La investigadora española que descubre nuevas especies marinas a 1.500 metros de profundidad en Chile
Un grupo internacional de científicos descubre 50 variedades de invertebrados, que servirán para negociar una nueva reserva protegida, realizando inmersiones con un robot dirigido
Un grupo internacional de científicos que estudió durante 44 días el ecosistema de la profundidad de la costa en Chile ha descubierto 50 especies marinas, la gran mayoría a 1.500 metros de profundidad, que pueden servir para crear una nueva área protegida en aguas internacionales. Los resultados de esta expedición los expuso este jueves una de sus dos líderes, la investigadora del Barcelona Supercomputing Center (BSC) Ariadna Mechó, en la Conferencia del Decenio del Océano, que ha concluido este viernes en Barcelona.
A través de inmersiones con un robot dirigido por un piloto, los cient...
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Un grupo internacional de científicos que estudió durante 44 días el ecosistema de la profundidad de la costa en Chile ha descubierto 50 especies marinas, la gran mayoría a 1.500 metros de profundidad, que pueden servir para crear una nueva área protegida en aguas internacionales. Los resultados de esta expedición los expuso este jueves una de sus dos líderes, la investigadora del Barcelona Supercomputing Center (BSC) Ariadna Mechó, en la Conferencia del Decenio del Océano, que ha concluido este viernes en Barcelona.
A través de inmersiones con un robot dirigido por un piloto, los científicos han analizado nuevas variedades de peces, erizos de mar, moluscos, campos de esponjas, jardines de corales profundos... Hábitats considerados vulnerables, claves para la biodiversidad y que requieren seguridad para evitar su desaparición. “Hay tan poco conocimiento que levantas una piedra y te encuentras nuevas especies. Este descubrimiento servirá para crear una zona protegida en este corredor marítimo entre la costa de Chile y Rapa Nui”, cuenta Mechó, la única investigadora de estos ecosistemas marinos del BSC, antes de exponer los resultados en el congreso mundial de los océanos organizado por la Unesco en la capital catalana.
Hasta 25 científicos de diferentes países se embarcaron a finales de febrero hacia los montes submarinos de Chile, de Rapa Nui (también conocida como Isla de Pascua) y de las aguas internacionales. Allí, en una de las zonas más inexploradas del mundo, el equipo que colideraba Mechó se sumergía diariamente a 1.500 metros de profundidad donde llegaron a estudiar 160 especies marinas. “Aún no las hemos pasado todas por el laboratorio. En cuanto lo hagamos, van a salir más de 50 nuevas”, asegura Mechó, que empezó su trayectoria como científica en el Institut de Ciencias del Mar de Barcelona.
La protección de estas especies, que demuestran la escasez de información del fondo marino frente a las costas chilenas, es clave para evitar un grave impacto en la cultura y en la economía de Rapa Nui. De ahí la importancia de su participación en la Conferencia del Decenio del Océano para exponer estos resultados que se utilizarán en las negociaciones entre Chile y Peru bajo el Tratado de Aguas Internacionales acordado el año pasado para crear reservas marinas.“Es el evento perfecto para hacer presión en la lucha por salvar los mares del mundo. Estamos en la década de poner en marcha acciones decisivas”, explica Mechó.
La investigadora tiene claro que faltan muchas especies por descubrir en el fondo marino. “Hay que protegerlas antes de que desaparezcan y ni siquiera sepamos que están ahí”, detalla Mechó, que en esta expedición —financiada por el Schmidt Ocean Institute― colaboró con expertos locales en navegación para incorporar sus perspectivas como miembros de la comunidad Rapa Nui.
Proteger la vida marina y estudiar los océanos son las motivaciones de esta investigadora valenciana, que en sus 30 expediciones por el mundo ha encontrado siempre residuos humanos. “Hay plásticos, redes de pesca e incluso motores en zonas donde parece que nadie ha pasado nunca”, asegura Mechó. Muchos peces de Rapa Nui, una de las áreas con mayor contaminación de microplásticos, se alimentan de estos pequeños polímeros al confundirlos por crustáceos, cuenta la investigadora del BSC, que en otro crucero encontró orinales de la Armada Inglesa que acabaron en un museo británico. “Hay que pasar a la acción de verdad. Tomar medidas y políticas reales. Ir todos a una para proteger los océanos que darán la vida a las futuras generaciones”, afirma Mechó.