Exterior Feminista: un paso ambicioso, en línea con la trayectoria de política exterior chilena
Apuntamos a construir sociedades justas y para ello debemos reconocer que las brechas de género son un obstáculo para alcanzar democracias más representativas
Nuestro país acaba de presentar la Política Exterior Feminista, convirtiéndose en la primera de Sudamérica. Así, Chile avanza hacia un enfoque que pone a la igualdad de género como un imperativo para el fortalecimiento de la democracia y un eje a incorporar en todo el quehacer del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Este logro representa un hito para el Estado de Chile en su conjunto, ya que significa relevar el trabajo que por décadas hemos venido realizando a nivel internacional: establecer el respeto, defensa y promoción de los derechos humanos como un eje de nuestra política exteri...
Nuestro país acaba de presentar la Política Exterior Feminista, convirtiéndose en la primera de Sudamérica. Así, Chile avanza hacia un enfoque que pone a la igualdad de género como un imperativo para el fortalecimiento de la democracia y un eje a incorporar en todo el quehacer del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Este logro representa un hito para el Estado de Chile en su conjunto, ya que significa relevar el trabajo que por décadas hemos venido realizando a nivel internacional: establecer el respeto, defensa y promoción de los derechos humanos como un eje de nuestra política exterior.
Apuntamos a construir sociedades justas y para ello debemos reconocer que las brechas de género son un obstáculo para alcanzar democracias más representativas y un factor limitante para el desarrollo de los países. En este sentido, lograr la equidad es un imperativo para todos quienes desean un mundo pacífico y sostenible.
Hay países que ya cuentan con una Política Exterior Feminista, como México, Canadá, Suecia, España, Luxemburgo, Alemania y Francia. Todos con distintas acentuaciones, aunque el propósito de fondo, la igualdad de género, sea el mismo. Algunos van más adelante que otros, desde luego, al igual que en democratización y en desarrollo, pero lo más relevante es que podamos trabajar de manera conjunta e intercambiar buenas prácticas.
Para ello formamos el Grupo de Países con Política Exterior Feminista y compartimos presidencia con Alemania en este año. Si bien el ingreso no demanda tener una Política Exterior Feminista, sí que existan acciones ordenadas para lograr la equidad de género.
El escenario internacional necesita de la configuración de una arquitectura que permita identificar espacios para la creación y actualización de normas, incorporando este enfoque desde una mirada interseccional, es decir, reconociendo que la discriminación hacia mujeres y niñas se profundiza cuando se consideran variables étnicas, etarias, sociales, entre otras, y como Gobierno estamos comprometidos en esta tarea.
En este sentido, la Política Exterior Feminista es una invitación a resaltar un sello de identidad desde el sur respecto de los temas de la agenda global en donde esperamos incidir como país, tanto en el espacio de las relaciones políticas y económicas bilaterales, en la agenda de cooperación, en el ámbito multilateral, donde tenemos credenciales de país serio, confiable y coherente.
Contar con una Política Exterior Feminista es tomar conciencia colectiva de que desafíos como el cambio climático, la seguridad, migración, el desarrollo, entre otros, no sólo afectan de manera desproporcionada a mujeres y niñas en el mundo; sino también comprender que se necesita de la mirada de todas y todos para la búsqueda de soluciones que sean efectivas.
Por ello, esta política tiene como prioridad el fortalecimiento de la democracia con foco en la igualdad de género; promover la erradicación y eliminación de la violencia de género, considerando especialmente a la comunidad LGBTIQ+; apostar por un mayor empoderamiento y representación de las mujeres; profundizar la agenda de mujeres, paz y seguridad; abordar temas como cambio climático, ciencia, tecnología e innovación e impulsar un sistema integral de cuidados.
Además, se caracteriza por tener un sello en comercio y género que permite avanzar en la plena eliminación de las barreras que impiden la incorporación de las mujeres en la economía.
Chile ha cumplido un rol de liderazgo en esta materia impulsando cláusulas de género en acuerdos internacionales de carácter económico con una mirada progresista e inclusiva, así como acciones concretas para que los beneficios del comercio y la inversión tengan un impacto positivo en el crecimiento económico y la disminución de la desigualdad.
Hoy reconocemos las brechas existentes y nos hacemos cargo de los desafíos que ello implica, entendiendo que este es un paso más en un proceso gradual pero sostenido hacia la equidad, en un escenario complejo que nos demanda nuevas formas de abordar la agenda actual.
Nos falta mucho camino por recorrer aún, pero el hecho de que Chile ya tenga una Política Exterior Feminista, y que trabaje en conjunto con otros países que la están aplicando, es una señal que permitirá seguir abriendo caminos hacia la igualdad sustantiva de mujeres y niñas, en toda su diversidad, en el mundo.