Las microfibras de tus ‘jeans’ llegan hasta el Ártico
Una investigación revela que un solo vaquero libera alrededor de 50.000 partículas diminutas de tela en cada ciclo de lavado
El proyecto de un grupo de científicas de la Universidad de Toronto, en Canadá, dedicado a estudiar los efectos del plástico en la contaminación de los ríos y los mares, dio un giro inesperado cuando las investigadoras encontraron microfibras azules en todas las muestras de agua que estaban analizando. Resultaba extraño que en las aguas residuales de la ciudad, en los grandes lagos y hasta en los sedimentos del lejano océano Ártico hubiera millones de partículas diminutas y alargadas de color índigo que no eran parte de la naturaleza.
¿Cuál era la composición de estas microfibras artifi...
El proyecto de un grupo de científicas de la Universidad de Toronto, en Canadá, dedicado a estudiar los efectos del plástico en la contaminación de los ríos y los mares, dio un giro inesperado cuando las investigadoras encontraron microfibras azules en todas las muestras de agua que estaban analizando. Resultaba extraño que en las aguas residuales de la ciudad, en los grandes lagos y hasta en los sedimentos del lejano océano Ártico hubiera millones de partículas diminutas y alargadas de color índigo que no eran parte de la naturaleza.
¿Cuál era la composición de estas microfibras artificiales?, ¿de dónde venían?, ¿cómo habían atravesado cientos de miles de kilómetros para llegar hasta las heladas aguas del polo norte? Las científicas no lo sabían con certeza, pero tenían una hipótesis: podían ser los restos de la tela de jean que casi la mitad de la población adulta del planeta usa a diario en pantalones, chaquetas o camisas, según aseguran en una investigación publicada esta semana en la revista Environmental Science & Technology Letters.
Miriam Diamond, profesora del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Toronto y una de las autoras del estudio, cuenta por videollamada cómo decidieron cambiar el rumbo de la primera investigación y hacer experimentos para comprobar si las microfibras azules que habían encontrado eran realmente restos de la tela de los vaqueros. Las investigadoras lavaron jeans de la marca Levi Strauss & Co de diferentes estilos, y después recogieron y analizaron el agua sucia que salía de las lavadoras. Utilizaron un ciclo de lavado de 25 minutos y una temperatura de 16 grados centígrados, condiciones medias de los hogares de Norteamérica. Diamond afirma que las propiedades de las microfibras halladas en el agua del lavado coincidieron en composición química y en morfología con las muestras encontradas en el medio ambiente. La hipótesis era correcta.
Las investigadoras entonces utilizaron una combinación de microscopía y espectroscopía para identificar y contar las microfibras. El denim o tela vaquera azul está compuesto de fibras de celulosa de algodón natural, procesadas con tinte índigo sintético y otros químicos que mejoran el rendimiento y la durabilidad. La mezclilla índigo representó el 23%, 12% y 20% de todas las microfibras halladas en sedimentos en los grandes lagos de Canadá, los lagos suburbanos poco profundos cerca de Toronto y en el archipiélago del Ártico canadiense, respectivamente.
“Concluimos que los blue jeans, la prenda más popular del mundo, son un indicador de hasta dónde puede llegar la huella ambiental del ser humano”, afirma Diamond. Las científicas también encontraron rastros del lavado de los vaqueros en la tráquea de peces arcoiris. “Creemos que lo mejor es reducir al máximo el lavado de los jeans”, dice Diamond. Su propuesta coincide con las declaraciones del Director General de Levi’s Strauss, Chip Bergh, quien en 2014 confesó que no había lavado sus vaqueros en un año. “Estos pantalones todavía no conocen una lavadora, eso bueno para el medio ambiente”. La idea de esa intervención se convirtió en El manifiesto de los vaqueros sucios, un artículo que Bergh publicó en LinkedIn.
“Los blue jeans, la prenda más popular del mundo, son un indicador de hasta dónde puede llegar la huella ambiental del ser humano”
La investigación de las científicas canadienses, sin embargo, no revela cuáles son las consecuencias de la presencia de las microfibras de vaqueros encontradas en estos lugares. Celia Ojeda, directora de consumo de Greenpeace España, afirma que lo preocupante del estudio es que demuestra que estas microfibras ya hacen parte de la cadena trófica de los distintos ecosistemas. “El trabajo de las científicas confirma que el planeta no tiene fronteras; cuando creemos que algo no va a llegar a un sitio al que no hemos llegado los seres humanos como especie, pues estamos muy equivocados, los ecosistemas están conectados y se comunican entre sí”, afirma Ojeda.
Para la investigadora de Greenpeace, otro factor problemático es que las mixturas de los jeans pueden tener compuestos químicos que sean tóxicos para el medio ambiente. “No lo sabemos con certeza porque llevamos muy poco tiempo investigando, pero las microfibras pueden contener disruptores endocrinos que generen peligrosas reacciones en cadena”. Para Ojeda, lo más importante en el caso específico de los vaqueros es que las grandes cadenas comerciales “dejen de fabricar moda barata que explota mano de obra y que además contamina el medio ambiente y fabriquen ropa en menores cantidades y de mayor calidad”. Lo ideal, insiste, sería que “no tengamos que comprar cinco pantalones al año, sino un pantalón vaquero cada 5 años”.
Posible alternativas
Gabriela Pedranti, profesora del Instituto Europeo de Diseño y miembro de la Asociación Moda Sostenible de Barcelona, afirma que el estudio de la Universidad de Toronto es una razón más para cambiar el uso tradicional (compro, lavo, tiro) de los vaqueros, y mirar hacia marcas con certificados reales de sostenibilidad. Un ejemplo de esta transición ecológica es la empresa española Back to Eco, conformada por dos científicas: una bióloga y una ambientóloga, que se ha especializado en prendas sostenibles con tela de jean. “En Back to Eco se combinan los materiales reciclados con fibras de producción orgánica a las que se han aplicado los mínimos compuestos químicos y se evita a toda costa el uso de materiales que contengan poliéster u otros derivados de combustibles fósiles”, se lee en la página web del emprendimiento.
Para Pedranti otra posible solución es que la ciudadanía empiece a usar “bibliotecas” o servicios de suscripción de ropa en los que se reduce la contaminación de la industria textil. El Circular Closet SKFK es un proyecto de alquiler de ropa con un enfoque sostenible en el que las clientas tienen acceso a conjuntos diseñados por profesionales y los pueden alquilar durante un mes por un precio muy inferior al de venta. SKFK usa algodón orgánico y otros tejidos de bajo impacto, trabajan con residuos cero, comercio justo, embalaje biodegradable, transporte de baja emisión, energía renovable.
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