Las serpientes invasoras llevan al límite al lagarto gigante de Gran Canaria y a la lagartija de Ibiza
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza considera que ambas especies, además de la lisa canaria, están en peligro de extinción tras perder la mitad de su población por estos depredadores foráneos
El lagarto gigante de Gran Canaria, la lisa grancanaria y la lagartija de las islas Pitiusas (Ibiza, Formentera y numerosos islotes) están siendo aniquilados por otros dos reptiles invasores. Se trata de dos serpientes que desembarcaron en las islas españolas hace unos 25 años y que se han convertido en depredadores implacables de unas especies únicas en el mundo. La situación ha llegado a tal punto que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha anunciado hoy una nueva actualización de su Lista Roja en la que sube el grado de amenaza del lagarto gigante de preocupación menor a en peligro crítico de extinción ―cuatro categorías de golpe― y el de la lisa grancanaria a en peligro (sin ser crítico), porque han perdido el 50% de la población desde 2014. La lagartija de las Pitiusas ha descendido en la misma proporción desde 2010, y también pasa de estar casi amenazada a en peligro. La nueva versión del listado, el mayor inventario mundial del estado de conservación de animales y plantas, también sitúa al elefante de Borneo y a los cactus copiapoa de Chile en riesgo de extinción.
En las islas Canarias no hay serpientes autóctonas. La primera serpiente invasora que diezma las especies isleñas es la culebra real de California (Lampropeltis californiae), originaria de Estados Unidos y norte de México, cuyo primer ejemplar en el archipiélago español fue capturado en la naturaleza en 1998 en el municipio grancanario de Telde. La especie llegó a la isla como mascota, y de ahí se introdujo en la naturaleza, bien de forma intencionada o al escaparse de algún terrario. La expansión siguió su curso y en 2007 se la considera establecida.
En Baleares la mayor amenaza es la serpiente de herradura (Hemorrhois hippocrepis), que fue introducida de forma diferente. Este depredador desembarcó de una forma accidental, viajó sin que nadie se percatara entre los cepellones o troncos de grandes olivos, muy apreciados para adornar jardines. En 2003 se detectó al primer ejemplar en Ibiza, que junto con Formentera es el hogar de la lagartija. Así comenzó una invasión silenciosa que ha conducido al desastre actual.
Elba Montes, vocal de invasiones biológicas de la Asociación Herpetológica, estudió la expansión de la serpiente de herradura y su relación con la desaparición de las lagartijas en Ibiza. Sus conclusiones, que envió a la UICN, indican que en el año 2028 la serpiente podría haber colonizado toda la isla balear. “Esto quiere decir, que en la misma fecha la lagartija se habría extinguido, aunque todavía podría quedar algún ejemplar en ciertas zonas”, explica. Ayuntamientos como el de Santa Eularia del río están creando refugios para la lagartija en sus núcleos urbanos que favorecen el hábitat de la lagartija.
La desaparición de esta especie “no es una anécdota, porque no significa solo que se acabe con el símbolo de estas islas, sino que se produce un efecto en cascada al ser una especie clave: llega la serpiente, hay extinciones locales de lagartija y el ecosistema cambia”, explica Oriol Lapiedra, del grupo que estudia la adaptación de los animales al cambio global en el centro de investigación CREAF de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Un ejemplo muy claro son los insectos, si desaparece su principal depredador, aumentan, como ya estamos comprobando”, añade. Las lagartijas son, además, polinizadoras y dispersoras de semillas.
¿Cuál es la solución?
“No hay una salida mágica”, responde Lapiedra. En este momento, existe un frente de invasión, con abundancias muy altas porque hay mucha comida, pero llegará un momento en que la serpiente de herradura se encuentre por toda la isla y ya no haya tanto alimento. “Pero también será tarde para la lagartija y no queremos llegar a eso”, indica. En su opinión, se debería poner en marcha un plan de cría en cautividad.
La primera medida a abordar es mitigar su efecto devastador eliminando a las que se captura en campañas de control. Pero esto no soluciona el problema, al menos de momento, porque las serpientes son muy complicadas de localizar, viven la mayor parte del tiempo bajo tierra. En Gran Canaria se capturan con equipos de búsqueda en el terreno y también instalando trampas, su época de mayor actividad es entre marzo y julio. Así se han atrapado 18.356 ejemplares de culebra real de California desde 2007, indica el Gobierno de Canarias y el Cabildo de Gran Canaria en la página del proyecto Stopculebrareal.com. Al principio eran pocas, pero el número ha ido creciendo. En 2023 se capturaron 2.389 y en lo que va de año han caído 1.533. En Ibiza se atraparon el año pasado 2.007 ejemplares de serpientes invasoras (1.946 serpientes de herradura y 61 ejemplares de la también invasora serpiente de escalera) y 889 en Formentera (888 ejemplares de serpiente de escalera y uno de serpiente de herradura). “Lo importante es prevenir estas situaciones, porque al final los que salen perdiendo son los animales que no deberían llegado”, indica la investigadora Montes.
Eugenio Reyes de la federación canaria Ben Magec de Ecologistas en Acción, considera que “habría que habilitar zonas de especial protección para esas especies”. Hay que tener en cuenta, añade, que “la planificación territorial tampoco ha ayudado al lagarto, por ejemplo, con la construcción de los centros comerciales en la zona de Tamaraceite, en la periferia de Las Palmas de Gran Canaria”.
Otra especie de lagarto, sin embargo, el gigante de La Gomera (Gallotia bravoana), ha mejorado su estado y pasa de estar en peligro crítico, a “solo” en peligro. La especie ha mejorado gracias a los programas de cría en cautividad y reintroducción. En este caso, el reptil, “que alguna vez fue común”, dice la UICN en un comunicado, fue llevado casi a la extinción por los gatos, las ratas y los cazadores. Ahora, los gatos asilvestrados continúan siendo su pesadilla.
El elefante de Borneo y los cactus de Chile
Esta última revisión de la Lista Roja sitúa al elefante asiático de Borneo en peligro, tras su primera evaluación como una subespecie distinta. Se estima que quedan 1.000 elefantes en la naturaleza debido a la destrucción de su hábitat por la tala extensiva de los bosques de Borneo, las plantaciones agrícolas (sobre todo de aceite de palma), la industria maderera, la minería y grandes infraestructuras como la autopista Pan Borneo. También se enfrentan a la caza furtiva, la ingestión accidental de agroquímicos, las colisiones de vehículos. Además, de que la rápida expansión de poblaciones humanas en Sabah provoca que los elefantes entren con mayor frecuencia en estos lugares en busca de alimento, y pueden provocar daños en los cultivos y enfrentarse a asesinatos como represalia.
La UICN también advierte de que el 82% de los cactus copiapoa están en riesgo de extinción, frente al 55% en 2013. Endémico del desierto de Atacama en Chile, la moda de los cactus copiapoa en Europa y Asia ha aumentado el comercio ilegal, facilitado por las redes sociales. El desarrollo de carreteras y viviendas en la zona hace que las plantas sean más accesible a los cazadores furtivos y destruye su hábitat desértico. El cambio climático también los amenaza, porque la niebla oceánica que necesitan para hidratarse está afectada por los cambios de temperatura.
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