Cuatro décadas de gestión del agua en Sevilla: de la evacuación al reto de ahorrar para consumir 90 litros por persona al día

Con los embalses en los mismos niveles que en los 80 y 90 obligaron a cortes de hasta 17 horas, la capital andaluza afronta esta sequía con más optimismo gracias a una campaña de concienciación ciudadana y a la tecnología

Un grupo de personas almuerzan a orillas del embalse de La Minilla en la localidad sevillana de El Ronquillo, en marzo de 2022.Julio Muñoz (EFE)

Los sevillanos mayores de 40 años aún recuerdan cómo en 1981 cambiaron los horarios en los colegios para que pudieran salir antes para poder ducharse y sus familias acumulaban cubos de agua durante las mañanas. Entre los meses de febrero a noviembre de ese año los cortes se fueron prolongando hasta alcanzar las 17 horas sin suministro. Solo había agua de siete de la mañana a dos de la tarde. Una medida que volvió a repetirse una década después —cuando...

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Los sevillanos mayores de 40 años aún recuerdan cómo en 1981 cambiaron los horarios en los colegios para que pudieran salir antes para poder ducharse y sus familias acumulaban cubos de agua durante las mañanas. Entre los meses de febrero a noviembre de ese año los cortes se fueron prolongando hasta alcanzar las 17 horas sin suministro. Solo había agua de siete de la mañana a dos de la tarde. Una medida que volvió a repetirse una década después —cuando a finales de 1995 se llegó a pensar hasta en un plan de evacuación de la población― y que por un día no se tuvo que adoptar de nuevo en los 2000, porque empezó a llover. Sevilla ha aprendido de su pasado y en este nuevo ciclo sin precipitaciones y con unos pantanos casi al mismo nivel que entonces, no se prevén suspensiones del suministro. La inversión en la mejora de las redes para evitar fugas y pérdidas de agua, y la iniciativa Objetivo 90, que busca concienciar a la población, empresas y principales sectores de la capital para reducir el consumo medio por persona, unido a la digitalización del control de la cantidad y la calidad de los recursos hídricos, han ahuyentado los fantasmas de un pasado que no se olvida.

La situación con todo es preocupante. Los seis pantanos que abastecen a la capital y a su área metropolitana —1,4 millones de habitantes― están por debajo del 45%. “Quedan 260 hectómetros cúbicos”, explica Jaime Palop, consejero delegado de Emasesa, la empresa pública de agua que abastece a la mayor parte de Sevilla y los municipios aledaños (1,2 millones de vecinos), junto con Aljjarafesa. “Nos quedaría agua para un año y medio”, advierte.

Esta circunstancia ha hecho que Sevilla haya decretado esta semana la situación de alerta por sequía, un escalón más —el penúltimo antes del de emergencia― dentro del Plan de Emergencias por Situación de Sequía diseñado por Emasesa. En la capital y los 11 municipios a los que abastece la empresa está prohibido el uso de agua potable para el riego de jardines, el baldeo de calles, el llenado de piscinas y fuentes ornamentales, las fuentes de consumo humano si no tienen elementos automáticos de cierre, el lavado con manguera de vehículos o aires acondicionados que no dispongan de un circuito cerrado.

“La situación es preocupante, pero no alarmante porque hemos hecho los deberes”, señala el alcalde de la capital andaluza, Antonio Muñoz (PSOE). La cuenca hidrográfica que abastece el área metropolitana de Sevilla no permite la creación de nuevos embalses, por lo que el consistorio decidió apostar por la vía de reducir el consumo de agua. En el primer trimestre de 2022, después de constatar que en los últimos cuatro años hidrológicos había llovido por debajo de la media, puso en marcha la iniciativa Objetivo 90 para concienciar a la población de la importancia de reducir el uso del agua y pasar de los 116 litros por persona —un consumo por encima de la media― a los 90 litros. “Antes cada sequía se solucionaba con la construcción de un pantano, pero eso ya es imposible, por eso nuestra prioridad es incentivar el ahorro”, sostiene Muñoz.

Desde marzo hasta octubre se ha conseguido reducir el consumo un 3%, pasando de los 116 a los 112,5 litros por persona al día. En este logro también ha sido importante la implicación de los sectores más relevantes de Sevilla, como el de los hoteles, la hostelería y el comercio, el colegio de administradores de fincas, las asociaciones de consumidores y las grandes empresas ubicadas en la capital, que son grandes consumidores de agua, que firmaron en junio un convenio de colaboración con el Ayuntamiento para implementar las recomendaciones para la reducción del uso de agua y a las que Emasesa brinda apoyo y asesoramiento en caso de dudas.

“En los hoteles tenemos bastante interiorizado el control en el gasto de agua en nuestras cocinas y funcionamiento interno, pero no sabemos los hábitos del cliente, así que hemos llenado las habitaciones de pegatinas e indicaciones, recordándoles las buenas prácticas para reducir el gasto, como cerrar el grifo mientras se lavan los dientes o se afeitan… Pueden parecer tonterías, pero el ahorro es inmenso”, indica Manuel Cornax, presidente de la Asociación de Hoteles de Sevilla y Provincia. La sequía del 92 también dejó marcado al fuego al sector. Cornax recuerda que entonces empezaron ya a instalarse en los hoteles sevillanos mecanismos como la doble descarga de las cisternas y otros sistemas para incrementar el ahorro. “Lo que nos importa es no tirar el agua”, indica.

Heineken, la matriz de Cruzcampo, es otra de las grandes empresas que también se han adherido al programa Objetivo 90. La fabricante emplea 3,29 litros de agua para elaborar un litro de cerveza. La empresa, además de comprometerse a aplicar lo firmado en el acuerdo con el Ayuntamiento, que incluye, entre otras medidas, la adopción de dispositivos ahorradores de agua, la reducción del consumo medio diario o promover la formación y el asesoramiento en sus empleados en materia de sistemas de ahorro, también tiene sus propios compromisos y proyectos hídricos, como el reciclaje de 1,8 litros de los 3,29 que utilizan en la elaboración de cervezas o el Proyecto Doñana, junto a la Junta de Andalucía, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y Seo/Birdlife, para la restauración y recuperación de algunas de las lagunas del parque nacional.

Conocer los hábitos de las familias

Turistas se refrescan en una fuente de Sevilla.efe

Con el Objetvo 90 y las inversiones en la red de suministro para reducir fugas de agua se ha logrado reducir el consumo un 3%, pero, como reconoce el consejero delegado de Emasesa: “Ahora viene lo más difícil”, que es pasar de los 112,5 litros por persona a los 90, un 23% para el que solo la concienciación no va a ser suficiente. Van a hacer falta más esfuerzos que pasan por la digitalización del ciclo urbano del agua. Esa estrategia ha comenzado este mes de septiembre con la instalación de contadores digitales en las viviendas y en las empresas sevillanas,

“Con este sistema podemos conocer los hábitos y costumbres de nuestros usuarios, podremos detectar si una familia está consumiendo más por la noche porque los inodoros pierden agua o comunicarle a otra que tienen un margen para reducir el gasto en su aseo matinal”, explica Pons. El Ayuntamiento está trabajando con la Universidad Pablo de Olavide en un estudio para monitorizar el consumo de agua en 200 hogares las 24 horas del día. El objetivo es conocer la evolución y las tendencias en su uso. Con las conclusiones se elaborará un manual que permita aportar información a las familias para mejorar sus hábitos. También se está trabajando en una aplicación que permitirá a los usuarios interconectar de manera directa con Emasesa para resolver sus dudas.

En Emasesa se trabaja con la premisa de que las sequías se gestionan con agua y su ahorro es la principal herramienta, una filosofía aplaudida por los ecologistas. “Tenemos que ser más eficientes y con la misma cantidad o con menos que antes ofrecer el mismo servicio a las familias y las empresas, para que mantengan sus mismas pautas de higiene, para que empresas como Heineken puedan seguir vendiendo turistas y para que los hoteles sigan recibiendo turistas”, subraya Pons.

Las prolongadas sequías de los 80 y 90 han inculcado en Sevilla “la cultura del ahorro de agua”, como recuerda su alcalde. En 1995, además de planificar una posible evacuación de la población, se llegó a pensar en remolcar un iceberg a la cuenca del Guadalquivir. 30 años después, la ciudad parece haber aprendido la lección y no tendrá que ver, de acuerdo con sus responsables, que sus grifos se quedan secos. La concienciación ciudadana también ayuda. Queda un 23% para llegar al objetivo de los 90 litros de agua. “Ese margen nos garantizaría una reserva de agua para dos años más”, traduce Pons. Un reto que entraña otro mayor: la gestión urbana del agua para ser eficaces y prevenir los efectos de futuras sequías.

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