La prueba de fuego y el arma secreta de Nicolás Cataldo, el ministro comunista de Educación de Chile
Uno de sus primeros retos ha sido el paro indefinido de más de 100.000 docentes, que el debutante secretario de Estado apuesta por desactivar
Han pasado solo dos semanas desde que Nicolás Cataldo (39 años, Valparaíso) asumió como ministro de Educación del Gobierno de izquierdas de Gabriel Boric. Y desde ese miércoles 16 de agosto, las polémicas y emergencias en su cartera no han dado tregua. El día del cambio de mando, afuera de La Moneda, el palacio presidencial chileno, al nuevo secretario de Estado, el primero del Partido Comunista en ocupar esa cartera, lo esperaba la manife...
Han pasado solo dos semanas desde que Nicolás Cataldo (39 años, Valparaíso) asumió como ministro de Educación del Gobierno de izquierdas de Gabriel Boric. Y desde ese miércoles 16 de agosto, las polémicas y emergencias en su cartera no han dado tregua. El día del cambio de mando, afuera de La Moneda, el palacio presidencial chileno, al nuevo secretario de Estado, el primero del Partido Comunista en ocupar esa cartera, lo esperaba la manifestación de los trabajadores de Integra, la red de jardines infantiles y sala cunas que dependen del Estado, cuya huelga, la que logró destrabarse ayer, acumula más de 21 días. Una semana más tarde, un temporal obligó a suspender las clases en 77 comunas del país sudamericano por los daños en los establecimientos educacionales. Y el viernes de la semana pasada, el Colegio de Profesores llamó a un paro nacional luego de que 53,66% de sus docentes rechazaran la propuesta del ministerio para enfrentar las demandas del gremio. Más de 100.000 profesores, 5.000 escuelas y más de un millón de alumnos se verán afectados por el paro que se inició ayer, martes.
Las críticas a su nombramiento tampoco han cesado en los 14 días que lleva a cargo de la segunda cartera más abultada en presupuesto del Gobierno chileno. Su militancia y unos tuits contra Carabineros enviados en 2011 en plena movilización estudiantil, ya habían sido cuestionados en el cambio de Gabinete de septiembre de 2022, cuando el Gobierno tuvo que echar pie atrás en su plan para nombrarlo subsecretario del Interior y optó por ponerlo en la Subsecretaría de Desarrollo Regional (Subdere).
“Cuando el mayor problema de la Educación es la violencia escolar, es una muy mala noticia que el nuevo ministro sea militante comunista, un partido que introdujo y promovió la violencia en los colegios y particularmente en los liceos emblemáticos”, planteó la diputada Marcia Raphael, integrante de la comisión de Educación y militante del partido de derecha tradicional, Renovación Nacional (RN). En sus primeras entrevistas, el secretario de Estado ha aclarado que nunca ha justificado la violencia al interior de los colegios y ha señalado que se siente estigmatizado por ser comunista. “Tener un ministro PC no significa que se comenzará a leer a Marx y Lenin en las escuelas”, dijo al diario La Tercera a los pocos días de asumir.
En todo caso, en el entorno del ministro confían en que podrán revertir esas primeras impresiones. En eso Cataldo tiene experiencia. Cuando fue jefe de Gabinete de la entonces diputada y hoy portavoz del Gobierno, Camila Vallejo, el profesor de Historia y Ciencias Sociales de la Universidad de Valparaíso cultivó buenas relaciones con varios de los que en ese entonces eran sus adversarios políticos en el Congreso. Un vínculo que siguió creciendo entre 2015 y 2018 cuando el entonces ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, lo fichó en la cartera para la tramitación de proyectos de ley de desarrollo docente y desmunicipalización de la educación, iniciativas que fueron parte central de la reforma impulsada por la segunda Administración de Michelle Bachelet (2014-2018).
Jaime Bellolio, exportavoz del Gobierno de Sebastián Piñera (2018-2022), quien por esos años como diputado era integrante de la Comisión de Educación de la Cámara, recuerda que era fácil negociar con Cataldo. “Yo diría que tiene la ventaja de que es una persona cálida, es fácil llevarse bien con él, es simpático, agradable, no es alguien que empiece con el clásico discurso PC. Es dialogante y se nota que está dispuesto a escuchar los distintos puntos de vista, aunque estábamos en desacuerdo en prácticamente todo”, rememora.
Rodrigo Roco, actual director de Educación Municipal de la comuna de Santiago y quien coincidió como asesor del ministerio de Educación con Cataldo, destaca el carisma del nuevo ministro. “Es capaz de entenderse con todo el mundo, con parlamentarios de todos los sectores. Es amable, ocurrente, de esas personas que cuando estás discutiendo cosas complejas, dice algo que aliviana el ambiente sin perder profundidad”.
La personalidad de Cataldo, su sentido del humor, su estilo amable y disposición a conversar –tiene como regla contestar siempre el teléfono y los whatsapp que le envían- es, dicen sus cercanos, su “arma secreta”. Un atributo con el que ha logrado hacerse un espacio en el Gobierno que ha buscado liderazgos fuertes, pero a la vez dialogantes, para sacar sus reformas a flote. A Boric lo conoció en los años del movimiento estudiantil, cuando el ahora ministro era el encargado nacional de la Juventudes Comunistas (JJCC). Luego, en el Congreso, se lo topaba en los partidos de fútbol que organizaban algunos miembros de la Cámara, entre los que también estaba el exministro de Desarrollo Social, Giorgio Jackson; Bellolio; el entonces diputado de RN Diego Paulsen y el ahora senador socialista Fidel Espinoza, entre otros. Pero no fue sino hasta la campaña presidencial de 2021, cuando Cataldo asumió como encargado territorial en la segunda vuelta, que logró estrechar vínculos con el presidente. Hoy no son amigos, pero mantienen una relación de confianza.
La apuesta del Ejecutivo es que la cercanía del nuevo ministro con el mundo educacional –fue parte del Colegio de Profesores- logre encauzar las demandas de los docentes (financiamiento de la educación, violencia en los colegios, bonos de retiro y la deuda histórica, entre otros puntos) y, por otra parte, que sea capaz de retomar la agenda y hacerse cargo de la profunda crisis educacional chilena, derivada de problemas estructurales del sistema y de las consecuencias de la pandemia.
Cataldo no solo participó en la tramitación de la reforma a la educación, sino también en su implementación. Fue el encargado de crear uno de los primeros Servicios Locales de Educación Pública (la institucionalidad que reemplazó a las municipalidades en la administración de escuelas en 2017) en tres comunas de la capital chilena y luego, hasta enero de 2022, fue jefe de gabinete del alcalde Mauro Tamayo en el municipio de Cerro Navia.
Esta semana atravesará una prueba clave: tras su primera reunión el lunes con los dirigentes del Colegio de Profesores, el ministro envió ayer una nueva propuesta a los docentes, que será llevada a una nueva consulta por el gremio. Si todo sale bien, dicen desde el ministerio, el paro podría desactivarse entre el jueves y el viernes de esta semana. “No me siento presionado ni con una pistola sobre la mesa”, dijo el ministro este lunes a radio Pauta. Fue una frase controvertida, de las que suele ocupar Cataldo que prefiere los diálogos francos, aunque en el ministerio aseguran que se le preguntó por el asunto –que si se sentía presionado con una pistola en la mesa– y él solo se limitó a contestar.
Hijo de un detenido por la dictadura
El 11 de septiembre de 1973, el padre del ministro Cataldo, Héctor Cataldo, Integrante del Movimiento de Acción Popular Unitaria (Mapu), una de las facciones que era parte de la Unidad Popular liderada por Salvador Allende, fue detenido por infantes de Marina. Estuvo dos años preso, fue torturado y hoy su testimonio está en los registros de la comisión Valech, que documentó los maltratos de miles de chilenos durante la dictadura.
Años después, en 1984, nacería Nicolás en el hospital emplazado en el mismo terreno donde hoy se erige el Congreso Nacional chileno en Valparaíso. Sus padres se separaron cuando él tenía seis años. Su papá dejó la ciudad puerto y se radicó en Santiago. No fueron años fáciles para la familia Cataldo Astorga: su madre, su hermana y él vivieron como allegados por varios años hasta que lograron tener su casa en el Cerro Esperanza.
A los 14 años, Cataldo cursaba la educación media en el liceo Eduardo de la Barra, jugaba fútbol, cantaba en el coro del colegio, practicaba atletismo y participaba como dirigente estudiantil desde las Juventudes Comunistas. Tras egresar, entró a estudiar Pedagogía en Historia en la Universidad de Valparaíso, que por esos años no tenía centro de alumnos. Cataldo junto a sus compañeros se organizaron para levantarlo y así inició una carrera como dirigente que solo fue en ascenso. Al terminar sus estudios, el PC lo nombró encargado de organización nacional de las JJCC y partió a vivir a Santiago. Fue desde ese papel que Cataldo empezó a formar a las generaciones de estudiantes comunistas que luego asumieron como dirigentes en distintas universidades del país. La actual diputada Karol Cariola, Julio Sarmiento y Camila Vallejo fueron parte de la camada que, de la mano del ahora ministro, recuperó las presidencias de las federaciones universitarias que el PC había perdido en años anteriores.
A los 27 años, Nicolás ingresó al Partido Comunista y asumió en el Departamento de Educación y Perfeccionamiento del Colegio de Profesores de Chile, que en esos años lideraba la actual embajadora de Chile en Argentina, Bárbara Figueroa. Desde esa posición, fue editor de la revista Docencia y conoció a Guillermo Scherping, director de la publicación, quien el secretario de Estado ha mencionado como su principal mentor. Ese, ha dicho Cataldo, fue su inicio en las políticas públicas vinculadas a la educación, que hoy lo tienen como el primer ministro comunista en ocupar esa cartera, un puesto que el profesor de Historia siempre soñó. Es tanto lo que le apasiona que incluso se tatuó en el brazo derecho un lápiz junto a la frase del pedagogo y filósofo marxista brasileño, Paulo Freire: “La educación no cambia al mundo, cambia a las personas que cambiarán al mundo”.